El presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, sentado a la derecha del mandatario
norteamericano George. W. Bush (a su izquierda se encontraba el presidente chino, Hu Jintao),
propuso el sábado 15 en Washington el parágrafo 13 de la Declaración conjunta del Grupo de los
Veinte (G-20), integrado por los siete países capitalistas avanzados, encabezados por los Estados
Unidos, y 13 emergentes, liderados por China, India, Rusia y Brasil.
Dice el parágrafo 13: “Subrayamos la importancia vital de rechazar el proteccionismo y
de no volver atrás en tiempos de incertidumbre financiera. En este sentido, en los próximos doce
meses nos abstendremos de imponer barreras a la inversión y al comercio de bienes y servicios,
establecer nuevas restricciones a las exportaciones o poner en marcha medidas para estimular las
ventas al exterior que choquen con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además, nos
esforzaremos para llegar este año a un acuerdo para cerrar la Ronda de Doha de la OMC”.
Lula subrayó el miércoles en San Pablo: “Cerrar la Ronda de Doha con un acuerdo sería
una señal extraordinaria para enfrentar la crisis financiera. Si el comercio internacional vuelve a
fluir con facilidad, tendremos posibilidades de conseguir que la crisis sea más corta (…) En
los seis años que llevo en la presidencia de Brasil, la cumbre del G-20 ha sido la reunión
multilateral más importante de la que he participado; ante todo, porque hubo consenso en no volver
al proteccionismo”.
El G-20 ratificó los principios de la economía capitalista de mercado (parágrafo 12), y
sostuvo que las reformas al sistema financiero “sólo tendrán éxito si se basan en un
compromiso con los principios del libre mercado, incluyendo el imperio de la ley (rule of law), el
respeto a la propiedad privada, el comercio y la inversión libres, los mercados competitivos y
eficientes, efectivamente regulados. Pero hay que evitar la sobrerregulación que podría dañar el
crecimiento económico y exacerbar la contracción de los flujos de capital, sobre todo a los países
en desarrollo”.
Los países del G-20 –ante todo EE.UU., China, India, Rusia y Brasil– subrayaron
que los principios de la economía capitalista de mercado “son esenciales para el crecimiento
económico y la prosperidad, y han hecho que millones de personas abandonen la pobreza, y
contribuido significativamente al aumento de la calidad de vida del mundo”. La cumbre del
G-20, en suma, estableció un “nuevo Consenso de Washington”, fundado en la defensa
irrestricta de las reglas del capitalismo en su fase de globalización.
En julio de 2008 se frustraron en Ginebra las negociaciones de la Ronda Doha de la OMC, por
un desacuerdo entre EE.UU. e India sobre los límites de la protección a la producción agrícola en
el mercado indio.
Pero el hecho es que Brasil llegó allí a un acuerdo con EE.UU. y la Unión Europea para
rebajar los aranceles industriales en los países emergentes, en contrapartida a una apertura de los
mercados agrícolas del G-7, con una disminución significativa de los subsidios a la producción.
Lula afirmó que este giro histórico de Brasil –el país más proteccionista del mundo en
el siglo XX– se hacía “en defensa de los países más pobres de Asia, Africa y América
latina”, cuyo potencial productivo, centrado en el sector agrícola, es estrangulado por el
proteccionismo de la UE y los EE.UU.
Brasil es el segundo mayor exportador mundial de alimentos después de EE.UU., y la
competitividad de su sector agrícola, especialmente en el hipercapitalizado segmento de
agrobusiness –compuesto por gigantescas unidades productivas situadas en la frontera
tecnológica– hace que el proteccionismo europeo y norteamericano sea casi irrelevante para
sus exportaciones; en cambio, es crucial para los países pobres, al punto de
“estrangularlos”.
Su superior productividad agrícola le otorga a Brasil una dimensión mundial en el mercado de
alimentos. Por eso, presume que el cierre exitoso de la Ronda de Doha es un impulso fundamental
para profundizar la globalización del sistema capitalista, en especial en esta etapa de crisis
financiera y recesión en los países avanzados.
La segunda presunción brasileña es que los perjuicios que pueda experimentar su industria por
una rebaja de aranceles pueden ser más que compensados por la potencia y la productividad de su
agrobusiness, volcado al mercado mundial.
“El mundo gira hacia un sistema multipolar con EE.UU. menos dominante y potencias
emergentes como China e India cada vez con mayor poder”, sostiene The Global Trends 2025,
presentado esta semana por el Consejo de Inteligencia norteamericano. Además, de EE.UU., China e
India, hay que agregar a Rusia y Brasil en el nuevo directorio del poder mundial.
*Analista político.