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ideales

Garchar garpa

11-10-2020-Perfil logo
. | CEDOC PERFIL

Nadie tendría por qué reprochar a la festiva abuela Tolosa Paz que recurra sin protección alguna a los recursos de la lengua popular para reanimar un tanto la morcillona campaña de las PASO. De hecho, hasta sus opositores deben de haber reconocido in pectore el hallazgo verbal, aunque luego la denostaron con argumentos que dan vergüenza ajena, como los que esgrimen en casi todos los ámbitos, con la plétora de indignación moral y reclamaciones de eficiencia que parecieran provenir de almas puras que nunca gobernaron. Por otra parte, es cierto que las promesas de campaña del oficialismo son menos excitantes que la promesa de un beso de una vieja sin dientes (espero que no me cancelen por gerontofóbico; quizá tendría que reemplazar vieja por adulta mayor). 

Al repudio de la expresión de doña Paz se sumaron también, con argumentos propios de la oposición, las dos moléculas locas del peronismo. Guillermo Moreno, ofendido porque nadie le ofreció un puesto de controlador de precios (función que supo ejercer con singular garbo) y Sergio Berni, travestido de Patricia Bullrich dentro de un gobierno del que participa. En fin. Este es el campo discursivo actual, flanqueado a derecha por Javier Milei, que reivindica la partuza si uno paga los gastos y no le cobran impuestos estatales al polvo, y el trotskismo, que siempre tuvo por conducta el libérrimo amor libre. 

Así las cosas, un reconocimiento: garchar a lo pavote, morfar como un chancho y ser feliz, son ideales que en Argentina se volvieron inalcanzables. La utopía hedónica la postuló Paul Lafargue en El derecho a la pereza. La del peronismo como productor de goce y distribuidor social de dicha la formula localmente el grandísimo pintor Daniel Santoro, cuyos cuadros basados en los mitos peronistas y antiperonistas suelen mejorar las posesiones de los peronistas y antiperonistas que tienen el gusto y la biyuya suficientes para pagarlos.

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