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Funes, desmemoriado

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Hace poco, en un acto en El Calafate, la Presidenta elogió con mucho entusiasmo a un periodista. ¿A John Reed? ¿A Gregorio Selser? ¿A nuestro Rodolfo Walsh? O para llegar a los vivos, ¿a Horacio Verbitsky, o al menos a Horacio Embón? Nada de eso. Sus elogios fueron para Roberto Funes (“Robertito”, lo llamó la Presidenta) periodista de C5N, presente en ese acto. La Presidenta elogió su estilo (“es lo más elegante que hay en la televisión hoy, lejos”) y su ánimo (“es divino, tiene buena onda, te hace sentir bien”). Funes saludó mano en alto, recibió algunos aplausos, y la Presidenta continuó con una crítica dedicada supuestamente a Tinelli, tal como lo reflejaron todos los medios. Para los que no lo saben, Funes es un cronista televisivo de temas frívolos, triviales, pavotes, que suelen rozar la vergüenza ajena. Persigue chicas en las payas de Punta del Este para preguntarles qué bronceador usan mientras las cámaras les enfocan bien el culo, entrevista a jóvenes en los bares de Palermo para saber si la cerveza está fría y si están de trampa. Vestido con un look levemente dandi (el día del acto tenía una botas de cuero marrón por sobre el pantalón, bien ajustadas a hasta las rodillas, y un saco que le daba un aire de polista) una vez lo vi entrevistar a un perro, y otra vez tocar una guitarra sin cuerdas. Funes es, no hace falta aclararlo, un periodista menor, de un género menor, que no debería tener una transcendencia mayor. Pero ese es el periodista que le gusta a la Presidenta, lo cual dice bastante de la Presidenta.

Como un tema menor, supuse que iba a quedar ahí. Error. Alcanzó que la Presidenta lo elogiara, incluso por razones frívolas (aunque todos sabemos –Cristina Kirchner más que nadie– que la frivolidad intelectual es también una política) para que se abalanzara sobre Funes una campaña de escrache del Grupo Clarín. Primero en los cloacales programas matutinos de Radio Mitre, y luego en la versión web del diario, en una nota titulada Roberto Funes Ugarte, el periodista preferido de la presidenta, y en otra bajo el inolvidable título de El insólito pasado oculto de Robertito Funes. Leer el título y hacerme preguntas fue todo uno. ¿Qué es en verdad “un pasado oculto”? Por un momento pensé en lo peor, y no se porqué, por mi cabeza pasaron la historia de Papel Prensa, los 84 trabajadores de prensa desaparecidos durante la dictadura y los 17 asesinados, la foto de Van der Kooy estrechándole la mano a Videla. También pasaron otras elucubraciones, escenas de sexo, drogas duras, condenas penales. Todo eso bien podría entrar en la historia oscura, pero lo oscuro de la historia estaba antecedido por otro término, casi literario: insólito. ¿Qué vuelve insólito un pasado oscuro? En ese instante me di cuenta de que tenía que terminar con esas bifurcaciones que no conducían a nada y me entregué a la lectura de la nota. El insólito pasado oscuro de Robertito Funes reside en que en 2000 fue bailarín de Lía Crucet en el programa de Carmen Barbieri. ¡Tremenda denuncia!

Y así, mientras esa operacioncita y su contraoperacioneta acababan (hasta que comenzaran las siguientes, dedicadas a los escritores que viajan al Salón del Libro de París) me puse a releer Funes el memorioso, de Borges, en donde encontré esta bella frase: “La voz de Funes, desde la oscuridad, seguía hablando”.