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Gente rota

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| Cedoc

Hay gente que cree que los audios de los videos de Gabriel Lucero para Gente rota son “reales”, “auténticos”. Muchos lo son, pero otros son creaciones deliciosas que se complementan muy bien con los dibujos animados que los acompañan. Aquella señora que espera respuesta de su “interlocutora” mientras mantiene apretado el botón de grabar y su marido pierde la paciencia es verosímil. Lo es menos el del señor que susurra palabras tiernas a su amante y la irrupción de su esposa a los gritos, sin que él atine a aflojar el dedo, o el audio del que grita de terror porque hay una cucaracha volando en la cocina. El terror paraliza, pero no a tal punto.

Lo mismo con la realidad cotidiana y la política: hay gente que cree que la protesta policial tenía un fundamento “destituyente”, y que había sido estimulada por la coalición opositora. O gente que cree que los redoblados cepos, grilletes, radares cambiarios y prohibiciones apuntan al Bien Común, el Norte indiscutible del Movimiento Peronista, que por eso no necesita de un plan de gobierno, porque la única meta es el Bien Supremo Peronista, siempre amenazado por las maquinaciones de la Clase Media Gorila. 

La verdad (si la hay) es que el Peronismo es como una Madre Tóxica: no tolera que no lo necesiten y desarrolla contra los independizados toda su malevolencia. 

La izquierda, que últimamente parece haber perdido la capacidad de diagnóstico, bien pronto deberá salir de su sopor y plantear un plan de acción además de por qué hay que leer a Trotsky.