COLUMNISTAS
En que penso la dirigencia de boca al juntarlos?

Falcioni y Riquelme, dos vidas paralelas

1107fucks
|

Esta noche juega Boca y, sin embargo, no juega Riquelme. El hecho de que no esté Riquelme no debería asombrar, si tomamos sólo como muestra la temporada 2010/2011. En el Apertura, Román jugó un solo partido completo (vs. Argentinos Juniors en la Bombonera, el 6 de noviembre de 2010) y otro medio partido (vs. River, pidió el cambio a los diez minutos y fue reemplazado por Chávez en el entretiempo, el 16 de noviembre de 2010). Fue toda la prestación de Riquelme a su equipo en seis meses de calendario.

Como Boca, por cuarta vez consecutiva, no subía del décimo puesto en torneos locales y todo el pescado ya estaba vendido, se optó por dejar a Román a un costado, ponerlo bien para 2011 y, ahí sí, disfrutar al Riquelme soñado.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

En medio de esto, el presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, decidió contratar a Julio César Falcioni como técnico. Es más, hizo ingentes esfuerzos para que llegara al club. Hasta pisoteó ciertos límites éticos para lograr su objetivo. Siempre me pregunté si Falcioni y Riquelme podrían convivir. Román no hubiera elegido a Falcioni entre un millón de opciones. El diez siempre dijo que su entrenador preferido era Angel Cappa. Pero pensar en Cappa para dirigir a Boca, después de haber fracasado rotundamente en River, era una locura. Cappa esbozó algo (“no tendría problemas en dirigir a Boca”), aunque nadie tomó nota.

La cuestión fue que llegó Falcioni. Y Falcioni armó el esquema que prefiere, el famoso y malquerido 4-4-2. Para una buena parte del periodismo deportivo de la Argentina, el 4-4-2 es “defensivo”. Por supuesto, esto no es así. Hay muchísimos equipos en el mundo que lo practican y generan muchas situaciones de gol por partido. De hecho, Boca jugó en el verano con ese esquema y superó a todos los rivales que se le pusieron delante, salvo el último clásico con River en Mendoza. Me dirán: “Era un partido amistoso”; y es cierto. Pero no tenemos a mano más referencias.

Viendo lo que acaba de ocurrir, lo del verano podría tomarse como una pista de lo que el técnico quería. Riquelme no jugó ningún partido. Si Falcioni, realmente, deseaba armar un equipo “alrededor de Riquelme”, debería haberlo puesto al menos una vez. O probar en algún partido jugar con un enganche, para ver cómo funcionaría “el equipo de Riquelme”. Nunca lo hizo. Jugó con Chávez de un lado, con Colazo del otro, con Rivero y Somoza por el medio. Preparó al equipo para que funcione así. Tampoco parece estar Sebastián Battaglia en los planes de Falcioni, pero sacar a Battaglia y a Riquelme juntos sería demasiado. Rivero, Somoza y Erviti llegaron para ser titulares, eso es claro. Y poco a poco irán acomodándose. Que esta noche Erviti vaya al banco es coyuntural, sólo está referido al primer triunfo de Boca en el torneo. Pero Rivero, Somoza y Erviti van a jugar como titulares, tarde o temprano. El otro, de momento, será Battaglia. No por mucho tiempo más.

Riquelme concedió notas y conferencias de prensa en los últimos tiempos. Dijo estar “apenado” porque Borghi no lo dirigió más tiempo y habló loas de Miguel Angel Russo, el DT que lo dirigió en el último tramo brillante de su carrera, que fue la Copa Libertadores 2007. Nunca le tiró un centro a Falcioni, jamás dijo una palabra elogiosa sobre la marcha del equipo en el verano. Siempre habló de lo bien que estaba físicamente, de su gran pretemporada y de que los que hablaban mal eran “periodistas comprados”. Jamás dijo que le gustaba el esquema o algo similar. Cuando se quedó afuera del partido con Racing por un esguince de tobillo, marcó territorio: “Yo juego sólo de enganche y sólo con un esquema de 4-3-1-2. No soy doble cinco, en Boca nunca fui doble cinco”. Es más, subió la apuesta el lunes pasado, cuando la primera victoria de Boca ocupaba las primeras planas de los diarios. No es textual, pero dio a entender que el equipo le había parecido mejor en la derrota con Godoy Cruz que en la noche de tres puntos ante Racing. La crítica de Riquelme, solapadamente, fue para el esquema que el entrenador utilizó en uno y otro partido. Dijo, con razón, que ante Godoy Cruz Boca creó trece situaciones de gol y contra Racing, sólo tres, con Javier García como figura. Y que “siempre se preguntan si los buenos jugadores pueden jugar juntos y nunca cuestionan si los que marcan o destruyen pueden estar juntos”. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Esto último fue la gota que colmó el vaso de Falcioni, fue un disparo directo al corazón de su ideario futbolero. Falcioni dispuso premiar a los jugadores que le ganaron a Racing y les dará una segunda oportunidad (salvo cambios por lesión). Hay una sensación de castigo a Riquelme, por lo que viene diciendo, porque jamás le dio una palmada dialéctica al cuerpo técnico y porque cuestionó una decisión táctica.

Esta relación de Falcioni y Riquelme no se recompondrá jamás y, como siempre, dependerá de los resultados. Pero habrá que preguntarse en qué pensaban los dirigientes cuando trajeron a Falcioni, después de haberle renovado el contrato a Riquelme por cuatro años.

¿Acaso creían que Falcioni y Riquelme iban a andar por un camino de rosas, sabiendo que sus ideas futboleras son antagónicas? Ahora están en un problema. Tendrán que elegir entre ambos.

Los antecedentes no avalan a los directivos de Boca. Todas las decisiones sobre fútbol profesional que tomaron desde 2008 a la fecha fueron equivocadas. Ahora están como árbitros de un problema enorme. Tener a Falcioni adentro sin quórum popular y afuera a Riquelme declarando no parece ser el mejor de los escenarios, sobre todo en un año electoral y en una semana en la que una reunión de CD terminó a las trompadas.

El margen para fracasar es cero. Y fracasar sin Riquelme y con Falcioni es una combinación que, de sólo pensarla, da escalofríos en los pobres corazones xeneizes.