Laura Wittner traduce Swimming Studies, de Leanne Shapton, que se baña en el estanque de Hampstead Heath. El ciclo “Alta Traición”, curado por Ariel Dilon y Martina Fernández Polcuch, filma esta lectura (que saldrá en Blatt y Ríos) y agrega otras de Wittner acerca del arte de traducir. La combinación trasciende cualquier tecnicismo de traductores, salvo que por tecnicismo consideremos la respiración, el olfato, el tacto, el viaje. Traducir como modo de vida, traicionar como modo de ser fiel al acto ilusorio del espejo.
Shapton describe ese paraíso secreto al norte de Londres, donde doce meses al año hombres y mujeres se zambullen en aguas heladas sin importarles el por qué. El estanque de hombres es amplio y transparente; el de mujeres está escondido de las miradas y es más pequeño. El mixto, algo más barroso, parece no tener la misma gracia de ninguno de los otros dos. Algo de la tradición bulle en esa anacrónica división por géneros, que Shapton dibuja en trazos leves: olores, vestuarios, temperaturas.
Wittner visita los estanques y se baña en las mismas aguas que su traducida. Igual que ella, duda del comportamiento correcto bajo la ducha a cielo abierto o del cambio de ropa. Y hace lo que haría cualquiera ante una tradición ajena: imitar a los demás. No sólo traduce las palabras, sino también los aromas, las respiraciones, las indecisiones, el frío, la tibieza. Para describir un verde u otro hay que poder verlos.
Traducir es bañarse en agua de otro y anotar la sensación que entiende el cuerpo y que despunta –como un ejercicio entrenable– en las palabras.