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El tiempo es rey

Así como los números que brinda el Gobierno sobre la evolución de la economía, aun los verdaderos, son una foto del pasado (las exportaciones y el PBI en los doce meses de 2008 crecieron pero en enero están bajando porque llegó la crisis), las encuestas y los estudios de opinión también reflejan el pasado. O el presente, que son las huellas del pasado, y que “ya no es” o apenas “es el límite entre el pasado y el futuro”, como decía André Comte-Sponville en su tratado sobre el tiempo.

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Así como los números que brinda el Gobierno sobre la evolución de la economía, aun los verdaderos, son una foto del pasado (las exportaciones y el PBI en los doce meses de 2008 crecieron pero en enero están bajando porque llegó la crisis), las encuestas y los estudios de opinión también reflejan el pasado. O el presente, que son las huellas del pasado, y que “ya no es” o apenas “es el límite entre el pasado y el futuro”, como decía André Comte-Sponville en su tratado sobre el tiempo.
Hoy las encuestas indican que Cobos, Scioli y Macri fueron los políticos con mayor aprobación durante 2008, junto con Reutemann, que se sumó a los presidenciables recientemente. Con matices, Scioli, Cobos y Reutemann parecen cortados por la misma tijera a la hora de asumir el riesgo de cualquier definición que contradiga lo que la gente quiere oír. Macri no era así en 2003 cuando, quizá por eso, perdió la elección frente a Aníbal Ibarra. Pero debido a la prédica incansable de su asesor y experto en campañas políticas, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, ha ido moderando su discurso también en sintonía con lo que las encuestas indican que la gente quiere escuchar.
Hoy la sociedad aplaude a los políticos conciliadores porque es la forma de oponerse al estilo agresivo de Néstor Kirchner, de la misma forma que en 1999 aplaudía la moderación de De la Rúa después de padecer los excesivos dos períodos presidenciales de Menem. Por lo mismo, hoy la sociedad penaliza a Carrió, quien mantiene una alta aprobación pero un crecimiento de su imagen negativa, por tener un estilo agresivo y en ese aspecto, parecerse a Néstor Kirchner. También hay dos Solá, el callado y adaptativo de 2005 y el actual todavía en construcción. Y dos Cristinas, la de la campaña en 2007 que transmitía representar un ciclo de diálogo y tolerancia y la que luego se reveló como Presidenta. En el presente, para ser un buen candidato hay que transmitir un ánimo conciliador y tener la flexibilidad emocional para acomodar el pensamiento a las necesidades. No sólo no hace falta ninguna definición ideológica sino que hasta podría ser perjudicial para el candidato tenerla, o si la tuviera, expresarla. Un político íntegro, entendiendo el término literalmente: que es de una sola pieza, alguien sin dobleces, corre el riesgo de desarrollar una imagen negativa alta que, como se sabe, en los ballotages es peor que tener baja la imagen positiva.
Este es el presente, ¿pero será así en 2011, cuando se tenga que votar a presidente? En rigor, el presente, para ser presente, es algo que no vuelve. No hay tiempo sin cambio. San Agustín decía que había tres presentes: “el presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la intuición y el presente del futuro es la espera”. ¿Como es –entonces– el presente del futuro?
Para anticiparlo vale la pena ayudarse con la matriz que ilustra esta página, donde se ordena a los candidatos sobre la base de vos vectores y sus antónimos: agresivo-conciliador y acomodaticio-íntegro. Con la excepción de Carrió, todos los candidatos con alta aprobación se encuentran en el cuadrante que comparte los atributos conciliador-acomodaticio. Esa coincidencia demuestra que la sociedad tanto valora hoy la conciliación, que hasta está dispuesta a colocar en un segundo plano la eventual falta de consistencia en ideas políticas.
Pero Comte-Sponville decía que “vivir el presente no es renunciar al porvenir. ¿Cómo actuar si prever, sin imaginar, sin anticipar? No hay que pensar el porvenir porque exista. Por el contrario, hay que pensarlo porque no existe y depende así, por lo menos, en parte de lo que pensamos y queremos. Por eso imaginación, anticipación, prudencia y voluntad son tan necesarias”.
¿Serán más exigentes los argentinos y demandarán de los candidatos a presidente que además de ser conciliadores sean íntegros? Después de la experiencia de De la Rúa, ¿por qué conformarse con un solo atributo, aunque la persona sea en ese punto el mejor?
La matriz que ilustra esta página sirve al mismo tiempo para ilustrar el gran problema de la política argentina: está totalmente vacío el cuadrante “íntegro-conciliador”. Seguramente Cobos no estará de acuerdo con esta calificación y él mismo se colocaría en el cuadrante más virtuoso. La propia Cristina Kirchner como candidata en 2007 ilusionó a muchos con aunar integridad con conciliación.
Otra posibilidad es que sólo en el presente la sociedad valore la actitud conciliadora por sobre las demás, pero llegado el momento de las urnas prefiera un presidente con mayor dosis de agresividad y, recordando nuevamente la experiencia de De la Rúa, si hubiera que elegir entre personas con uno solo de los dos atributos, en ese caso, se incline por quien le asegure autoridad aun a riesgo de padecer como efecto secundario algo de autoritarismo. En ese caso, Carrió estaría mejor posicionada. En los momentos de crisis se tiende a valorar más el coraje que los modos.
Pero en cualquiera de los casos lo importante es comprender que esta foto de la política actual no será la misma en 2011. San Agustín decía que el presente no es nada porque sólo es dejando de ser: “Si el presente estuviera siempre presente, si no fuera a reunirse con el pasado, ya no sería tiempo, sería eternidad”.
Eternidad es, en términos políticos, lo que nos separa de 2011. Cuando este presente se vaya a reunir con el pasado, otra Argentina emergerá. Algún día nos va a tocar un presidente íntegro y conciliador como Brasil tuvo con Cardoso, Chile con Lagos y la propia Argentina en los primeros años de Alfonsín.

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