“Si están interesados en historias con un final feliz, será mejor que lean otro libro. En este, no sólo no hay un final feliz, sino que tampoco tenemos un principio feliz y muy pocos sucesos felices en el medio”
Lemony Snicket, seudónimo del escritor, guionista y músico americano Daniel Handler (1970); de “Un mal principio” (1999).
Después de jugar en la nieve de Zurich con Infantino & sus partenaires, Maradona viajó a Nápoles para participar, en el Teatro de Opera de San Carlo, del festejo de los treinta años del primer Scudetto ganado por el Napoli. Un homenaje para él. El hombre que un buen día llegó para cambiar la historia.
Napoli, un club del sur, siempre fue despreciado por los poderosos del norte rico, que aún suelen mostrarle sus carteles racistas: ¡Africani!, ¡Terroni! ¡Benvenuti a Italia! Los mejores jugadores los tenían el Inter, el Milan, la Juventus, los equipos romanos o acaso la sofisticada Fiorentina. Todo hasta el inolvidable 1984. Maradona. ¿Resultado? Cinco copas en cinco años: dos ligas, una Copa y una Supercopa de Italia y la Copa UEFA, la que hoy llaman Europa League. Lo hizo él. Pura magia.
Maradona fue nombrado ciudadano ilustre de la ciudad y, además, embajador del Napoli en el mundo. Además, le pidió perdón, ante toda Italia, a su hijo Diego Junior, al que ignoró públicamente, y muchas veces agresivamente, durante treinta años.
Mientras Maradona disfrutaba el homenaje que la ciudad que lo ama como a San Cayetano y el club le debían –he visto en Sanitá y Forcella, barrios de la Camorra donde no se entra sin un conocido, altares donde hombres y mujeres iban a rezar y a pedirle milagros–, no tenía en mente el martillazo final contra la AFA que su amigo Gianni le prometió que daría para aniquilar toda la corrupción e implantar una nueva etapa de transparencia. Sí, sí, sí, claro.
Maradona ríe y en Buenos Aires toman decisiones drásticas los mismos de siempre y con los métodos de siempre. Si Maradona de verdad cree que lo convertirán en el brazo ejecutor de la FIFA en Argentina, ejem; como dirían en Nápoles: “Ho mancato la tartaruga”.
Vuelven las sonrisas, los trajes impecables, planillas llenas de ceros a la derecha, secretarias de casting de Hollywood. En diciembre no se pusieron de acuerdo pero quedaron amiguísimos con el Gobierno, seguros de que volverían a la carga por el negocio. Esta vez, los ejecutivos de FOX Turner, para adelantarse a su competidor, ESPN, ofrecieron firmar por cinco temporadas, 3.500 millones de pesos cada una. La idea es empezar en agosto.
¿De dónde sale ese dinero? Unos 2.500 los aportan las dos multinacionales, 500 millones por rating, nuevos abonados y publicidad alternativa, 300 millones por streaming, 200 millones de una telefonía celular que sería Claro. Además –y esto es clave–, adelantarán 1.000 millones para que pueda terminarse este torneo, el más bizarro de la historia. Magnífico todo, salvo… pequeños detalles.
Primero, la fecha en la que se elegirá presidente. Sin presidente nadie puede firmar ni un autógrafo, muchachos. Antes, hay que aprobar el Estatuto que mandará FIFA, que desplomará la mayoría que tiene el Ascenso e impondrá 22 representantes de Primera y 18 de la B. ¿Y cómo se arregla esta interna? Dividiendo el jardín.
Después de mucha rosca, el Superyerno, Chiqui Tapia, logró pactar con Angel Easy y Moyano que él manejará una AFA que sólo se ocupará de la selección nacional y la categoría B Nacional, hasta la última liga. El fútbol mayor quedará en manos de la Greta Garbo de los proyectos, tan bella y escondida: la Superliga. Wow. El martes habrá reunión para hablar de esto, si Dios y este manicomio lo permiten.
Los miembros de la Comisión Nosecuantodora no pueden negociar con ningún interesado por una simple razón: no están autorizados a firmar ningún contrato. Macri fue durísimo: “El fútbol está en una situación terminal y los dirigentes no han tomado las cosas con la suficiente seriedad”.
Quizá, después de tantos años, olvidó la vehemencia de algunos ex colegas: “Es una vergüenza lo que escuché. Y eso que lo voté y quiero que le vaya bien. Pero no se puede permitir la presión que está metiendo para que los clubes seamos más pobres mientras sus amigos saquen más plata haciendo sociedades anónimas. Lo que hizo con el fútbol es de pedante, de hijo de puta, soberbio, basura”, dijo el presidente de Vélez, Raúl Gámez, en la radio oficial Télam. Glup.
Ahora que pienso en la violencia: ¿a qué se van a dedicar los barras durante este semestre vacío? ¿Blanquearán –dicho con todo respeto– fondos de afuera? ¿Reforzarán algunas zonas los fines de semana? ¿Habrá que cuidarse más? Ah, Patricia…
Ah, otro detallecito: los nuevos dueños no quieren un torneo de 30. No way. Parece que se viene, sí o sí, un Superdescenso así como no hace mucho hubo un Superascenso. Diez abajo y chau. Nadie podría decir que no hay movilidad social en este país. Nadie quiere decir una palabra y menos en este momento, pero yo recuerdo una reflexión de Danyel Angel Easy en el fulgor de la Superliga: “… y, si tiene que haber diez descensos en un mismo torneo, que los haya”.
Cuando pensamos que nadie nos puede superar en las ideas más bizarras, resulta que viene un holandés y nos pasa el trapo. Marco van Basten, gloria del Milan, enorme goleador, director de desarrollo técnico de FIFA, nos dejó atónitos. A todos, por cierto.
Propuso: a) reemplazar los penales por una suerte de carrera a 25 metros del arco con 8 segundos de tiempo para definir. ¡Ay! Recuerdo que lo hicieron en EE.UU. en los tiempos de Pelé. Puro corn flakes. ¡Niet a esa payasada, tovarich!
El otro es genial: eliminar el offside. Extraordinario. ¡Yo jugaba así en los potreros de Avellaneda, diez pasos adelante del último defensor! Puro Asch style que tantas satisfacciones me trajo, la Pulpo bajo la suela.
¡Tarde o temprano, las vanguardias se imponen, compatriotas!