Mientras el resto de la política elongaba para la recta final de la campaña presidencial, el gobierno encaró un sprint cargado de sorpresas para actores de peso como el grupo Clarín, Fintech (David Martínez), Cristóbal López, Sergio Szpolski, el grupo Vila-Manzano y editorial Perfil.
A través de la autoridad de aplicación de telecomunicaciones, AFTIC, donde tiene mayoría, el gobierno desautorizó primero la compra de Nextel por parte del grupo Clarín y luego, en una decisión que además contó con el aval de los directores de la oposición (UCR y massismo), denegó el ingreso de Fintech, de David
Martínez, a Telecom Argentina, uno de los gigantes del sector infocomunicacional. Antes había formalizado la cancelación de una porción de espectro para el grupo Vila-Manzano en telefonía móvil 4G, porque su propuesta carecía de respaldo económico. En paralelo, el órgano regulador del audiovisual, AFSCA (en este caso sólo con los votos del oficialismo), declaró fracasado el concurso licencias de tv digital donde competían la editorial Perfil (dueña de este medio), Índalo de Cristóbal López y el grupo Szpolski. El gobierno descalificó a
Perfil por motivos políticos (ver http://www.perfil.com/columnistas/Ley-de-Medios-a-prueba-20151010-0075.html). El concurso volvió a convocarse pero ¿se definirá antes del recambio presidencial?
Pero más allá de su respaldo legal o su razonabilidad hay otra forma de analizar estas decisiones, y es la novedad de un gobierno que en el último tramo de gestión adopte medidas que perjudican intereses de grandes actores económicos de medios y telecomunicaciones. Es el reverso de la autorización de Néstor Kirchner, en su último día hábil como presidente, para que se fusionaran Cablevisión y Multicanal.
La negativa al ingreso de Martínez (Fintech) a Telecom Argentina, sobre el que pidió permiso hace dos años, tuvo menos repercusión que el veto a la operación de Clarín en Nextel, pero es una decisión más importante e inesperada. Acreedor externo de deuda argentina con el que el gobierno trabajó en su litigio contra los fondos buitre, el mexicano Martínez es además socio minoritario del grupo Clarín en Cablevisión/Fibertel (40%). Nunca se enemistó con el gobierno y en las escaladas de la confrontación entre el kirchnerismo y Clarín exhibió dotes diplomáticas a dos bandas. Tal vez ese equilibrio condenó su codiciado control de una firma que detenta la mitad de la telefonía fija, un tercio de la telefonía móvil y un tercio de las conexiones a Internet por banda ancha de la Argentina. Telecom es, económicamente, más sólido que el grupo Clarín. El rechazo a Martínez, ¿implica que el gobierno aspira a colocar en Telecom un empresario todavía más cercano? Nuevamente, una carrera contra reloj.
En los casos Nextel/Clarín como Telecom/Fintech el gobierno desempolvó antecedentes lejanos, expedientes que parecían archivados y que atravesaron en algunos casos siete gobiernos (sin contar los de la seguidilla de diciembre 2001). El método empleado, de extenderse al resto del sector, dejaría un mercado yermo de operadores ya que todos incumplieron algunas de las cientos de disposiciones y resoluciones acumuladas desde los pliegos de la privatización de ENTel.
Este hiperactivo final es percibido con recelo por el sciolismo, que anticipó a responsables de la política de medios kirchneristas que harán importantes cambios si ganan las elecciones y, por supuesto, con mayor distancia por el macrismo y el massismo. La intensidad del gobierno es una demostración de fuerza que no sólo desactivó el mito del pato rengo (el gobernante que renueva tiende a disminuir su poder de intervención), sino que insinúa, desde organismos descentralizados cuyos titulares tienen mandato hasta 2017, el ejercicio de márgenes de autonomía e hipótesis de confrontación con el Poder Ejecutivo desconocidos hasta ahora por AFSCA y AFTIC.
*Especialista en medios. (En Twitter @aracalacana).