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ya no solo la politica preocupa a los kirchner: tambien la economia

El toro Cleto y otros toros

Lula se sintió incómodo. La delegación que los acompañaba también. La idea de la visita del presidente del Brasil tenía que ver con un afianzamiento de la relación bilateral entre la Argentina y Brasil. Ocurre que después de la postura brasileña en la Ronda de Doha, Lula entendió que había que trabajar en la recomposición del vínculo entre los dos gobiernos, que había quedado resentido.

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Postales de la semana

Lula se sintió incómodo. La delegación que los acompañaba también. La idea de la visita del presidente del Brasil tenía que ver con un afianzamiento de la relación bilateral entre la Argentina y Brasil. Ocurre que después de la postura brasileña en la Ronda de Doha, Lula entendió que había que trabajar en la recomposición del vínculo entre los dos gobiernos, que había quedado resentido. Por lo tanto, Chávez no tenía nada que ver ni que hacer en todo esto. No obstante ello, la Cancillería argentina insistió y, al final, logró el visto bueno de la delegación brasileña para armar la reunión tripartita. Así fue como Cristina Fernández de Kirchner, Luiz Inácio “Lula” da Silva y Hugo Chávez  compartieron una comida en el Palacio San Martín en el mediodía-tarde del lunes 4 de agosto.
Para las cámaras hubo, como es de rigor, sonrisas. La realidad, en cambio, la reflejaron los medios brasileños en sus ediciones del martes. Lo que el encuentro le produjo a Lula nada tuvo que ver con la felicidad.
El enamoramiento de los Kircnher con Hugo Chávez es una de las decisiones políticas que más cara le está saliendo al país.
Venezuela le vende a la Argentina, a precio internacional, petróleo y le compra bonos a intereses altos. Es una ecuación decididamente desfavorable para nuestro país. Esto es consecuencia de la falta de arreglo del tema de la deuda con el Club de París.

Nota al pie: el arreglo de este asunto es de enorme importancia para la Argentina. Era una de las aspiraciones de Martín Lousteau durante su breve paso por el Ministerio de Economía.     
La falta de este acuerdo le impide al país acceder a créditos de la banca internacional a tasas mucho más baratas que las que ofrece Venezuela. Esos créditos son necesarios para llevar adelante tareas de infraestructura. Uno de los proyectos en donde esa dificultad para hallar financiación se hizo patente fue el del tren bala.  

En esta ocasión, la tasa de interés que Venezuela le está cobrando a la Argentina por los 1.000 millones de dólares en bonos que compró es del 15%. Esta tasa ha sido la más alta que la Argentina ha pagado desde la cesación de pagos declarada en diciembre de 2001 por el gobierno “período brevis” de Adolfo Rodríguez Saá.
 Por algunas filtraciones desde el Ministerio de Economía se pudo saber que varios de sus funcionarios habían desaconsejado dicha compra. Entre esos funcionarios había algunos que son de la mayor cercanía del ministro Carlos Rafael Fernández, de quien se sabe tan poco como la nada. Lo cierto es que todo fue inútil. “Sabe que pasa, todo lo que tiene que ver con Venezuela, así como también otras cosas, se manejan desde el área de De Vido”, cuentan las fuentes que con ironía agregan: “… Parece que la fecha del 4 de agosto habrá que dedicarla a Venezuela. No olvide que fue el 4 de agosto del año pasado cuando ocurrió el episodio de la valija de Antonini Wilson”.  

El problema esta vez sobrevino cuando, al día siguiente y de un solo golpe, el gobierno de Hugo Chávez se sacó de encima la totalidad de los bonos argentinos. Esto fue tomado por los mercados como una evidente señal de desconfianza hacia la economía de la Argentina. La jornada negativa de la Bolsa del viernes pasado fue una clara consecuencia adversa de esa movida venezolana. Esto, sumado a otros elementos como la falta de confiabilidad de los datos del INDEK, le ha agregado a la economía argentina una cuota de incertidumbre que no estaba en el horizonte el 10 de marzo último.
Esta maniobra trajo como resultado un aumento del riesgo país. Y la consecuencia de esto –a la manera de un verdadero círculo vicioso– es el aumento de las dificultades que el país debe afrontar para obtener créditos.   

“Se terminó el efecto Disney”, afirmaba un economista que hace tiempo venía alertando sobre las luces anaranjadas que hay en la economía.
En la semana que pasó apareció un elemento que, hasta aquí, había estado ausente de la realidad política y económica vernácula. Ese elemento nuevo fue la voz crítica de los dirigentes de la Unión Industrial Argentina cuyo silencio, llamativo, había sido una de las curiosidades de este tiempo.
“La inflación que estamos calculando según los niveles de nuestros insumos y lo que marcan los índices de las provincias que guardan un comportamiento histórico nos hablan de un 25% para arriba”, reconocía Ignacio De Mendiguren, vicepresidente de la UIA.
En privado, muchos de los empresarios que integran la entidad agregan datos y comentarios que denotan una preocupación mayor. “La situación para la pequeña y mediana empresa está otra vez complicada. Los costos aumentan sin parar. El crédito está por la nubes y difícil”, son algunas de las quejas que se escuchan en la trastienda. 
Algunas de estas demandas fueron expuestas por los representantes de la UIA que se reunieron con Julio De Vido. El dato de por sí es revelador del reparto de poderes dentro del Gobierno. Los industriales expresaron su apoyo al Gobierno pero, a su vez, marcaron sus críticas. El abanico de disconformidades abarcó a Moreno, al INDEK y al valor del dólar.
Que los industriales hayan hecho públicas estas cosas molestó al Gobierno. “Esto antes no pasaba”, expresó disgustado un funcionario K que atiende en la Casa Rosada. Por eso el ministro del Interior salió a responderles duramente.

Nota al pie: en la nueva adjudicación de roles en el escenario gubernamental, a Florencio Randazzo le ha tocado el rol de hacer de malo. Massa hace de bueno.
La respuesta de Randazzo cayó mal. “A mí, que estoy en la cola de los que deben pagar insumos y quincenas, que este señor no me venga a decir cómo están las cosas. Y hoy las cosas no están bien”, rezongaba un empresario que tuvo su hora de deslumbramiento con el gobierno de los Kirchner. 
  
La renuncia de José Sbatella al cargo de presidente de la Comisión de Defensa de la Competencia puso de relieve, otra vez, el peso político indiscutible de Guillermo Moreno. Sbatella, cuyo apoyo al matrimonio Kirchner está fuera de toda duda, había enviado un informe a la Auditoría General de la Nación y a la Sindicatura General de la Nación en el que acusaba al secretario de Comercio de facilitar “la confusión entre la negligencia y los delitos” en el combate contra los monopolios. Fue inútil. Sbatella debió irse. Moreno se quedó
“El poder de Moreno está intacto. Moreno es Kirchner y es por eso que quien reemplaza a Sbatella es un hombre de Santa Cruz”, afirman quienes se mueven en las cercanías del poder.
 
En este contexto, ¿dónde está el ministro de Economía?
“Está donde deben estar los ministros de Economía de los Kirchner. O sea, hablando poco y comportándose como un secretario de Hacienda”, contestan esas mismas voces desde las entrañas del poder.
En realidad, Carlos Rafael Fernández, que de él se trata, amagó con renunciar en las horas en que Alberto Fernández se estaba yendo de la Jefatura de Gabinete. Se quedó en eso. El es un soldado de Néstor Kirchner. Quienes conocen de cerca el proceso de su designación sostienen que quien iba a ser nombrado ministro de Economía para suceder a Martín Lousteau era Juan Carlos Pezoa quien, al final, no habría aceptado el ofrecimiento.
Una de las consecuencias de este estado de situación es que los temas principales de la economía los vienen manejando los secretarios, quienes no responden al ministro y que, por lo tanto, trabajan sin ninguna coordinación.
El ejemplo del campo es otra muestra de esto. Tras haber dicho que no se iba a reunir con la Mesa de Enlace, el nuevo secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Carlos Cheppi, recibió, repentinamente, la indicación de hacerlo. La orden venía de la Presidencia. Por lo tanto, fue una reunión para la foto ya que el secretario tenía poco para ofrecer. En esa reunión se acordó una impasse de quince días para seguir conversando. Uno de los asuntos sobre los que más insistieron los dirigentes rurales fue el del aumento de los insumos. 
Los comentarios que Cheppi hizo llegar al Gobierno sobre la Mesa de Enlace fueron negativos.
Es cierto que no todo es armonía entre las entidades rurales. Al interior de la Federación Agraria persisten las posiciones más duras y el ánimo de protesta aún no ha concluido.
  
En el medio de todo este complicado avatar económico están los cambios de forma que está poniendo en práctica el Gobierno. No ha habido día de la semana que pasó en el que la Presidenta no haya participado de algún acto de inauguración. Hasta hubo una fugaz miniconferencia de prensa para anunciar la suspensión de su viaje a Bolivia. Cristina Fernández de Kirchner ha dejado el gesto adusto para reemplazarlo por una expresión más distendida en la que está presente la sonrisa.
Al interior las cosas son distintas. “Con Cobos está todo mal; la concertación ahora pasa por otra gente. La asistencia de Cleto a la Exposición Rural fue una provocación que molestó mucho. En los Kirchner y sus alrededores está la idea de limitarlo al máximo posible. Si pudieran, le sacarían hasta la silla”, expresaba un legislador de diálogo frecuente con el matrimonio presidencial.
Cobos lo sabe y está claro que está buscando otros horizontes políticos. En la cúpula del radicalismo no lo quieren. En la base la cosa es distinta.
La oposición sigue enfrentando el enorme desafío de conformar una estructura creíble que reúna la suficiente masa crítica como plantarse como alternativa al actual poder. Eduardo Duhalde es unos de los más preocupados con esto. En su pensamiento anida la necesidad de un justicialismo reconstituido al margen de los Kirchner y de un radicalismo fuerte como eje de la oposición. En tanto, hay un dato de la realidad: luego de la derrota del Gobierno en el Senado, la demanda de concurrentes a sus presentaciones del Movimiento Productivo viene creciendo en forma sostenida luego de la votación en el Senado.
Las espadas políticas del kirchnerismo han salido a minimizar el efecto Duhalde sin darse cuenta de que, al fin al cabo, han sido los Kirchner los que más han hecho para devolverle al ex presidente un protagonismo que se creía ya olvidado.

Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Laura Bartolomé.