Esta noche sabremos si la elección de hoy es la última elección del año o si tendremos que volver a votar el mes próximo. Si la de hoy es la última elección, tendremos una transición de un mes y medio hasta que asuma el nuevo gobierno. En cambio, si hay segunda vuelta, la transición será de apenas 23 días.
¿Por qué le cuento esta perogrullada? Porque dados los problemas que heredará el próximo gobierno, y dado, también, el hecho de que, en economía, la interacción entre el pasado y lo que se espera del futuro determinan el presente, lo que pasa en los períodos de “zona desmilitarizada” entre un gobierno que se va y otro que viene siempre importa.
Por supuesto que ese lapso se puede “acortar” en la práctica, o bien porque “los mercados se anticipan”, o bien porque el “viejo” gobierno acuerda con el “nuevo” medidas de transición.
Lo más probable, de todas maneras, gane quien gane, es que la Presidenta pretenda gobernar hasta el último minuto de su mandato, como lo ha hecho hasta ahora, a solas y defendiendo el relato. En especial, porque las eventuales medidas “de transición” pondrían en evidencia que muchos de sus “logros” son en realidad “fracasos”.
Aun así, y pecando, como mínimo, de “ingenuo”, permítanme fantasear sobre algunos de los elementos que podrían formar parte de una transición acordada, pese a que ello implique que queden explicitados los conflictos entre relato y realidad.
El primero, evidente, es el “logro” de no devaluar. La verdad es que la devaluación ya se hizo, y la destrucción del valor de la moneda local durante el ciclo kirchnerista ha sido letal. Y llevará años recuperar una moneda propia. Pero el relato dice otra cosa. En este contexto, ¿se acelerará la tasa de devaluación del dólar oficial, para hacer menos traumático el “trabajo sucio” del próximo gobierno? ¿Se producirá un nuevo “salto” sin programa, en el valor del dólar oficial al estilo enero de 2014? ¿Se preferirá, por el contrario, profundizar el cepo y reducir la cuota de dólares baratos para ahorro y turismo? ¿Se seguirán gastando las pocas reservas que quedan para defender el relato a rajatabla?
Está claro que no tengo las respuestas. En ánimo de aventurar, con Scioli ganador en primera vuelta, y dada su preferencia por no “regalar los dólares de las reservas”, quizás quiera negociar más limitaciones de la “fórmula de la Coca-cola” de la AFIP, y un incremento en el impuesto del dólar tarjeta/turismo. No sería reconocer la devaluación, pero sería cuidar las reservas. Y el enojo de la clase media importaría menos, después de la elección. (Máxime, cuando ya compramos los pasajes para el año que viene, en cuotas y en pesos). Si hay segunda vuelta, en cambio, no parece probable que se haga algo antes, de manera que la tensión cambiaria, la brecha y la presión sobre las reservas seguirán o se agravarán. Una negociación sobre este tema con Macri, si gana en la segunda vuelta, ya no tendría sentido, por el escaso tiempo que restará y, sobre todo, porque ya se habrá vaciado al Banco Central.
Otro de los “logros” que podría formar parte de medidas de transición es el de los precios de los servicios públicos y su correlato, los subsidios a la energía. Si bien algo de esto ya empezó a formularse en la negociación entre el gobierno nacional y los gobernadores de las provincias petroleras, afectadas por la caída local de la producción, y la caída internacional del precio del petróleo, todavía, los nuevos precios no se han trasladado plenamente, salvo en los surtidores, a los consumidores y nada se ha definido sobre quién pagará los nuevos precios acordados para el gas. Allí también podría retomarse la reducción gradual de subsidios, en una negociación gobierno viejo-gobierno nuevo, con el mismo objetivo. Otra vez, nada pasará inmediatamente, si hay segunda vuelta.
Finalmente, otra cuestión en la que se podría avanzar en un acuerdo de transición sería en la negociación con los holdouts. Si todos reconocen la necesidad de negociar, ¿no podría un gobierno electo compartir reuniones exploratorias oficiales con los acreedores, de manera de ir delineando una propuesta consensuada que permita avanzar rápidamente, después del 10 de diciembre?
En fin, se me ocurrió compartir estas fantasías, aun sabiendo que lo más probable es que la Presidenta siga priorizando un relato más fantasioso todavía.