“El objetivo es que las mujeres se retiren de la vida pública, que se replieguen”, dijo la extitular del Inadi y actual subsecretaria de Análisis y Seguimiento Político Estratégico de la Provincia de Buenos Aires, Victoria Donda, en respuesta a las críticas sobre su nuevo cargo. Aunque las réplicas a sus tuits o los comentarios de lectores de Página/12 verifiquen que hay objeciones de propios, ajenos, mujeres y hombres, ella propone una lectura diferente, en la que es blanco de la discriminación de género, los intereses de “la derecha” y los “medios hegemónicos”.
No hay nada raro en que una figura política señale operaciones opositoras en su contra, porque son cosa de todos los días. Pero vale la pena preguntarse por qué se habla de una discriminación que iría en contra de todas las mujeres públicas cuando se cuestiona la trayectoria política de una en particular, de un modo distinto al usado, por ejemplo, por Pichetto contra Ayelén Mazzina. ¿Son en todos los casos sexistas las impugnaciones a la gestión de una mujer? ¿Abonan por la ausencia de mujeres en la dirigencia quienes detestan a unas, pero idolatran a otras?
En tiempos en los que biopics y distopías son furor, sería interesante ver una ficción en la que Donda deja toda polémica atrás, haciendo girar la trama de su vida hacia horizontes en los que todo son aplausos: convertida en influencer o couch, los tuits y comentarios descalificatorios se trasforman en monetizables likes. Usuarios ávidos por conocer su secreto para estar incluida, desde hace casi veinte años, en los vaivenes del poder, la siguen con la ilusión de llegar a hacer lo mismo. El final queda a cuenta del lector.
