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El Sr. Bellatin y su psicoanalista

En una película argentina inédita, que seguramente hará furor en el próximo Bafici, se cuenta una buena historia sobre Mario Bellatin. Hace unos años, cuando el escritor residía en Perú y era casi desconocido, inició un tratamiento con una psicoanalista lacaniana (por supuesto, argentina).

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En una película argentina inédita, que seguramente hará furor en el próximo Bafici, se cuenta una buena historia sobre Mario Bellatin. Hace unos años, cuando el escritor residía en Perú y era casi desconocido, inició un tratamiento con una psicoanalista lacaniana (por supuesto, argentina). La mujer se propuso investigar con él la posibilidad de violar uno de los dogmas fundadores de su oficio: la retribución en dinero. Así fue como Bellatin, en lugar de pagar en efectivo las sesiones, las intercambiaba simbólicamente por los borradores que escribía por entonces. Pasó el tiempo, el escritor se hizo famoso y esos textos adquirieron un valor monetario que no tenían en su momento. Pero la psicoanalista, para cumplir con el pacto no remunerativo de la terapia, los entregó gratuitamente a un editor, lo que hace suponer que los manuscritos verán la luz en los próximos meses.
La psicoanalista nació en Rosario, se llama Laura Benetti y sigue viviendo en Lima, pero se reencontrará con Bellatin dentro de unas líneas. Este se mudó a México donde había nacido en 1960 de padres peruanos y allí, desde hace varios años, dirige la Escuela Dinámica de Escritores (EDDE). En relación con ella, se acaba de publicar un libro llamado El arte de enseñar a escribir, que funciona como una memoria de lo ocurrido en la EDDE a lo largo de dos años. En el prólogo, Bellatin explica el propósito y el modo de funcionamiento de la escuela, que parte de la premisa de que no se puede y no se debe enseñar a escribir. La regla de oro del establecimiento es que los estudiantes tienen prohibido escribir para la escuela y hablar en ella de su propia producción. Es decir, estamos en las antípodas de un taller literario, esos lugares donde “el maestro da reglas fijas y la imaginación del alumno se paraliza”, en palabras que el libro transcribe de Sergio Pitol, uno de los profesores de la EDDE. Según Bellatin, “la escuela debe servir solamente como una suerte de detonante, capaz de hacer que cada quien se enfrente, de manera solitaria, con su propio trabajo”. El ambicioso objetivo es acercarse a “las fronteras, donde de algún modo se desdibuja aquello que conocemos como literatura y se forma un cuerpo en el cual el ejercicio de la escritura toma la categoría de práctica artística”.
La EDDE “trata de escapar de los cánones tradicionales del pensamiento” y así es como repudia el taller literario, pero también la práctica académica. Allí no existen programas de estudio, ni cátedras, ni un cuerpo permanente de profesores. Es un espacio vacío (“como el vacío que sustenta el arte”), que se ocupa circunstancialmente con los alumnos, cuyos profesores rotan a lo largo de las semanas. Los que enseñan no son exclusivamente escritores, sino también artistas de otras disciplinas y también editores, críticos, funcionarios culturales, monjes budistas o psicoanalistas, entre otras profesiones. En el libro se incluyen testimonios sobre la escuela de quienes dieron cursos recientemente y luego, una breve descripción de los mismos. Así es donde reaparece, por partida doble, Laura Benetti, heroína secreta de este relato. Un texto suyo, de un lacanismo abrumador y un título enigmático (Hesycaste), inaugura la parte testimonial. Más adelante, aparece una síntesis de su curso titulado “Hostilidad y siniestro”, cuya bibliografía es Lo siniestro, el célebre artículo de Freud. Por definición, se trata de “una dimensión del ser que se encuentra también en la literatura”. Siempre según Benetti, “Lo siniestro, como recurso en cualquier trama narrativa, le otorga al discurso un efecto de perplejidad. Viene desde afuera y es vivido por el sujeto como una presencia imposible de desatender”. Se me ocurre que un perfecto ejemplo del concepto de lo siniestro, de aquello que resulta imposible de desatender cuando se presenta, son las anomalías físicas de las personas. Como se sabe, Bellatin es manco de nacimiento.