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la pelea gobierno-cgt cambia el mapa politico

El sinsentido de Moyano

El enojo del camionero, la falta de apoyo al paro y las negociaciones para mantener una paz ficticia. Encuestas y el fantasma de Vandor.

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El enojo de Moyano era y es con el Gobierno.” Así resume una voz del sindicalismo lo que ha pasado y lo que sigue sucediendo en estas horas tensas entre el secretario general de la CGT y la administración de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. “De este exhorto de la Justicia suiza ya se habían hecho eco el jueves anterior al acto de Huracán varios dirigentes sindicales; el rumor de pasillo decía que algo estaba por pasar con Covelia y que eso iba a involucrarlo a Moyano”, completa esa misma fuente. De ahí que por esas horas, para sorpresa de muchos, desde la máxima conducción de la Confederación General del Trabajo se le dio aire a la idea de una foto de unidad –que había buscado incluir hasta al mismísimo Luis Barrionuevo– como forma de respaldar al líder camionero ante el acecho judicial que lo perturba cada vez más.

El impacto político que produjo el resultado de la elección a gobernador en la provincia de Catamarca –un verdadero batacazo favorable a la Presidenta– le bajó el perfil a lo sucedido en ese acto del viernes 11 de marzo. Ya desde allí, el malestar de Moyano con el Gobierno se hizo evidente a través de su ruidosa ausencia. Por medio de mensajes en las redes sociales, Facundo, uno de los hijos de líder camionero que está a cargo del manejo de la Juventud Sindical Peronista, hizo saber de su disgusto por el hecho de que no se le hubiera reconocido que su agrupación movilizó más gente que la de los jóvenes de La Cámpora, quienes, como se sabe, vienen siendo los recipiendarios de un creciente favoritismo presidencial que genera tensiones y recelos al interior del Gobierno. Eduardo de Pedro, su líder, de estrecha cercanía con el subsecretario de Justicia de la Nación, doctor Alejandro Julián Alvarez, tiene un acceso directo y privilegiado a la Presidenta.
La semana ya venía mal para Hugo Moyano desde el vamos; para ello concurrieron la decisión del juez federal Claudio Bonadío de ampliar la investigación en la causa en la que Oschoca (Obra Social de Choferes de Camiones) está sospechada de haber defraudado al Estado en unos 400 mil pesos a través de cobros de reembolsos indebidos por la adquisición de medicamentos oncológicos. La ampliación determinada por el doctor Bonadío busca dilucidar si a aquella sospecha de delito se le sumó la de posible administración fraudulenta. La causa, hay que recordar, complica a la actual esposa de Moyano, Liliana Zulet, y a su hija. A la manera de frutilla de un postre indigesto, a Moyano lo castigó duro la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo. “Hay una persona con la que nunca me voy a sentar y que el Gobierno lo sabe. Yo, a Moyano, lo quiero tener bien lejos”, fueron los lapidarios términos expresados por Hebe de Bonafini.

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El magistrado suizo que ha pedido el exhorto lo ha hecho en base a información que partió desde aquí. Y esa información es la que lleva a Moyano y a las sospechas sobre su relación con la empresa Covelia, dedicada a la recolección de residuos. “No tengo un carajo que ver con Covelia”, dijo con tono destemplado el líder sindical en su conferencia de prensa en la tarde del viernes, en la que anunció, para sorpresa de varios de sus mismos compañeros, el levantamiento del paro. Esta fue la segunda vez en la larga trayectoria del dirigente gremial en la que debió dejar sin efecto una medida de fuerza; en aquella ocasión –el 29 de mayo de 2002, durante el gobierno de Eduardo Duhalde– la razón por la que el paro se postergó fue la del “mal tiempo” (sic).

La reunión del viernes por la tarde en la CGT no fue fácil. El número de dirigentes sindicales y de gremios que estaban en contra de esa disparatada medida era ciertamente grande. “¿Dónde se ha visto que tengamos que hacer un paro destinado a defender los intereses de una empresa?”, reflexionaba uno de los asistentes a esa acalorada reunión.

La situación de Covelia da pie para todo tipo de sospechas. De ello puede dar cuenta el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, quien al asumir el cargo se encontró con un contrato leonino con esa compañía que ponía en serios aprietos las arcas públicas del distrito. Cuando Gray quiso modificar eso, vivió un infierno que culminó con un camión de recolección de residuos de la Municipalidad quemado. El intendente tuvo que capitular y aprobar la continuidad de la cuestionada empresa.

Covelia fue beneficiada por el gobierno de Daniel Scioli con una reducción de la alícuota de Ingresos Brutos, que del 3% bajó al 1,5% –insólita medida para una administración que después debe ir de rodillas a mendigar los aportes de la Nación–. Curioso beneficio para una empresa que, según se expresa en una denuncia del diputado de la Coalición Cívica Walter Martello, que toma como base lo publicado en los diarios Tiempo Argentino y Miradas al Sur, transfirió al exterior las sumas de 3.369.688 pesos en 2008 y de 3.034 .000 pesos en 2009 en sus respectivos equivalentes en dólares.

La lectura del exhorto de la Justicia suiza es muy clara, tal cual lo expone PERFIL en su edición de hoy. De allí surge que, efectivamente, hay sospechas sobre una maniobra de lavado de dinero que recaen sobre los titulares de Covelia, Ricardo Rubén Depresbíteris, y su esposa, Elvira Mete, pero que se extienden también sobre Hugo Moyano y su hijo Pablo. Así, esto desmiente lo expresado por algún funcionario del Gobierno, quien, en su desesperación por apaciguar al líder camionero, le dijo que su nombre no aparece mencionado en la rogatoria.
En el Gobierno, el sinsentido de la reacción de Hugo Moyano alarmó. Es que, más allá de los discursos tratando de demostrar lo contrario, el paro frustrado fue interpretado como un reclamo dirigido en su contra; un solo detalle lo demuestra: la manifestación tenía como destino la Plaza de Mayo.
El Gobierno salió a pedir encuestas de opinión pública para ver cómo caía esto y cómo lo afectaba. Se encontró con lo obvio: no sólo caía mal sino que también lo dejaba mal parado.
Puestos ya a divagar y ver cómo tapar esto, tanto desde el entorno del secretario general de la CGT como desde distintas usinas gubernamentales, se dio rienda suelta a las teorías conspirativas que, como siempre, pasan por la CIA y Clarín. Mientras tanto, en el mundo de lo real, el procurador de la Nación, doctor Esteban Righi, cumplió como un soldado y puso su poder al servicio del Gobierno, con el objeto de frenar la causa.

En toda esta historia hay algo significativo que no puede soslayarse: las ambiciones políticas de Moyano. Su idea de emulación de la figura de Lula lo ha llevado a traspasar un límite que, hasta aquí, sólo había sobrepasado un solo dirigente sindical: Augusto Timoteo Vandor. Vandor, convencido en algún momento de su vida de que Perón no volvería nunca más al país, no sólo impulsó fervientemente la idea del peronismo sin Perón sino que se creyó su sucesor. Lo de Vandor originó enormes tensiones dentro del peronismo que tuvieron un trágico y repudiable final.
En la esfera política del Partido Justicialista, la figura de Moyano genera amplios rechazos. No por nada la mayoría de los intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires le vaciaron aquella reunión del consejo partidario en La Plata, cuando había sucedido al convaleciente vicegobernador Alberto Balestrini.
El fallecimiento de Néstor Kirchner ha producido una alteración en la ecuación que equilibraba las tensiones dentro de los distintos sectores del oficialismo. La predilección que la Presidenta viene demostrando por La Cámpora y otros exponentes del así llamado kirchnerismo duro ha hecho que esas tensiones comiencen a aflorar. “No nos van a desunir”, dijo el viernes la Presidenta en alusión a la difícil situación planteada por Moyano durante las febriles horas de ese día agitado. Entonces, alguien del Gobierno se sinceró: “Ruptura no habrá; amor, tampoco”.

Producción periodística: Guido Baistrocchi