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La diplomacia de washington y la region

Estados Unidos: meterse en Honduras

Afirmar algo para negarlo a continuación puede ser un síntoma de confusión o una estrategia de construcción.

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Afirmar algo para negarlo a continuación puede ser un síntoma de confusión o una estrategia de construcción. Si es una estrategia, obtiene que los espectadores se pierdan en un laberinto de espejos enfrentados, ganar tiempo, y finalmente buscar una posición más favorable para negociar. Las demoras en encontrar una solución para el conflicto de Honduras suscitan la reflexión anterior.

El gobierno de facto de Roberto Micheletti se negó el domingo 27 de septiembre a recibir a una misión técnica de la OEA. La comitiva no pudo salir del aeropuerto Toncontín al ser retenida por la Dirección de Política Migratoria. El lunes 28 de septiembre, el representante alterno de los Estados Unidos ante la OEA, Lewis Amselen, dijo durante la reunión del Consejo Permanente que el retorno clandestino de Manuel Zelaya a su país fue “irresponsable”, para añadir que los que facilitaron el retorno tienen una especial responsabilidad en prevenir la violencia contra el pueblo hondureño. Rumbo a su reunión con la secretaria de Estado Hillary Clinton, el canciller brasileño Celso Amorim habrá sentido que le ardían las orejas. A pesar de que manifestó no haber tocado el tema durante el encuentro, el jefe de Itamaraty debe de haber notado que las declaraciones de Amselen en el mejor de los casos no eran convergentes con las que había formulado antes la propia Clinton, para quien el retorno de Zelaya “abría oportunidades” para una solución a la crisis política.

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Ese lunes 28 el Consejo Permanente de la OEA trataba de expedirse respecto de la situación. Tras más de diez horas de debate, sus 33 miembros no lograron consenso para liberar un pronunciamiento sobre Honduras. El secretario de la institución, José Miguel Insulza, apenas alcanzó a divulgar una declaración en común con el presidente del Consejo, el representante chileno Pedro Oyarce, mediante la cual “exigen el respeto a la inviolabilidad” de las embajadas diplomáticas en el país. Esta manifestación no compromete al Consejo, en cuyo seno las manifestaciones de Amselen deben ser puestas en el contexto de una extrema dificultad para encontrar una retórica común para referirse, tanto al reconocimiento del vencedor de las elecciones generales programadas para el 29 de noviembre, cuanto sobre las modalidades de condena al régimen.

Sin embargo, las inflamadas palabras de Amselem no bastaron para sosegar otros ánimos. El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras, Ramón Custodio, pidió a los Estados Unidos más respeto por la dignidad del pueblo hondureño. El presidente costarricense Oscar Arias juzgó la llegada por sorpresa de Manuel Zelaya a la embajada de Brasil como un apartamiento del Acuerdo de San José, añadiendo que “los mensajes violentos y las llamadas a la insurrección no ayudan a conseguir acuerdos”. Más lejos fue Custodio respecto de Brasil: “Si llega haber algún baño de sangre, por la culpa del señor Lula, será responsable”.

El miércoles 30 cumplió años Xiomara Castro, la esposa del mandatario apartado Zelaya, y ese mismo día nació su nieto Juan Manuel. Nadie cree que se trate de un obsequio oblicuo de Micheletti por la feliz coincidencia, pero lo cierto es que John Biehl –un enviado de avanzada de la OEA que llegó a Tegucigalpa– el jueves 1° de octubre estimó muy probable que representantes del gobierno de facto y de Zelaya se sienten a negociar durante la visita de la misión de cancilleres que tendrá lugar el miércoles 7.

Sería miope no advertir que Obama y su administración desean salir del problema tan rápido y tan barato cuanto fuese posible. Pero no basta con desearlo. “Me gusta que pasen cosas, y si no pasan me gusta hacer que pasen”, supo decir Winston Churchill. Las que hace Estados Unidos a veces no concuerdan con el objetivo de Obama. Con la ayuda de influyentes norteamericanos y de banqueros hondureños, según el periodista Bill Conroy, Micheletti contrató por cerca de 300 mil dólares a la firma para arremetidas publicitarias Chlopak, Leonard, Schechter & Associates (CLSA) con el fin de mejorar la imagen de su gobierno.

Además, es improbable que el aterrizaje de Zelaya en la embajada de Brasilia no haya estado en conocimiento de Washington. La cuestión es que cuando las cosas no concluyen tan felizmente como cuando fueron urdidas, los responsables se ponen nerviosos. Como se suele decir, el mejor amigo del hombre no es el perro sino el chivo expiatorio.

Así las cosas, y sin perder de vista que existen todavía muchos funcionarios en la administración norteamericana que cuando miran a Zelaya ven a Chávez, que nadie está en condiciones de asegurar qué temperamento adoptaría el presidente ilegalmente depuesto en caso de ser reinstalado, que el Jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras Romeo Vásquez es un producto de los serpentines de la Escuela de las Américas y tuvo a su cargo sacar del país en pantuflas a Zelaya y que el 29 de noviembre viene de frente como un tren, para los Estados Unidos la posición menos costosa puede consistir en otorgar validez a dichos comicios en los términos adelantados por el presidente irregular de Honduras.

En cuanto a Brasil, hay que señalar que su iniciativa tiene antecedentes y es atinada. Antecedentes tales como su oposición a Norteamérica en el ’62 respecto de la expulsión de Cuba de la OEA y su membresía en el Grupo Contadora. Como lo señala Alberto Ferrari Etcheberry, Brasil defiende en Honduras “el sistema que posibilita a Lula y a sus políticas de inclusión social”. Y atinada porque ha puesto su potencial en función del restablecimiento de la continuidad democrática de un país al que el Arias ha catalogado como “la Albania centroamericana”, para concluir en que “un golpe vestido de seda, golpe queda”. Ser líder, que implica que los demás se fijen en uno más de lo que uno se fija en los demás, supone la asunción de riesgos. El juicio tiene que ver con la nobleza o no de la causa.

Sofocado el efecto inicial del regreso de Zelaya, titubeos, confusión y demoras oxigenan a Micheletti: a fin de cuentas está al comando y se cierne el 29 de noviembre con su archirrival como huésped y perimetrado. Siempre que no haya un baño de sangre.

Que el estado de cosas se compadezca del presidente ilegal no quiere decir que el pueblo hondureño obtenga ningún beneficio.