COLUMNISTAS
UN MERCADO DE PASES INCOHERENTE

El peor fútbol del mundo (II)

Ever Banega fue transferido al Valencia en 25 millones de dólares. “Un negoción”, dicen algunos. Banega debutó en la Primera de Boca hace menos de un año, en febrero de 2007. Desde entonces y hasta diciembre, jugó sólo 44 partidos. No está claro lo de “negoción”.

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Ever Banega fue transferido al Valencia en 25 millones de dólares. “Un negoción”, dicen algunos. Banega debutó en la Primera de Boca hace menos de un año, en febrero de 2007. Desde entonces y hasta diciembre, jugó sólo 44 partidos. No está claro lo de “negoción”. A Boca le entra una enorme cantidad de plata y éste podría ser el “negoción”. Pero este Boca, (el de Pedro Pompilio, el de diez años sin elecciones, el que contrata a Riquelme –de casi 30 años– en 9 millones de euros, el “bien administrado” que no pudo retener a Insúa, Bilos, Krupoviesa, Cata Díaz, Abbondanzieri y a Bianchi, por citar los casos más conocidos) vende a un jugador de 20 años en pleno desarrollo. Perfectamente, a Banega puede pasarle lo que le pasó a Gago. Está en ascenso, tiene condiciones para ser un crack de Selección y, de golpe, juega cada tanto, como ocurre con Gago en el Real Madrid. Quizá Banega tenga más continuidad porque el Valencia está en crisis, tratando de reacomodarse en su lugar de tercer o cuarto grande de España. Pero nada se lo asegura. En la diaria, el fútbol argentino está por debajo del español y jugar en Europa es más difícil que jugar en la Argentina. Que acá se peguen más patadas no implica que sea mejor o más difícil, sino todo lo contrario. Ricardo Bochini –símbolo de un fútbol nacional bastante mejor que el actual– prefería que le hicieran hombre a hombre o que salieran a golpearlo. “Eran las tardes en las que me hacía un festín”, recuerda permanentemente.
Ahora, Boca intenta conmover el mercado con la llegada de Lucas Castromán, que acaba de ser dado de baja del América de México. Se sabe que México no es, justamente, un espejo en el que deberíamos mirarnos, en cuanto a táctica, estrategia y técnica. Y México se desprende de un jugador que, en su momento, estuvo hasta para la Selección y que hoy intenta volver a ser el que fue. Pero lo intentará en Boca, el club más popular de la Argentina. Acá es en donde lo de Banega no es un “negoción”. En Clarín del jueves 3 de enero, se dice que “nos ilusionaremos con más Banegas y Belluschis”. ¿Para qué? ¿Para que jueguen en Valencia o en el Olympiakos? No, gracias, prefiero tener ilusiones de otro fútbol, de una fiesta de domingo con figuras reales y no con las sobras de los negocios de Pompilio, Macri, Aguilar o Israel.
River hizo otro tanto, aunque más complicado y menos claro. Lo hizo a lo Aguilar. Transfirió a Fernando Belluschi al Olympiakos de Grecia. Pero esta administración de River no puede tener nada derecho, todo es muy sinuoso. El 40 por ciento del pase de Belluschi es de River, el otro 40 es de un grupo empresario y el 20 restante es de… ¡la AFA! Increíble. O no. Newell’s le debía dinero a la AFA y le pagó con el pase de Belluschi. Ahora, River le vendió el 25 del 40 a los griegos y se quedó con un 15 y negocia con la AFA por el 20, y el 40 de los desconocidos de siempre da vueltas… Es una vergüenza, como todas estas triangulaciones lisérgicas a las que el dúo Aguilar-Israel nos tiene acostumbrados. Ahora, que la AFA tenga el pase de un jugador o acepte el pase de un futbolista como parte de pago es la cara terrible de un fútbol pauperizado con el correr de los días, ya no de los años.
Pero los de la Banda Roja también “sacudieron el mercado”. Contrataron a Sebastián Abreu, delantero de 31 años que pasó hace ya mucho tiempo por San Lorenzo y que viene de México. ¿River y la Federación Mexicana no estaban enemistados por aquel pase frustrado del Tecla Farías al Cruz Azul? Sí, claro, pero se arregló con perdón y plata. Todavía no conocen del todo bien a Aguilar-Israel en la tierra de Pancho Villa. Abreu juega bien y seguramente le irá bárbaro aquí, sobre todo en términos de marketing.
Lo realmente doloroso es que River ya no produzca Ortegas, Saviolas ni Aimares, ya que está de moda pluralizar apellidos en columnas de diarios importantes. Ni siquiera produce Almeydas, Astradas o Zapatas.
Independiente, por su parte, está luchando a brazo partido para traer a Humberto Suazo, delantero chileno, ex Colo Colo de Borghi (equipo al que una buena parte de la prensa argentina cree una reencarnación del Ajax de Rinus Michels), a quien en el Monterrey de México (sí, México otra vez) no quieren ni verlo. El club que preside Julio Comparada está metido en una operación triple con Colo Colo y el Monterrey que al Rojo le saldría 5 millones de dólares. Está bien que Suazo es titular en la selección chilena, está bien que está en una edad con valor de reventa y también está bien que un club argentino haga una apuesta para arriba. Pero, ¿no les llama la atención que a Suazo no le haya ido bien en un fútbol como el mexicano, que como mínimo, es de segundo orden? En México les fue muy bien a jugadores argentinos bastante menos promocionados que Suazo. Basta con nombrar a Damián Alvarez y a Matías Vuoso.
La última vez que abrí un diario vi que Pedro Pompilio, flamante presidente de Boca, podría dejar de serlo por no presentar los avales a tiempo. Sí, Pompilio, el mismo que vendió a Banega y tal vez traiga a Castromán. El mismo.
Pero basta ya por hoy. ¿No les parece demasiado?