COLUMNISTAS
SEMANA 03 DE 2011

En 2011, vote a Perca

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No hay pregunta que persiga más que la que busca saber cómo será el futuro dentro de cinco minutos. Es decir, ya. El huracán social del mundo es tal que el tiempo se desarboló (el genealógico también). El pasado se hizo humo. El presente es un baldío. El futuro un corto plazo. Aquí y ahora, dentro de esa pregunta late otra : ¿Cuál es (si existe) o cómo debería ser (si no lo hay) el político capaz de ponerle áloe vera al cuerpo del país, mesa de apuro a su gente y servicio de diván que la recupere de su estupor? Nuestro desquicio es tan monumental que no puede ser resuelto mediante pálpitos, el Gauchito Gil o un providencial. Sobran caretas y prontuarios y faltan caras y propuestas. ¿De qué galera local podríamos seleccionar al Roosevelt, de Gaulle o Mandela propios que nos rescate del batifondo natal?

Tanto desánimo tiene cura. El azar suele ayudar a los desesperados. En mi habitual inmersión en “librerías de viejo” di estos días, sino con individuo concreto, al menos con ejemplar que imagino serviría de modelo a quien tuviera la desgraciada suerte de apoltronarse en el sillón de Rivadavia. Este ejemplar no es humano (ya sabemos como defraudan) sino ser proveniente de otra cultura genética. Lo digo ya mismo: es un pez. Esto es, el primer vertebrado que en el mundo ha sido. Dato que de entrada marca la diferencia con los candidatos en boga: al menos fue pionero en algo. Pero además (y este dato refuerza mi optimismo)viene de familia, digamos, muy familiera. No demoraré más en identificar al que considero candidato ideal argentino para el 2011. Se trata de la Perca.

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Antes de prejuzgarme frívolo reparen en la característica social más “humana” y menos conocida de la Perca. Hace del cuidado y supervivencia del conjunto su principal objetivo. Al pichón de este pez (o afinando vocablo: al alevín de Perca) los adultos mayores lo resguardan desde que es desovado hasta que alcanza tamaño independiente. La civilización de las percas se moviliza en permanente cardumen de miles de ejemplares de variadas edades. Pero siempre al reparo de los más viejos. Si se les presenta un depredador (colega de los tiburones que piratean desde hace décadas en el mar de la Rosada) las Percas actúan con solidaridad que deslumbra: los más chicos son recubiertos por los que le siguen en tamaño hasta que forman una enorme bola protectora. En la superficie quedan expuestos únicamente los veteranos y más fuertes dispuestos a darse en sacrificio y ser comidos en lugar de los más frágiles de la comunidad.

Siempre me atrajo el pejerrey por su nombre: rey de peces. No es casual (ninguna palabra lo es). Pero la máxima jerarquía regia la merece, lejos, la Perca. Las amo. Más: desde que conocí su modus operandi me convertí en su public relations. Y es tanta mi admiración que no considero desvarío proponer su ejemplo pisciano como alternativa a nuestra insaciable sociedad tiburónica.

Meditelo un minuto. Eche un vistazo a la cantidad de carotas anzuelos colgados de los afiches gigantes. Ofrecen el oro y el moro. Las Percas, en cambio, sin otra publicidad que la que puede provenir de un boca a boca, nos están mostrando la única salida que tiene nuestro laberinto social y político. 2011 es un año raro. País cada vez más rico. Gente cada vez más pobre. Picaresca. Prepoteo. Corrupción. Inseguridad. Boludez ambiental.

Pero no todo está perdido. Aún nos queda la esperanza Perca. Bastará con sembrar millones de huevas de Perca en los ríos, lagos y lagunas del desolado mapa de nuestra política. O dar esta noticia de uno en uno, de viva voz, a quien más "prójimo" se tenga. De ser escuchada puede que en la república se instale una sociedad formidable. Y qué importa que en ella no estemos si ha de ser más humana que la nuestra.

(*) Especial para Perfil.com