La vorágine política parece inigualable. Los anuncios y medidas de esta semana se hicieron a la velocidad de la luz. Como un avezado jugador de naipes, Macri canta sin mirar las cartas falta envido y truco en cuestiones económicas y políticas. Las consecuencias se verán después.
En lo económico, la semana estuvo signada por el levantamiento del cepo cambiario. De la ampulosidad de Axel Kicillof pasamos a un discreto Prat-Gay. Parece contraintuitivo que la dicción cerrada y el tono monótono del ministro de Finanzas sean atributos positivos para un político. Sin embargo, el que escuchó la conferencia de prensa del miércoles puede dar fe de que trasmite serenidad, profesionalismo y seriedad.
El mercado de cambios respondió con calma, sin sobresaltos. Esta medida hizo que el kirchnerismo reaccione, Kicillof dijo que era una devaluación brutal que golpea el bolsillo de los trabajadores. Le recordamos al ex ministro de Economía que el 26 de enero de 2014 en Página/12 declaró lo siguiente: “Los precios no dependen de la cotización del dólar”. ¿En qué quedamos Axel?
La unificación cambiaria tiene sus costos a corto plazo, pero se ignoran los beneficios sociales como la atracción de inversiones y, como consecuencia, la creación de empleo. El lunes Macri anunció el relajamiento de 5 puntos para las retenciones a la soja y la eliminación total para las cargas que pesaban sobre el trigo, el maíz, la carne y las economías regionales, alimentando así el ingreso de dólares al Banco Central y dinamizando la producción y la cadena de valor que comienza en el campo. Además, el Gobierno dejará sin efecto a partir del 31 de diciembre la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) impuesta por Guillermo Moreno. Las pymes (principal empleador) podrán abastecerse de los insumos necesarios para producir sin tanta burocracia distorsiva.
En cuanto a lo político, la semana estuvo plagada de anuncios y gestos del oficialismo y de la oposición. El sábado 12, Macri tuvo asistencia completa de los gobernadores en Olivos. Sin embargo, el lunes por la tarde el Gobierno anunció el nombramiento de dos prestigiosos juristas por decreto y en comisión (provisionalmente) sin pasar por el Senado, institución que representa a las provincias. Esto despertó críticas en lo operativo, pero no en los nombres. La señal fue clara: un juez peronista y otro con vínculos con el radicalismo. A Horacio Rosatti le sobran pergaminos académicos y éticos para el cargo, hay que recordar que como ministro de Justicia salió expelido de su puesto presuntamente por no querer firmar contratos de obra pública en cárceles con sobreprecios.
El currículum de Carlos Rosenkrantz es impresionante por su formación en el exterior, su producción académica y sus vínculos políticos aceitados. Como rector de la Universidad de San Andrés es un correcto administrador de recursos, muy generoso con los grandes donantes, aunque poco empático con profesores y graduados.
El jueves, Macri dio marcha atrás e impulsó el mecanismo institucional para los nombramientos de los ministros de la Corte.
Gran acierto del Presidente en volver sobre sus pasos. Las críticas de Cobos y Gil Lavedra hicieron mella en la coalición gobernante, pero lo que pesó más fue la crítica de toda la oposición, desde Stolbizer hasta el FpV. La realidad es que Cambiemos tiene minoría en las dos cámaras del Congreso. Sin embargo, no será imposible sancionar leyes que necesiten mayorías calificadas.
La carta guardada del gobierno nacional es el costo de oportunidad en que los gobernadores de provincias poco pobladas y sobrerrepresentadas pueden incurrir si no consensúan. Si éste fuera el caso, las transferencias de recursos federales pueden dirigirse mayoritariamente a provincias gobernadas por la coalición gobernante o provincias que son peronistas, pero que no comulgan con el FpV, todas bien o relativamente pobladas y que permiten buenos augurios para las elecciones de 2017.
Cambiemos gobierna la Ciudad, Buenos Aires, Mendoza, Corrientes y Jujuy, y tiene buen diálogo con los gobernadores de Salta y Córdoba. A esto hay que agregarle una buena base electoral en esta última y Santa Fe. Si los gobernadores de provincias poco pobladas y necesitadas de financiamiento son persuadidos, en los próximos meses es probable ver desprendimientos eventuales en temas sensibles en el bloque del FpV.
De hecho, esta semana comenzaron a aparecer señales de determinados intendentes de la provincia de Buenos Aires que se despegan sin sonrojarse del FpV para volver al peronismo ortodoxo. La dinámica de la interna peronista es clave para este gobierno; dividir y reinar con transferencias selectivas es el objetivo.
Martín Sabbatella resiste organizando eventos. En una semana de gobierno macrista organizó tres.
El viernes 11 un abrazo a la Afsca, el lunes 14 promovió una movilización a Plaza de Mayo y el jueves 18 otra en la plaza Congreso. La derrota en la provincia de Buenos Aires y en el pago chico hace que el ex intendente de Morón se movilice para no perder su única fuente de financiamiento para Nuevo Encuentro.
La realidad es que la Ley de Medios nació obsoleta en tiempos de convergencia tecnológica; por eso el ministro de Comunicación, Oscar Aguad, se animó a adelantar que esa norma no va a subsistir.
Por último, es loable el sinceramiento en dos problemas sensibles. El martes, Juan José Aranguren declaró la emergencia del sistema eléctrico hasta 2017. Según el diagnóstico del ministro de Energía, en 2003 teníamos cuatro cortes por persona por año y en 2014, cinco. En cuanto a la duración de las interrupciones, en 2003 eran seis horas por usuario por año y en 2014; 33.
Por otra parte, el jueves Patricia Bullrich, junto con el Consejo de Seguridad Interior, anunció la emergencia en seguridad, lo que habilitará procesos más rápidos en la licitación de equipamiento, unificación de bases de datos policiales y revisión de esquemas de seguridad.
Pero esto no es todo, todavía queda mucho por implementar.
Hay que levantar las cartas y jugar.
*Politólogo @martinkunik