—¿Cómo están las cosas entre el vicepresidente y el matrimonio presidencial? –preguntó el periodista.
—De la misma manera que están las cosas entre el Burrito Ortega y el Cholo Simeone antes de la gestión del presidente de River José María Aguilar –fue la respuesta cortante del radical K que supo ser un entusiasta defensor de la concertación plural-singular de los Kirchner.
—Sí, es así, pero con una diferencia: Julio Cobos no tiene ni tuvo la más mínima intención de irse a Estudiantes de La Plata –agregan con firmeza e ironía desde el entorno vicepresidencial.
Lo cierto es que las cosas se le han puesto complicadas al vicepresidente. La relación con los Kirchner y los miembros del Poder Ejecutivo ha empeorado notablemente desde el mismo momento en el que el ingeniero Cobos decidió tener protagonismo en esta lucha sin cuartel en la que se ha transformado el conflicto entre el Gobierno y el campo.
La idea de dar participación al Congreso la tuvo al vicepresidente como un fogonero firme ya que él vio venir el callejón sin salida hacia el cual se dirigía esta crisis. La carta pública de su autoría, en la que señaló la necesidad de diálogo entre las partes, fue digerida con dificultad por Cristina Fernández de Kirchner y por su marido.
La decisión de Cobos de elevar el nivel de su protagonismo con la convocatoria a los gobernadores de las provincias afectadas por la ya tristemente célebre Resolución 125, fue simplemente inaceptable para el Gobierno del cual pretende formar parte.
“Si lo conocieran mejor, ni Néstor ni Cristina se habrían visto sorprendidos por la actitud de Cobos. Julio es un ingeniero y, por lo tanto, sabe perfectamente lo que significa llevar adelante un proyecto. Además, como todo buen ingeniero, no para hasta llegar al final de su obra. Por otra parte, recuerden que el vicepresidente obtuvo la misma cantidad de votos que la Presidenta. En consecuencia, su legitimidad es tan genuina como la de la Dra. Fernández de Kirchner”, afirman desde su entorno quienes lo conocen a Cobos desde sus tiempos de decano de la Facultad Regional de Mendoza de la Universidad Tecnológica Nacional.
“La posición de Julio fue siempre clara ya que pasados unos días desde el inicio del conflicto, él les advirtió a los ministros y a la Presidenta que, de mantenerse la postura oficial, la disputa se agravaría.” “No te preocupes, Julio, esto en unos días se arregla”, fue todo lo que recibió por respuesta.
“Aun así y teniendo en cuenta el antecedente del caso Rovira en Misiones, tras el cual Néstor Kirchner cambió de posición y se bajó del proyecto de reelección de los gobernadores, Cobos tuvo la esperanza de que también aquí el Dr. Kirchner modificaría su posición”. Está claro que, esta vez, se equivocó.
El martes 24 Cobos estuvo con fiebre y en cama. Nadie del Gobierno lo llamó. Fue el resultado de la decisión de marginarlo de todo, tomada por el matrimonio presidencial luego de la famosa reunión con los gobernadores convocada por el vicepresidente. A esa reunión asistieron, finalmente, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, el de Santa Fe, Hermes Binner y el de San Luis, Alberto Rodríguez Saá. Los gobernadores kirchneristas, algunos de los cuales habían manifestado su predisposición a asistir, recibieron una orden tajante de no hacerlo. La orden partió del ex presidente en funciones con el acuerdo de su esposa, la Presidenta.
Esta actitud despreciativa de los Kirchner hacia el vicepresidente no es nueva. Cuando ocupaba ese cargo, Daniel Scioli lo sufrió en carne propia. La única forma que tuvo de tener alguna figuración fue la creación de los premios con que el Senado distinguió a personalidades de la Argentina, cosa que, varias veces, mereció la sorna de ministros de Néstor Kirchner. De ahí que haya resultado altamente contradictoria la actitud del ahora gobernador de la Provincia de Buenos Aires de no acudir al convite de Cobos.
Nota al pie: Como dijo el entonces diputado Estanislao Zeballos en un célebre debate: “La vicepresidencia de la República es una institución nueva en el derecho constitucional, que nace con la Constitución de los Estados Unidos. No tiene antecedentes en el derecho público monárquico e imperial de Europa, si no fuera en la institución de los virreyes”.
En las monarquías, en caso de enfermedad grave, abdicación o fallecimiento del monarca, su reemplazo se produce automáticamente por quien sigue en la línea sucesoria. Se evita así cualquier riesgo de vacío de poder.
La idea del vicepresidente fue originaria de la Constitución de los Estados Unidos.
Por todo lo antepuesto, es que las funciones del vicepresidente son realmente pocas.
En efecto, la Constitución Nacional establece que son atribuciones del vicepresidente las de presidir el Senado, votar sólo en caso de un empate en la votación por la aprobación de un proyecto de ley y la de reemplazar al presidente en caso de que éste salga del país, padezca una grave enfermedad que le produzca una severa invalidez, renuncie o fallezca.
La historia argentina es muy rica en episodios que le dieron al vicepresidente un protagonismo máximo. Tres vicepresidentes se hicieron cargo de la primera magistratura como consecuencia de la renuncia del presidente. Ellos fueron Carlos Pellegrini, quien reemplazó a Miguel Juárez Celman tras la crisis de 1890; José Evaristo Uriburu, en 1893, quien asumió al renunciar Luis Sáenz Peña; y Ramón S. Castillo, quien sucedió a Roberto Marcelino Ortiz en 1942.
Otros tres vicepresidentes accedieron a la presidencia por fallecimiento del primer magistrado. Se trató de José Figueroa Alcorta, quien sucedió a Manuel Quintana en 1906; Victorino de la Plaza, quien asumió en lugar de Roque Sáenz Peña en 1914; y María Estela Martínez de Perón, quien sobrevino al general Juan Domingo Perón en 1974.
Hubo un presidente que se hizo cargo de la presidencia por ausencia del primer magistrado. Fue el caso de Marcos Paz quien tuvo que ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo durante el tiempo en que el general Bartolomé Mitre se trasladó al campo de batalla para comandar al Ejército Argentino que participó en esa absurda contienda bélica que fue la Guerra de la Triple Alianza en la cual la Argentina,el Uruguay y el Brasil enfrentaron al Paraguay.
Dos vicepresidentes fallecieron. Uno en el ejercicio del cargo, Marcos Paz, hecho que obligó a Mitre a regresar del frente para reasumir la presidencia. El otro fue Hortensio Quijano, vice electo de Perón para un segundo gobierno a quien Evita apodaba “Mar Caspio” por su caspa profusa, quien falleció antes de asumir.
Finalmente hubo vices que renunciaron al cargo. Uno fue Alejandro Gómez en el gobierno de Arturo Frondizi; el segundo fue Eduardo Duhalde durante la primera presidencia de Carlos Menem; y el tercero, Carlos “Chacho” Alvarez en la administración de Fernando De la Rúa
Julio Cobos ha dicho que no es ni Scioli ni Chacho Alvarez. Una salida a lo Chacho Alvarez sería tremenda para la salud institucional del país. El primer perjudicado, paradójicamente, sería el gobierno de los Kirchner que hoy tanto castiga a su vice.
El vicepresidente ha hecho saber que se debe buscar una solución al conflicto a través del consenso. Es justo lo contrario de lo que quieren los Kirchner a quienes sólo les importa vencer. Para ellos esto es como la guerra del fin del mundo.
En el radicalismo K, en donde el desencanto con la concertación plural-singular con la que los ilusionara el matrimonio presidencial va en aumento, hace rato que estaban esperando un gesto público en el que Cobos se diferenciara de la dirección y las formas que viene adoptando la administración kirchnerista.
La concertación es historia. “No estamos de acuerdo con el estilo de conducción despótico de Néstor Kirchner”, han expresado por estos días algunos de los radicales K que habían apostado a la ya olvidada transversalidad kirchnerista.
Las cosas no están nada mejor por el lado del justicialismo K. El desbande es ya indisimulable. Este fin de semana habrá sido tremendo para muchos de los diputados del Frente para la Victoria que no están de acuerdo con la obcecada actitud del matrimonio presidencial en seguir adelante con este tema de las retenciones móviles con una intransigencia que, según creen, terminará siendo suicida. “No sabemos hacia dónde nos quieren llevar”, expresan muchos de estos diputados.
“Sabemos que Néstor Kirchner en persona los va a llamar para ofrecerles, salvo la vida eterna, de todo”, es el comentario que se escuchaba el viernes por la noche en el entorno del bloque oficialista. Muchos se estremecieron ante esto. No es para menos. La fuerza del pasado nos devuelve el recuerdo de la Banelco para la escandalosa aprobación de la Ley de Flexibilización Laboral.
El destemplado discurso del jueves pasado del ex presidente en funciones en la Asociación Bancaria fue una muestra de esa presión y de los problemas que hay en el oficialismo.
Hoy, al oficialismo, los votos no le dan. A Néstor Kirchner y a su esposa les importa poco. Esto es matar o morir.
Para completar el panorama, hay que decir que la oposición tampoco ha tenido un comportamiento destacado. Está claro que hay allí una falta de liderazgo impresionante.
La semana tuvo el aditamento del carpódromo en la plaza del Congreso y de las sesiones de las comisiones en las que abundó el grotesco.
Lo cierto es que recién sobre estas horas se está trabajando sobre la elaboración de un proyecto alternativo al del Poder Ejecutivo. Esto es fundamental porque si, llegada la hora de la votación sobre el proyecto del oficialismo, éste perdiera y no existiese un proyecto alternativo, la Resolución 125 seguiría vigente como hasta ahora.
—¿Qué pasaría entonces?
—La gente volvería a las rutas –es la respuesta contundente y unánime que surge desde las provincias.
Eso es lo que van a expresar esta semana ante los legisladores del oficialismo unos 500 intendentes de distintos partidos políticos de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, angustiados por una realidad que los desborda. En todos ellos, tal vez, anide un clamor: es hora de volver a Perón cuando, citando a Aristóteles, señalaba que “la única verdad es la realidad”.
Producción periodística: Guido Baistrocchi con el aporte de Laura Bartolome.