COLUMNISTAS
Panorama // candidaturas y negocios

El viaje desde el Palacio de Versailles a la Villa 31

Luis XIV temía que la corte francesa lo traicionara. Que conspiraran contra él. Se le ocurrió, entonces, mudarse con todo su séquito a Versailles, lejos de París, y tenerlos a todos juntos, viviendo con él en el Palacio, entretenidos en ceremonias frívolas e inútiles, durante todo el día. Su teoría era que controlados y ocupados, mantenidos por el presupuesto real, serían incapaces de traicionarlo.

Szewach
|

Luis XIV temía que la corte francesa lo traicionara. Que conspiraran contra él. Se le ocurrió, entonces, mudarse con todo su séquito a Versailles, lejos de París, y tenerlos a todos juntos, viviendo con él en el Palacio, entretenidos en ceremonias frívolas e inútiles, durante todo el día. Su teoría era que controlados y ocupados, mantenidos por el presupuesto real, serían incapaces de traicionarlo.
Néstor Kirchner teme que los intendentes y gobernadores del peronismo, advertidos de que su chance de mantener el poder hegemónico de estos años peligra seriamente, lo traicionen. Sabe que todos necesitan de su chequera, pero también que los demás sospechan que en la cuenta quedan pocos fondos y que el adelantamiento de las elecciones deja poco margen para obras públicas y sólo habrá clientelismo barato. Por lo tanto, adoptando el modelo Luis XIV, ensaya tenerlos a todos juntos como candidatos “testimoniales”, entretenidos en la campaña electoral y con poco margen para la traición. “O ganan conmigo o se hunden conmigo, pero nadie hace campaña contra mí, ni nadie será ganador sin mí, el día después.” El intento es consecuencia de las dudas del kirchnerismo de poder conservar la mayoría absoluta en el Congreso, y, por carácter transitivo, una docilidad judicial, que es su propia definición de “gobernabilidad”. Una analogía futbolera sería comparar este momento de Néstor con el de los directores técnicos que, para revertir un resultado adverso en un partido clave, amontonan delanteros que se chocan entre sí en el área rival, con la esperanza de golear, mientras, de a poco, por carecer de defensores y orden táctico, se arriesgan a perder por goleada. Es el conocido juego del “todo o nada” del oficialismo.
¿A qué viene este ejercicio ilegal del análisis político en el Panorama Económico? A cuento de que los movimientos o las especulaciones del kirchnerismo en materia electoral no hacen más que ratificar que por ahora las probabilidades de que cambie drásticamente el mapa político local para el segundo semestre son altas.
Puesto de otra manera, el propio kirchnerismo duda de su capacidad para sostener su libertad de acción, después de las elecciones legislativas, y ensaya jugadas desesperadas como el propio adelantamiento de la fecha electoral, hasta este globo de ensayo de candidaturas ainstitucionales. Así, las dudas de las entidades empresarias, los sindicatos, los empresarios por sí mismos, los trabajadores, los jubilados, los inversores, los acreedores, se multiplican.
Y se multiplican porque la pregunta clave hoy, desde la toma de decisiones económicas es: ¿qué podría hacer el kirchnerismo, desde el 29 de junio, sin su “gobernabilidad”, sin las mayorías en el Congreso y una Justicia dócil?
Un primer camino es que se resigne a un “trabajo sucio ortodoxo”: devaluación más profunda, para devolverle rentabilidad al campo, a los exportadores en general y a los sustitutos de importaciones, mejorando a la vez los ingresos fiscales provenientes de los impuestos a la exportación. Desaceleración del gasto público, más ajuste de tarifas para eliminar subsidios y un “reencuentro” con el FMI, saneando el INDEC. Es decir, bancarse un segundo semestre recesivo, para logar el cambio de los precios relativos, resolver los problemas fiscales nacionales y provinciales, conseguir un “empalme” con la recuperación mundial de 2010, 2011, y, eventualmente, una mejora de la popularidad con una economía en alza cerca de las elecciones presidenciales, que le permita pelear una candidatura “amiga” en el justicialismo (seguramente, nuevamente unido, después de esta nueva interna abierta de junio).Otro camino, perdido por perdido, es un kirchnerismo que replica, desde el Gobierno, el todo o nada de la estrategia electoral, con un intento de profundizar la heterodoxia y el intervencionismo, postergando lo inevitable, “muriendo en su ley” y forzando la máquina, con la excusa de los cambios aparentes en el paradigma internacional, planteándole un dilema a gran parte de la oposición.
A los efectos de las decisiones micro, cualquier escenario con el kirchnerismo en crisis post electoral es un escenario complicado. La Argentina económica está sufriendo las consecuencias del agotamiento de un modelo de liderazgo basado en la abundancia de recursos provenientes del “resto del mundo”, a precios extraordinarios y con alto crecimiento de la región. Cuando estos recursos empezaron a mermar, el Gobierno intentó compensarlos con más retenciones al campo y menores subsidios a ciertos consumos. La resistencia del campo y la crisis global desnudaron más este problema, ahora “congelado” gracias al control del Congreso por parte del oficialismo, las reservas del BCRA y el entretenimiento preelectoral.
Sea cual fuere el resultado de junio, este esquema económico, sin un ajuste importante, está terminado. Si de las elecciones surge un gobierno más débil, la reformulación de la política económica puede ser más o menos traumática, dependiendo de la voluntad de negociación, y del contexto internacional.
Lo cierto es que Kirchner puede pasar muy rápidamente de Versailles a la Villa 31, sin escalas.