COLUMNISTAS
fantasmas oficiales

Fin inexorable

Las imágenes que dejan La Cámpora, el conflicto con los buitres y la visita al Papa.

Mateando en San Pedro.
| Dibujo: Pablo Temes

La aparición y el pobre discurso de Máximo Kirchner en el acto organizado por La Cámpora fue la expresión más acabada de reconocimiento del inexorable fin de ciclo al que se enfrenta el oficialismo. Sin un Kirchner en el poder, el destino del kirchnerismo es incierto. Esa incertidumbre se proyecta sobre el futuro de la militancia rentada sobre la que La Cámpora cimentó su estructura y su acción. Sin la plata del Estado, esa estructura y esa acción serán muy difíciles de sostener.

Uno de los hechos más escandalosos de los que vienen sucediendo en los últimos meses es el de los nombramientos de militantes de la agrupación que lidera Máximo en cargos estatales que impulsa su madre, la Presidenta. La evaluación que se hace del desempeño de la inmensa mayoría de esos nuevos funcionarios es lapidaria: escasa idoneidad y poco apego al trabajo.

Uno de los que lo señala con mayor insistencia es el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, cuyo enfrentamiento con Axel Kicillof se agudiza. El ministro de Economía, Ajuste, Devaluación, Inflación e Improvisación, no calla sus críticas y su desprecio por Fábrega quien, a su vez, trata a varios de los funcionarios que acompañan a Kicillof directamente de “vagos”. Un caso particular es el del secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, a quien el desempeño de su cargo le produce un estrés que repercute sobre su salud, generándole ataques de pánico. Esto, que es conocido por todos los que frecuentan los despachos de la secretaría, ha hecho que muchos empresarios hayan empezado a extrañar a Guillermo Moreno.

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El Niágara de tuits que la Presidenta desgranó el jueves escribiendo el complot contra su gobierno incitado por los EE.UU. constituye una ventana única para corroborar la psicología de su pensamiento. Uno de los males que acarrea la enfermedad del poder es la visión conspirativa de la realidad. Este gobierno ha sido rico en la utilización de este recurso. Desde la batalla por la 125 hasta aquí las supuestas conspiraciones desestabilizadoras y destituyentes denunciadas por Cristina Fernández de Kirchner han sido numerosas. Ninguno de esos hechos pronosticados con giros tremendistas se concretó. El problema que tiene el Gobierno en su disputa contra los holdouts es el fallo adverso del juez Thomas Griesa, que acaba de ser reafirmado por la Corte de Apelaciones en Nueva York. José Bordón, que fue embajador de la Argentina en EE.UU. durante la gestión de Néstor Kirchner, señaló la impericia con la que la Presidenta, su ministro de Economía y su canciller, Héctor Timerman, han manejado esta situación. “El Gobierno perdió la noción de la negociación”, sentenció Bordón, un conocedor del entramado que se vive en Washington.

Desde ese punto de vista, la insignificancia de la gestión de la actual embajadora ante Barack Obama, Cecilia Nahón, no ha hecho más que agregar lejanía a la ya distante relación que hoy mantienen los dos países. Colocar a Obama en calidad de jefe de la supuesta conspiración destituyente concebida desde su administración contra Fernández de Kirchner ha constituido un grosero error. Si el canciller y la embajadora se hubieran dedicado a estudiar un poco los antecedentes del caso se habrían enterado de que Obama podría haber activado la cláusula “Comity” (De Cortesía) para dejar de lado el fallo de Griesa. Pero para que ello hubiese sucedido, el Gobierno debería haber actuado con una estrategia ensamblada a una política exterior inteligente, atributo del cual hoy carece.

La única solución para este asunto es un arreglo que contemple el cumplimiento del fallo. Sobre eso hablará la Presidenta cuando se encuentre con George Soros en Nueva York. El financista, titular de un fondo especulativo, podría ser la llave para destrabar el tema. Soros tiene bonos de la deuda e inversiones en YPF. Es decir, es un damnificado directo por el fallo de Griesa. Antes del fin de la dramática negociación del 30 de julio pasado entre Kicillof, los abogados del fondo NML y el mediador Pollack, el magnate ofreció pagar la deuda reclamada por Paul Singer. Esa oferta, que tuvo una respuesta negativa del Gobierno, se ha mantenido en pie. Habrá que ver qué pasa en esta instancia.

La falta de dólares acentúa sus efectos nocivos sobre nuestra economía. La deuda que acumulan las empresas cuya producción depende de insumos importados rodea ya los US$ 5.500 millones. La imposibilidad de girar esos montos está paralizando a muchas de ellas. El temor que crece es que para la cancelación de esa deuda el Gobierno no les dará dólares sino bonos. Eso acarrearía, como consecuencia, una mayor caída de la productividad con la consecuente secuela de nuevas suspensiones y pérdidas de puestos de trabajo.

La reunión entre el papa Francisco y la Presidenta fue cálida y distendida. Ambos se tutean. Se habló de la situación internacional. No hubo ninguna manifestación oficial y pública del Santo Padre sobre los fondos buitre. La delegación elegida por Fernández de Kirchner es un indicio de su encierro político sobre La Cámpora. Haber expuesto al Papa a una foto con José Ottavis, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, ha sido una falta de consideración hacia Francisco. Ottavis ha sido denunciado ante la Justicia por su ex esposa por violencia de género. Parece que eso a la Presidenta le importa tanto como la nada.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.