El peronismo se prepara para convivir con Cristina Fernández de Kirchner al menos hasta 2019. El recambio generacional de quienes desearían oponérsele pierde impulso a medida que se agota la energía de cierto estado de irritación por la derrota electoral. Experiencia de entrega emocional que los dejó exhaustos tras sostenerla por noventa días, pero que además sirvió para confirmar otra desazón. El nulo avance en el intento de desplazarla. Casi una vuelta de calesita que los regresa al punto de partida del que arrancaron en 2016.
Secuencia seguida por Felipe Solá desde el transitorio atalaya montado en una isla remota y paradisíaca frente a Costa Rica, gracias a la tecnología digital aportada por la telefonía móvil. Autopostulado guía espiritual del proceso en la provincia de Buenos Aires, procura con suerte diversa oficiar de controller con una dificultad insalvable: la condición de sin tierra. Es decir, ajeno al manejo concreto de poder en un territorio geográfico determinado.
Esa vulnerabilidad que le niega entre los intendentes del GBA cualquier reconocimiento fuera del protocolar podría ser una virtud impensada. La mayoría promoverá su reelección y dará por cumplido el recambio dirigencial con el reemplazo de Gustavo Menéndez por Fernando Espinoza en la presidencia del PJ. Solá evitaría la vergüenza de un torneo para eludir la responsabilidad de enfrentar en las urnas la descontada reelección de María Eugenia Vidal: lo comisionarían a evitarles ese oprobio.
Ansioso por esa definición, el ex gobernador dio una pista cuando reveló sin aportar pruebas la supuesta denuncia judicial contra el sindicalista Marcelo Balcedo, quien habría intentado presionarlo para obtener ventajas del Estado en su administración. Como el resto de la oposición no K, Solá admite el error de haber subestimado a la gobernadora. Pero en especial la capacidad de cumplir con una agenda impensada para el PJ en los 28 años que controló la Provincia.
Eso incluye la reducción del déficit municipal antes de la Ley de Responsabilidad Fiscal. En dos años, cien distritos resolvieron los pasivos que arrastraban desde hacía cuatro. Lo que obligó a Juan Zabaleta (Hurlingham) y Oscar Ostoich (Capitán Sarmiento) a resolver en 2018 actualizaciones de tasas por hasta 70% y 100%. Bache cubierto antes por anticipos de un Tesoro bonaerense que las nuevas autoridades recibieron en virtual estado de quiebra.
La resistencia al final de esa práctica está detrás del acting de confrontación ideológica en Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Pablo Zurro (Suipacha) y Francisco “Paco” Durañona (San Antonio de Areco). Todos, por supuesto, alineados sin fisuras con la ex presidenta.
UCR. La desorientación no es patrimonio exclusivo del PJ. Se replica en la UCR y expone al riesgo de destrucción la leyenda de lucidez que rodea a dirigentes de su cúpula. Como la versión que atribuye a Enrique “Coti” Nosiglia explorar un entendimiento con esos intendentes del PJ en caso de que Martín Lousteau no pudiese acceder a las PASO para competir por la Jefatura de Gobierno porteño.
Al titular de la Comisión de Acción Política de la UCR lo atraería una convicción de aquellos que podría suscribir como propia. No es positivo para el radicalismo que al Gobierno le vaya tan bien, en el supuesto de que eso ocurra: algún grado de crisis sería conveniente para mejorar la posición en la alianza Cambiemos.
No es muy distinta la percepción en territorio bonaerense. Las virtudes destacadas por el PRO en Daniel Salvador podrían favorecer su reelección de jefe en la UCR pero privarlo de repetir como compañero de fórmula de Vidal.
El “no molesta y cumple” es insatisfactorio para el radicalismo. Lo perciben como origen del mismo mal que aqueja a varios. Saber las medidas más importantes de Cambiemos por las noticias.
Menos les agrada todavía el método de Salvador para resguardarse de cualquier conflicto: pasear su perro en el Bajo de San Fernando los días hábiles después de las 16. Si Vidal continúa su marcha sin obstáculos, podría respaldar su reelección en la UCR el último trimestre de 2018. Salida para buscar otra figura de mayor empatía con su gestión en un eventual segundo mandato. Tal vez entonces cumpla con un anhelo postergado, precisamente, por la inesperada postulación a vicegobernador: colaborar con la directiva del club Boca Juniors que conduce el correligionario Daniel “Tano” Angelici.
No es la única sorpresa de estos días. La Conferencia Episcopal debió desmentir que el Papa tuviese voceros en la Argentina. Hubiese correspondido, tal vez, que lo haga la Comisión Nacional Pastoral Social presidida por Jorge Lugones. El obispo de Lomas de Zamora nuclea allí a lo más granado de las organizaciones piqueteras: Movimiento Evita, Corriente Clasista y Combativa y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) de Juan Grabois, a quien pareció aludir el comunicado.
El 8 de enero acusó a Mauricio Macri de profesar “el vicio de la violencia” y una persecución judicial contra CFK. Desde fin de año Lugones comparte responsabilidad en la Arquidiócesis de Lomas con Ignacio García Cuerva designado por Francisco de obispo auxiliar. Identificado con los curas villeros, García Cuerva fue párroco en el barrio La Cava de San Isidro con Oscar Ojea, nuevo titular de la Conferencia Episcopal.
El sindicalismo peronista también resiste un recambio, cuando la mayoría supera los 70 años. Luis Barrionuevo (75) y Hugo Moyano (74) denunciaron una ofensiva antisindical. No lo parece. A Moyano le endilgan inversiones hoteleras en Tandil con Guillermo Scarcella a través de Gustavo Elías. Al ex titular de ABSA se lo investiga por supuestas irregularidades en transacciones bancarias al exterior. El empresario del transporte compró hace poco el diario La Nueva Provincia (Bahía Blanca). Moyano ejerció una suerte de arrendamiento del PJ hace unos años. Para ellos, la renovación es un sueño eterno.
