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Contratapa

Gracias por tanto interés

Ser tapa tres veces no en un año entero sino en dos meses, como me ha tocado a mí serlo en la revista 7 Días, eso sí que son palabras mayores. Y si a esto lo acompaña una campaña en las carteleras municipales, más aún (en vía pública fueron cuatro “tapas”, porque en otra edición en la que fui título de tapa, en los carteles me “destacaron” como tema principal).

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3 TAPAS EN 2 MESES dedicadas al director de PERFIL por la revista 7 Días. Derecha: la de esta semana.

En los últimos doce meses la revista Gente publicó tres tapas sólo de Susana Giménez, Pampita y Emilia Attías; Tinelli sólo mereció una. En la revista Caras también lograron salir tres veces en tapa a lo largo de todo un año sólo un puñado de personajes: Susana Giménez, Araceli y Nancy Dupláa, por su boda. En la revista Noticias, en cambio, ningún personaje, excepto el Presidente, logró alcanzar tres tapas, pero hay varios casos de dos tapas, entre ellos Cristina Kirchner, De Vido, Macri y Jesús, sí, el hijo de Dios. Ahora, ser tapa tres veces no en un año entero sino en dos meses, como me ha tocado a mí serlo en la revista 7 Días, eso sí que son palabras mayores. Y si a esto lo acompaña una campaña en las carteleras municipales, más aún (en vía pública fueron cuatro “tapas”, porque en otra edición en la que fui título de tapa, en los carteles me “destacaron” como tema principal).
Como en todo exceso, el Gobierno logra el efecto contrario al buscado. Cada nueva acusación confirma la intencionalidad de la anterior, en una escalada antropofágica donde lo que se consume no es la reputación del atacado sino la credibilidad del atacante.
El título de la acusación de esta semana es “Las cuentas oscuras de Fontevecchia y Perfil S.A.”. El copete dice: “Según los registros de la IGJ, el CEO es el representante legal de dos sociedades off-shore –pero no figura como propietario– en St. Helier, Jersey, un paraíso fiscal bajo protectorado británico. El concurso de acreedores de Editorial Perfil cumplió cinco años. Las maniobras para completar el plan de traspaso de capitales”.
La nota tiene dos focos: la estructura societaria internacional de Perfil y el concurso de acreedores de Editorial Perfil S.A. y Diario Perfil S.A..
Sobre la estructura societaria dice: “Si el Grupo Perfil que lidera Jorge Fontevecchia poseyera la mayor parte de su patrimonio en el exterior, en un paraíso fiscal británico libre de impuestos, el hecho podría interpretarse como una operación para intentar vaciar la compañía”. “¿A quién pertenece Perfil en realidad?”. “¿Es Fontevecchia un testaferro de capitales multinacionales?”. Y concluye: “Ahora se sabe: donde se publica ‘puro’ debe decirse ‘espúreo’ (sic, en lugar de espurio). Una nueva lección que ayuda a entender la realidad”.
Y hay un recuadro de un tributarista donde se explica que las sociedades off-shore se adquieren “con el fin de enviar fondos” al exterior “y eludir impuestos en el país de origen”. Lo que es absolutamente cierto pero nada tiene que ver con Perfil.
En mis 30 años como editor he fundado editoriales y lanzado publicaciones en siete países. En tres de esos países directamente me fui a vivir: el caso más conocido es Brasil, donde viví en 1987-1988 y en 1993-1994. Ninguna de esas empresas está en paraísos fiscales sino en los países donde se editan las publicaciones: Editora Caras S.A. es una empresa brasileña regida por las leyes de ese país y paga sus impuestos en ese país, o Perfil Chile S.A. es una empresa chilena que también paga sus impuestos en ese país. Y obviamente lo mismo vale para Editorial Perfil S.A. y Diario Perfil S.A.: son empresas argentinas que pagan sus impuestos en la Argentina.
Luego, todas las organizaciones con varias empresas precisan ineludiblemente de una sociedad que las aglutine, a la que se denomina holding (en inglés hold significa unir, asir, juntar). Y si las distintas empresas son en países diferentes, ese holding está en un tercer país que reconozca los impuestos pagos en cada uno de los países donde están las empresas operativas. Todas las empresas de comunicación del mundo que actúan en varios países están obligadas a tener un holding que actúe de empresa madre.
Esto nada tiene que ver con disfrazar bienes argentinos colocándolos en el exterior, utilizando empresas fantasmas, generalmente con nombres de fantasía, en paraísos fiscales para no pagar impuestos. Las nuestras son empresas genuinamente extranjeras, con denominaciones transparentes e inequívocas, y actividades productivas en otros países y no en la Argentina. Un ejemplo didáctico: no se trata de una empresa argentina como podría ser la exitosa Arcor, que exporta a todo el mundo y tiene filiales –de una empresa argentina– en varios países. En el caso de las editoriales de Perfil no se exporta trabajo, ni materiales ni ninguna fabricación argentina: las revistas que salen en Brasil son hechas por periodistas brasileños, así como, por ejemplo, Caras Portugal o Caras Angola son hechas por periodistas portugueses o angoleños.
En respuesta a los párrafos de 7 Días que dicen: “¿A quién pertenece Perfil en realidad?” y que Jorge Fontevecchia “es representante legal de dos sociedades off-shore pero no figura como propietario”, refiriéndose explícitamente a la citada Perfil Limited de Jersey, digo: no figuro como propietario porque el propietario es precisamente el holding que se llama Perfil Gmh con sede en Austria (que no es ningún paraíso fiscal), del que yo soy su propietario, como consta en mi declaración jurada frente a la AFIP. Para eso son los holdings, para organizar y unificar la propiedad.
El otro foco de la nota está colocado en el concurso de acreedores de Editorial Perfil S.A. y Diario Perfil S.A.. La nota está plagada de errores, como por ejemplo cuando dice: “En Brasil, las empresas que participaban del Grupo Perfil también se concursaron”, lo que nunca sucedió. O cita empresas de Abril de Brasil, la mayor editorial de Iberoamérica, como de Perfil.
Editorial Perfil se concursó el 27 de diciembre de 2001, y lo hizo para garantizar la continuidad de las ediciones, porque ese mes de diciembre, a causa del corralito (en los kioscos no se paga con tarjeta o cheque una revista) y por ser Perfil la empresa de mayor cantidad de ejemplares, nos presentaron la quiebra y dejaron de pagar el distribuidor de Capital y Gran Buenos Aires, el de Córdoba, los de varias plazas intermedias del interior e incluso el de Montevideo. En la publicidad sucedía algo parecido: hasta David Ratto presentó directamente su propia quiebra. Y quien era por entonces nuestro principal cliente de impresión con 300.000 ejemplares diarios, el mundialmente exitoso creador de los diarios gratuitos de 58 países, Metro, cerró sus oficinas en Buenos Aires, declaró su quiebra en Argentina y le dejó a Editorial Perfil impagos la impresión y el papel de varios meses.
Los propios síndicos de la Justicia Comercial dijeron en su dictamen que “pocas veces se han visto empresas donde los accionistas hayan aportado e invertido tanto para garantizar la continuidad de la empresa”. Durante los años anteriores y los posteriores al concurso, lejos de enviar fondos al extranjero, como dice 7 Días, nunca se paró de traer fondos del extranjero: sólo el relanzamiento del diario PERFIL consumió, en 2006, $14 millones de pérdida según los mismos balances que menciona la nota, pero donde sólo se destacan los 3 millones de pesos que ganó Editorial Perfil con revistas.
El reconocimiento de los acreedores a la honestidad de la empresa se plasma en el hecho inédito de que el 93% de ellos aprobó el plan de pagos.
¿Qué más se puede decir? No les importa: volverán dentro de algunas semanas, como lo hicieron con la disparatada acusación de ser vocero de Videla y Massera, con nuevas “pruebas definitivas” y nuevos carteles del secretario de Medios, Pepe Albistur. Pero nuestros lectores, y espero que progresivamente cada vez más argentinos, saben distinguir el periodismo de la propaganda política.