Si tuviéramos que explicar la política económica argentina durante la segunda mitad del siglo XX, a base de inspiraciones teóricas o doctrinarias, tendríamos que apelar a la idea de péndulo, donde períodos “liberal-ortodoxos” sucedieron a períodos “populistas-heterodoxos”, los cuales, a su vez, fueron seguidos por nuevos períodos “liberal-ortodoxos”. Ricardo Jorge Ferruchi es el economista que más sistemáticamente utilizó este enfoque. Alberto Vercesi también incursionó en esta cuestión de manera sistemática, entrevistando a protagonistas de la política económica (ex ministros de economía o presidentes del Banco Central), para identificar inspiraciones teóricas o doctrinarias. Más útil desde el punto de vista del objetivo de este trabajo, resulta ignorar los períodos dominados por una coyuntura económica extrema y/o ausencia de poder político, donde el encargado de la política económica no tenía muchas alternativas, y concentrarnos en períodos en los cuales el grado de autonomía técnica y poder político fue mayor. Este punto queda claro al reflexionar sobre los siguientes ejemplos: 1) a comienzos de abril de 1962 Federico Pinedo dejó de vender dólares del Banco Central. ¿Lo hizo porque se inspiró en el “neoliberalismo” o porque el Banco Central se había quedado sin reservas?; 2) ¿por qué, si desde el punto de vista ideológico eran tan distintos, en el plano instrumental se parecen tanto las medidas aplicadas por Pinedo en 1962, y por Celestino Rodrigo a mediados de 1975?; y 3) ¿es posible identificar las respectivas teorías o doctrinas económicas que fundamentan las políticas económicas aplicadas por Emilio Mondelli en febrero y marzo de 1976, o por Jesús Rodríguez a partir de mayo de 1989, cuando ambos llegaron al ministerio de Economía para enfrentar procesos francamente hiperinflacionarios, sin poder político? En la política económica aplicada desde fines de la Segunda Guerra Mundial aparece un caso nítido de relación “doctrina-política económica” (Frondizi); otro donde podría atribuirse una inspiración teórica (Illia); un par de casos donde –en el primero, explícitamente– una teoría racionalizó la acción (tercera presidencia de Juan Domingo Perón, Gelbard); uno donde la atribuida inspiración doctrinaria no existió (Menem); y tres casos difíciles de catalogar (Krieger Vasena, José Alfredo Martínez de Hoz y Juan Vital Sourrouille). Analicemos cada uno de estos casos por separado, sintetizando primero la política económica e investigando después su posible inspiración teórica o doctrinaria.
La política económica de Frondizi y el desarrollismo. La política económica implementada entre mayo de 1958 y marzo de 1962 incluyó la “batalla” del petróleo, instrumentada a través de trece contratos, la promoción de la industria automotriz, implementada a través de la libre instalación de empresas, del hierro, el acero, la petroquímica, el tractor, etc., tipos de cambio libre al comienzo del período y fijado a partir de mediados de 1959, la transformación de la protección aduanera de no arancelaria en arancelaria, la liberación de casi todos los precios, un aumento masivo de salarios seguido de paritarias, la racionalización del sector público, algunas privatizaciones de empresas públicas y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Como dije, en este caso la inspiración es nítida. Consciente de que con la “Declaración de Avellaneda” (de 1945) y Petróleo y política (de 1954) literalmente “no llegaba ni a la esquina”, quien se visualizara como el presidente de la Nación que sucediera a la Revolución Libertadora salió al “mercado” de las ideas para darle contenido a la porción económica de su acción de gobierno. Y entonces Frondizi encontró a Frigerio. “Lo conocí el 6 de enero de 1956.” (Frigerio, 1983), a raíz de la gestión que realizó “un entrañable amigo común, Narciso Machinandiarena.” A partir de ese momento lo apoyó desde el semanario Qué (sucedió en 7 días), “fundado en 1947.” y “relanzado el 23 de noviembre de 1955.” Frigerio fue nombrado secretario de Estado para las Relaciones Económico-Sociales. “El 10 de noviembre de 1958 hubo un planteo militar contra Frigerio. Su imagen era en aquel momento muy atacada. Pasó a desempeñarse como asesor personal de Frondizi, a quien desde entonces visitó en Olivos.”. En el discurso que pronunció el 15 de marzo de 1962 Frondizi mencionó la relación que existió entre Franklin Delano Roosevelt y su asesor Harry Hopkins. Fue la única vez, desde el gobierno, que Frondizi reconoció públicamente el verdadero papel del equipo frigerista”. “La política de sustitución de importaciones de Frondizi coincidió con las recomendaciones de la Cepal, que enfatizaba el desarrollo de los sectores más capital intensivos. También subrayaba la importancia del mercado interno frente a las exportaciones. Pero mientras la Cepal comenzó a promover activamente el Mercado Común Latinoamericano, el gobierno de Frondizi resistió la idea en favor de completar primero dentro del país, el espectro completo de actividades económicas. Otra discrepancia importante con la Cepal era la preferencia frondicista por el capital extranjero privado encarando inversiones de riesgo, frente al énfasis de la Cepal en usar capital público nacional e internacional... Las políticas implementadas por Frondizi y Frigerio eran más realistas que las alternativas propuestas por la Cepal.”
La política económica de Illia y el keynesianismo. La política económica implementada entre octubre de 1963 y junio de 1966 incluyó la anulación de los contratos petroleros, el aumento de los adelantos del BCRA a la Tesorería, la eliminación de los depósitos en moneda extranjera, el establecimiento del control de cambios, el mantenimiento del tipo de cambio real a través de un régimen de crawling peg, la implementación del salario mínimo, vital y móvil, etcétera.
No me consta que esta política económica haya sido inspirada por La teoría general de Keynes.
Aunque podría atribuírsele una inspiración keynesiana, totalmente entendible a la luz de las condiciones iniciales (capacidad instalada ociosa –resultado de la fuerte inversión realizada durante la gestión Frondizi– y mano de obra desocupada), pero prestándole atención al sector externo (ya mejorado durante la gestión de José María Guido, vía la devaluación y la promoción de las exportaciones no tradicionales). Schydlowsky clarifica bien este punto. En sus palabras: “El análisis keynesiano convencional es aplicable a la situación en que el desempleo de la mano de obra y el capital va acompañado por una restricción de las importaciones… Aquí se recomienda una política que es keynesiana en su esencia: gastar los dineros públicos para aumentar el nivel de ocupación y en consecuencia el ingreso, vía un subsidio a las exportaciones industriales”. En los países en vías de desarrollo, y en particular en aquellos que enfrentan restricciones externas, el keynesianismo bien entendido comienza por aumentar las exportaciones.
La política económica de Perón (1946-1952) y la de Gelbard y el populismo. La política económica implementada entre junio de 1946 y comienzos de 1952 incluyó la modificación de la legislación –y sobre todo, de la jurisprudencia– en materia laboral, la centralización del comercio exterior a través del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), la promoción industrial a través de la identificación de las producciones “de interés nacional”, la estatización del Banco Central y de las principales empresas de servicios públicos, el congelamiento de los precios y particularmente de los alquileres y los arrendamientos, la generalización del sistema jubilatorio, y algunas expropiaciones y clausuras de empresas privadas. En tanto que la política económica implementada entre junio de 1973 y octubre de 1974 incluyó el Acuerdo Social, para redistribuir ingresos a favor de los asalariados y eliminar la inflación, lo cual implicó congelamientos generalizados a pesar de aplicar políticas monetaria y fiscal expansivas, la reestatización del Banco Central, etcétera. En el primero de los casos corresponde hablar de racionalización, ya que “el keynesianismo daba el apoyo teórico-económico, con su gran prestigio, para las realizaciones no sólo del peronismo; porque antes comenzaron las Juntas de Granos y Carnes, etc., es decir, los controles, protecciones, en fin, el incremento en la intervención del Estado, que es propio del keynesianismo... El prestigio generalizado del que gozaba el keynesianismo avaló, de algún modo, nuestra política. Si años antes se la hubiera propuesto, hubiera parecido una locura. El New Deal fue la inspiración principal de nuestros proyectos y realizaciones económicas”.
La política económica de Menem y el Consenso de Washington. Por último, la política económica implementada entre julio de 1989 y diciembre de 1999 incluyó el Plan Bonex, la convertibilidad, la reforma del Estado y la emergencia económica, la privatización de las principales empresas de servicios públicos, la desregulación económica, la eliminación de los derechos de exportación, la reforma del sistema previsional, etcétera. Como accidental redactor del capítulo argentino puedo decir que afirmar que la política económica implementada por Menem, Roberto Dromi y Cavallo se basó en el Consenso de Washington es un típico ejemplo de calificar para descalificar. Como bien dijo Vittorio Corbo, actual presidente del Banco Central de Chile: “es un insulto a la inteligencia latinoamericana pretender que las políticas económicas implementadas desde fines de la década de 1980 en nuestros países, fueron inventadas en Washington”. Exactamente lo mismo se puede decir de la política económica implementada por Néstor Carlos Kirchner, y el Consenso de Buenos Aires.
¿Quién se atreve a catalogar las políticas económicas aplicadas por Krieger Vasena (1967-1969), Martínez de Hoz (1976- 1981) y Sourrouille (1985-1989)? Fueron políticas económicas suficientemente complejas como para desafiar inspiraciones específicas (la excepción es la “tablita cambiaria” y el enfoque monetario de la balanza de pagos).
*Economista.