Ocupando espacio. En PERFIL del domingo 30, Osvaldo Albano saluda mi columna (¡gracias!) y resalta su prédica de escuchar la voz del pueblo en la sección Cartas de Lectores, deseando que no les quiten espacio. La sección ese día tiene sólo cartas de varones, los cuales se consideran embajadores de lo humano cuando escriben. Si la sección fuera solo con cartas de mujeres no sería la voz del pueblo sino la voz de las mujeres. Porque en eso consiste el sistema patriarcal, en que las mujeres somos sistemáticamente “lo otro”, la identidad es masculina y la diferencia es femenina. Y cuando ingresamos como gesto de acción afirmativa, siempre es recibido como amenaza de quitar espacio: en la política, en la cultura, en la academia, en el deporte, en la empresa. Las medidas de cupo son rechazadas con el argumento de “que entren por su capacidad, no por ser mujeres”, como si “mujeres” y “capacidad” fueran términos contradictorios. Lo repito una vez más: el cupo no es para que entren mujeres incapaces, sino para que las mujeres capaces tengan una oportunidad. Pero para eso tienen que verlas, registrarlas, tomarlas explícitamente en cuenta. Y para verlas hay que cambiar esa mirada de sustitución de la parte por el todo. (Aclaración: no le atribuyo al lector, amabilísimo, todas estas afirmaciones; solo me dio la oportunidad de explicitarlas).
Ricos. En nota de tapa de Daniela Mozetic del sábado 29 se destaca el “top ten” de los senadores y diputados más ricos del Congreso. Los diez congresistas millonarios son varones. El año pasado figuraba una mujer: Susana Balbo, que (nos dice la nota) renunció en abril de 2017 para dedicarse a sus negocios como empresaria vitivinícola. Sin embargo, el perfil de Susana Balbo en W20 Argentina destaca sus méritos profesionales y sostiene que renunció a su banca para poder dedicarse tiempo completo como Chair del Woman 20 Argentina (lo dice así, en spanglish). El W20 es un grupo de afinidad ante el G20 surgido en 2015 para apoyar la inclusión económica de las mujeres. El sesgo de esa inclusión está distante de buena parte de las demandas del potente movimiento de mujeres de Argentina: promoción del empresariado femenino, liderazgo en los negocios, inclusión financiera... Más recientemente se dio importancia a los derechos laborales y a disminuir la brecha digital. Con Argentina como primer país sudamericano en presidir el G20, el presidente Macri eligió a Susana Balbo para encabezar el W20. Y así el Congreso perdió a su diputada más rica. Y las mujeres perdimos una oportunidad de escucha sensible a las demandas reales de inclusión, que infructuosamente intentamos hacer llegar a través de las organizaciones de la sociedad civil.
Sexismo lingüístico. Muy interesante la nota del domingo pasado de Facundo Barrio sobre el chino mandarín y su particular modo de reproducir el machismo. A través de ideogramas que unen la representación de lo femenino a sentidos negativos, persiste desde hace milenios una concepción despectiva hacia las mujeres. También allí el activismo feminista intervino con políticas del lenguaje para producir sentidos nuevos, uniendo de modo diferente los ideogramas para representar sentidos disruptivos.
Verito Rap. Dos notas de Patricia Valli del domingo 30 se refieren al actual equipo económico y sus medidas. En la historia del Banco Central desde 1935, de los 61 presidentes solo una fue una mujer: Mercedes Marcó del Pont, entre 2010 y 2013. La inclusión como vicepresidenta de la Dra. Verónica Rappoport es la segunda oportunidad para una mujer en el Directorio. Prestemos atención a los modos en que la prensa va a tratar a esta economista profesional, qué va a resaltar de sus intervenciones, si se van a referir a ella por sus títulos o por sus seudónimos en las redes.
