El 2018 fue un año duro en varios aspectos. La improvisación política y económica del Gobierno nos llevó a una crisis compleja, la inflación por las nubes y el dólar a más del doble que en enero. El humor social se endurece con el correr de los días y más de una voz pide a gritos que este año termine. Como siempre, a lo que viene se le pone más energías y positivismo, así me gusta vivir. Más allá de todo, el deporte tuvo sus puntos para destacar, con altibajos, pero siempre con varios argentinos en los planos principales.
Sin dudas, el evento deportivo del año para nuestro país se dio por estos días. El Superclásico en la final de la Copa Libertadores fue lo más rutilante que se vivió. A priori, cualquier persona lo señalaría por sus condimentos externos: el partido de ida postergado por una lluvia pocas veces vista, los incidentes en el Monumental y su insólito traslado de sede a Madrid. Y sí, la verdad es que fueron muchos ítems que evidencian un hecho histórico y sin precedentes. Pero me gustaría hacer foco en el gran orgullo que es ver llegar a dos equipos de nuestro país a la final del certamen más importante del continente. Ambos mostrando un esquema de primer nivel, con enormes jugadores y técnicos ídolos en las instituciones que encabezaron. También destacar que el espectáculo que dieron dentro de la cancha estuvo a la altura de toda la expectativa que se generó. Ocho goles (algunos golazos), una definición atrapante en el alargue e intensidad hasta el último segundo.
Otro hecho sobresaliente que nos dejó un vacío enorme fue el retiro del legendario Manu Ginóbili. El pibe de 40 soportó un año más y se despidió de las canchas. “Con una gran mezcla de emociones, les cuento que decidí retirarme del básquet. Enorme gratitud para mi familia, amigos, compañeros, DT, staff, aficionados y todos los que fueron parte de mi vida en estos 23 años. Fue un viaje fabuloso, que superó cualquier tipo de sueños. Gracias”, escribió el bahiense en su cuenta de Twitter. En su paso por la NBA fue un coleccionador de récords e hitos: 1.275 partidos, acumuló 17.097 puntos, 4.571 rebotes y 4.828 asistencias y obtuvo cuatro anillos de campeón con San Antonio. Uno de los mejores deportistas de la historia argentina y del básquet mundial dijo adiós.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud que se desarrollaron en Buenos Aires también nos regalaron hermosas imágenes y momentos. Una de las promesas de la natación, Delfina Pignatiello, ganó la medalla de plata en los 800 metros libres. Calu nos emocionó durante su festejo, con su mano alzada y escrita con la palabra “abuela” y un corazón. También abrazamos a la distancia a David Almendra, ese chubutense que cayó derrotado en la final de lucha libre y no pudo contener su tristeza, pero quedó en los libros y lleva consigo una historia de vida plagada de esfuerzo. Otro grupo de chicas que nos encandiló y se ganó mi admiración fueron las campeonas del beach handball, quienes se impusieron ante sus rivales y ante toda la adversidad que representa el amateurismo. “Las Kamikazes” lograron el oro y la conquista más importante del handball argentino. Un saldo más que positivo, con un total de 32 preseas (11 de oro, 10 de plata y 11 de bronce), cuadruplicando el número obtenido en la anterior edición de los JJ.OO. de la Juventud.
Increíble, pero real: este año hubo un Mundial de fútbol. Un recuerdo nebuloso que pasea en un limbo. ¿Será que los argentinos no queremos recordar? Siendo honesta, fue más para el olvido. Grandes jugadores en un esquema muy mal armado, con falta de autoridad por parte de Jorge Sampaoli, cambios inexplicables y planeamientos erróneos. Nos emocionamos con ese partido ante Nigeria, gritamos con el alma los goles de Messi y Rojo. Hasta que aparecieron M’bappé y todo el equipo francés para darnos un golpe de realidad. ¿Se vendrá la reestructuración en AFA? ¿Será 2019 el momento para poner en marcha el tan ansiado proyecto? Esperemos que sí.
Para cerrar y siguiendo con el fútbol, donde no hubo fracaso fue en la categoría femenina. Luego de 12 años, tras derrotar a Panamá en el repechaje, el fútbol femenino vuelve al Mundial. Con una relevancia cada vez mayor y más apoyo por parte de AFA, las pibas consiguieron la clasificación que nos llevará el año que viene a Francia. En un año donde el feminismo impuso agenda y se plantó ante mil esquemas machistas, estas chicas se hicieron el lugar a fuerza de goles y trabajo. Sobre todo de trabajo, ya que al no ser una disciplina profesional, además de entrenar cada una tiene su respectivo trabajo para mantenerse. Pero esta cosecha tiene sus frutos y ellas se lo ganaron. Pensar que hace un tiempo era irreal que el fútbol femenino ocupe espacio entre los hechos destacados del año. Menos mal que llegaron ellas a revertirlo.