COLUMNISTAS
Incertidumbre y RECESION

El síntoma del “día después”

El país encara una delicada situación económica, sin atisbar una reversión de cierto peso, que coincide con un período preelectoral. Esto supone algunas cosas. Por de pronto, que en lo inmediato, hasta el día de las elecciones, “estamos jugados”: lo que está está.

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El país encara una delicada situación económica, sin atisbar una reversión de cierto peso, que coincide con un período preelectoral.

Esto supone algunas cosas. Por de pronto, que en lo inmediato, hasta el día de las elecciones, “estamos jugados”: lo que está está. Son improbables grandes decisiones. El Banco Central tratará de confirmar cierto control de la divisa, lo que es obtenible, más allá de algún ajetreo. Se insistirá con la obra pública nacional para dar algún aliento a la actividad. Se contendrán importaciones. El precio de la soja, por ejemplo, puede arrimar algún respiro; igual un tipo de cambio que es algo más realista, aunque no lo bastante. Pero, en esencia y más allá de algún altibajo, el cuadro económico básico persistirá retraído. En paralelo, en tanto un cuadro así se arraiga, es probable que el estado del empleo se tensione algo más, con mayores despidos “hormiga” y más “retiros voluntarios” instigados. Por su lado, el superávit comercial externo se defiende y no cae al estilo de los peores augurios, en gran medida, aun y como “consuelo de tonto”, porque la desaceleración económica es ruda. Además, incide la política de contención de importaciones. Aquí hay que tener cuidado de no meter en la misma bolsa importaciones ineludibles para producir y exportar, lo que molestaría la generación de divisas y el empleo.

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La cuestión, entonces, es que la realidad económica es compleja, incluidos los mayores temores acerca del empleo. Sí cabe afirmar que enfrentaríamos lo que en la jerga se denomina una “recesión tranquila”, a salvo de estridencias tales como un colapso bancario, un agotamiento de reservas y un estallido cambiario. Claro que, este mismo fenómeno, en cierto orden, motiva una visión muy conservadora en lo relativo a un mayor aporte del crédito en la faz productiva.

Asumido un cuadro económico duro, lo que, a la vez, fastidia adicionalmente, es la sensación de incertidumbre sobre el rumbo futuro, lo que sigue, en más o en menos, succionando dólares. Es obvio que el gran ciclo expansivo de 2003 (2002)-2007 acabó y que el modelo competitivo productivo que fungía como su matriz de respaldo se diluyó.

Ahora bien, si fuera verdad que de cara a los comicios estamos jugados, más allá de las especulaciones sobre el tono anticipatorio de las expectativas, lo que surge con fuerza es el síndrome del “día después”. O sea: a partir del 29 de junio presionará fuerte el gran reto urgido por la delicada situación económica, siempre mirando de reojo al curso de la economía mundial. En todo esto se plantea una disyunción. Porque una forma de encarar las cosas es arrancando de la consideración del paisaje político post comicial, sujetando lo económico a un extremo posibilismo, definido por el grado de complejidad de ese paisaje. En el límite de esa visual, en tanto la complicación económica en curso se asocia con cruciales retos que asoman sobre el rumbo de distintas variables –cambiaria, monetaria, crediticia, laboral y de ingresos, fiscal, de financiación externa, etc.–, podríamos caer en crasas estrecheces de maniobrabilidad politicoeconómica ante tales retos, rematando en un dañino estadio de anomia económica general.

Desde ya, hay otra mirada factible, menos atada al posibilismo político mencionado, que apunta a lo que correspondería hacer en lo económico atendiendo al peso mismo de las arduas circunstancias. Entonces, por de pronto, habría que evitar a toda costa la anomia. En tanto opciones, puede circular la seguidista, apostando a alguna ayuda externa poco condicionada, que permita eludir adecuaciones serias, lo que no luciría muy sostenible; o la del ajuste ortodoxo, que parecería agravar los costos en danza. Lo preferible es intentar reponer la matriz que respaldó el éxito de 2003 (2002)-2007, buscando aliviarla de los errores cometidos.

De todos modos, la moraleja de esta segunda mirada señala que necesitamos, sí o sí, fijar un rumbo económico estricto después de los comicios. Esta mirada puede pecar de ingenua, pero, en ocasiones la ingenuidad… ¡paga!


*Economista.