La sorpresiva convocatoria al diálogo que hizo el Gobierno nacional a partir del resultado de las elecciones abre la puerta a lo que debería ser una rutina de funcionamiento institucional que, en otros momentos de la vida política del país, ha demostrado su eficacia en la construcción de consensos para el ejercicio de gestión.
En el Movimiento Productivo Argentino hemos hecho un culto del diálogo y hemos dado testimonio de ello a lo largo de nuestra vida institucional y desde nuestro origen, allá por el año 2001, a partir del compromiso asumido por un amplio espectro de dirigentes políticos, empresariales, sindicales y sociales. Permanentemente, hemos bregado por la concertación democrática, amplia y plural, no sólo como valor fundamental de nuestra sociedad, sino también como su más efectivo instrumento para superar los conflictos que inhiben su desarrollo sostenido y prosperidad general.
Son estas mismas ideas las que a partir del año 2002, en medio de la peor crisis económica y social que haya registrado la historia de nuestro país, invariablemente guiaron el accionar del “piloto de tormentas” Eduardo Duhalde. A partir de su impulso a la creación de la denominada Mesa del Diálogo Argentino, en el ámbito físico y espiritual de la Iglesia Católica y con la apoyatura técnica del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), se realizó una convocatoria sin precedentes de alrededor de mil dirigentes en representación de más de 300 entidades –entre asociaciones empresarias, sindicales, ONGs, entidades profesionales y universitarias, representantes del Gobierno nacional y de los gobiernos provinciales y locales, partidos políticos, grupos emergentes, organizaciones de micro, pequeños y medianos empresarios, asociaciones de bancos, intelectuales, hombres y mujeres del mundo de la cultura en general–, con el objeto de identificar las principales demandas sociales y sectoriales, como base para la construcción de una agenda pública de consenso.
A fuerza de pecar de reiterativos, pocos días antes de la última conmemoración de la gesta de la independencia, en palabras del titular honorario de nuestra institución y ex presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, ratificamos que el único camino es el diálogo. Esta premisa básica está hoy más vigente que nunca. Los problemas internos que continúan sin respuesta, sumados a la influencia externa de una crisis financiera que aún provoca cimbronazos, no resisten más dilaciones.
Desde el Movimiento Productivo Argentino no podemos, por tanto, sino recibir con beneplácito la iniciativa del Gobierno nacional en este sentido, aun reconociendo que está más motivada en la necesidad que en la convicción.
Entendemos, no obstante, que para que este ámbito resulte fecundo, será imprescindible una convocatoria franca y abierta, sin omisiones y sin mezquindades, con la necesaria participación de todos los actores y, por sobre todas las cosas, con el firme objetivo de abordar y consensuar prioritariamente la resolución de aquellas problemáticas más graves y apremiantes, como son el significativo aumento de la pobreza –que afectaría ya a cerca del 40% de nuestra población–, la incesante caída en el nivel de actividad y progresiva pérdida de puestos de trabajo y la inseguridad ciudadana; además de otras cuestiones pendientes que hacen a una mejor calidad institucional –si bien menos apremiantes, igualmente importantes– como la demorada reforma política, la reforma integral de nuestro sistema tributario y de nuestro federalismo fiscal y una nueva conformación del Consejo de la Magistratura, entre otras.
Así, tendida la mesa, apelamos a la enorme responsabilidad que les cabe a todos los actores de la vida institucional argentina, y en particular al Gobierno nacional, exhortando a deponer todo ánimo de confrontación que obstaculice la superación de la angustiante coyuntura que innecesariamente padece hoy la Patria.
*Presidente del Movimiento Productivo Argentino.