Adivinen quién dijo esto:
“El Partido Radical es una gran fuerza que perdura y que es poderosa. Pero su dirección es anticuada. Se trata de una fuerza utilizable, siempre que podamos encauzarla de manera que coopere con nuestra obra. Estamos ocupándonos de ello y tenemos confianza en el éxito”.
¿Lo dijo Néstor Kirchner, al diseñar el armado de la denominada Concertación Plural?
¿Fue Cristina?
¿Alguno de los pocos estrategas de ambos, acaso?
Frío, frío...
La frase lleva el copyright de Juan Domingo Perón. La registró allá por 1944, aún coronel y secretario de Trabajo y Previsión, en un discurso breve y premonitorio pronunciado ante oficiales jóvenes del Ejército Argentino.
Y vaya si tuvo éxito, el General: sin partido propio, apoyado en principio por un rejuntado de radicales en fuga y sindicalistas de nuevo cuño (léase ni anarquistas ni comunistas), logró edificar la identidad política más arraigada de la historia nacional.
¿Podría adjudicárseles el mismo éxito a quienes se jugaron por él, dando el portazo en la “utilizable” Unión Cívica Radical?
¿Alguien se acuerda, por ejemplo, de Juan Hortensio Quijano, aquel sombrío abogado radical que secundó a Perón en las fórmulas presidenciales de 1946 y 1952, y que murió justo antes de asumir el segundo mandato?
¿Le sugerirá algo ese nombre a Julio César Cleto Cobos, el radical K que secunda a la Primera Dama en la fórmula pingüina?
Seguro que sí. Durante las últimas dos semanas, el gobernador mendocino se vio obligado a demostrar, siempre en tono amigable y sin estridencias, que no está dispuesto a convertirse mansamente en el Quijano de la Señora. Es decir, en una figura decorativa, poco transcendente y fácil de desmentir, condenada a “tocar la campanita” para que sesione el Honorable Senado de la Nación.
Indecgate. Raleado de los cuentagóticos actos “de cabotaje” encabezados por Cristina, el correligionario cuyano tuvo su gran oportunidad diferenciadora cuando el INDEC redujo a la mitad (de 3,1% a 1,5%) la inflación de agosto informada por el organismo competente de Mendoza. Marcada la distancia, Cobos trató luego de minimizar el episodio.
Sin embargo, dejó trascender un anuncio que puso los pelos de punta a más de un operador de la campaña kirchnerista: mientras ya estaba decidido que Cristina no participará de ningún debate con otros candidatos presidenciales, Don Cleto deslizó su voluntad de trenzarse en la tele con los tres principales postulantes a vice: el socialista Rubén Giustiniani (acompaña a Elisa Carrió), el radical Gerardo Morales (segundo de Roberto Lavagna) y el apuesto Esteban Bullrich (coequiper de Ricardo Hipólito López Murphy).
En la pingüinera entendieron el mensaje al instante. Si bien nunca creyeron del todo que Cobos se sometería a poner la cara por un gobierno que aún no integra, valía la pena no asumir el riesgo de transitar el último tramo de la campaña con el aliado más visible colocado en la vereda de enfrente en la polémica sobre la inflación real y con el tomate a 15 pesos.
De golpe, Cobos volvió a recuperar el foco en las fotos oficiales:
• El miércoles se mostró con Néstor Kirchner en San Juan (no estaba en la agenda de ninguno de los dos), mientras Cristina se abrazaba con Lula en Brasilia y sostenía ante poderosos empresarios que la inflación de 2007 no superará el 10%.
• El jueves por la tarde estuvo en Balcarce 50, junto al Presidente y a su candidato a sucederlo en la provincia, César Biffi.
• Por la noche, repitió una escena que no se daba desde el lanzamiento del binomio, el 14 de agosto, en el Luna Park: Cobos se abrazó con la candidata en el Sheraton Hotel, durante una cena para recaudar fondos. Compartieron sonrisas y chanzas. En su discurso, el mendocino hizo una encendida defensa de su gestión provincial, como quien dice: “Yo, acá, no estoy pintado”. El menú: una onerosa entrada de verdes, solomillo con salsa agridulce y helado. Nadie debería adjudicar el precio de los cubiertos (1.000, 2.500 y 5.000 pesos) a cuestiones inflacionarias ni estacionales. Los organizadores del evento afirman haber recaudado “cerca de un millón de pesos”.
Dos detalles al margen:
• Al cabo de la cena, fue Cobos el encargado de anunciar que, desde noviembre, el Gobierno cambiará una vez más los métodos para medir la inflación (ver página 24).
• Horas antes, el comando de campaña K había dispuesto un cambio de último momento en la confección de la boleta oficial para el domingo 28: le aumentaron el tamaño a la tipografía en la parte donde dice “a vicepresidente Julio César Cleto Cobos”.
El viernes, en José C. Paz, estuvo otra vez junto a la cabeza de fórmula. No habló.
Funciones. Cobos y el resto de los radicales K están persuadidos de que los liderazgos hegemónicos suelen reservar para sus aliados una opción incómoda: ser felpudos o escalones. Para dejar claro quién manda o para iniciar una nueva etapa, tarde o temprano se les pasa por arriba.
Tienen anotado que los Kirchner fueron menemistas, luego cavallistas y más tarde duhaldistas. Y que ya no son precisamente amigos de Carlos Saúl Menem, ni de Domingo Felipe Cavallo ni de Eduardo Alberto Duhalde.
Saben que son “utilizables”, como el viejo Quijano.
Lo que no sabían hasta hace quince días es que el precio del tomate podría ser un aliado tan conveniente. Tan poderoso. Tan leal.
Informes: Juan Rezzano y Rodrigo Alegre.