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el chueco mazzon

Guardián del peronismo

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Murió con una sonrisa, recuerda su hijo Mauricio. El Chueco Mazzón, el 7 de agosto y horas antes de las PASO, festejaba con humor el increíble y laborioso trabajo que realizó Duran Barba para que el peronismo obtuviera mayor caudal de votos. Operador estrella y conocedor territorial. “Nadie se acuerda cómo era el peronismo antes del Chueco”, dice la periodista Silvia Mercado. “Un tapado de bajo perfil, un laburante armador y defensor del peronismo tradicional –lo define el también operador Juan José Alvarez–, con gran experiencia  en la legislación electoral  y la  Justicia federal”. Julio Bárbaro pone el punto en que “la agenda del Chueco era la esencia del padrón partidario”.

Empezó en Mendoza, militando en Guardia de Hierro, tomando al pie de la letra las enseñanzas ortodoxas  del Gallego Alvarez. Nunca se desprendió de esa cuna política ni del protagonismo central de su provincia. Hizo base en Capital en 1986, como mentor de José Luis Manzano, al frente del bloque de diputados. Desde entonces, siguió pegado al poder, lo detentara quien fuera: Cafiero, Menem, Duhalde o los K. Nada detenía su obsesión de reproducir al peronismo. Gestor de alianzas y negociaciones con gobernadores, intendentes, concejales. Ninguno era descartable, ni el vencido ni el débil. Componedor de la estructura partidaria, ese club que aún no deja de enamorar, su fuerte compromiso militante era su caudal de poder.

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Sólo una vez se animó a ganar visibilidad: fue funcionario de Manzano en el Ministerio del Interior, pero lo golpearon fuerte por su pasado. Preso  en los 80 por fraude en un Registro Nacional del Automotor en Mendoza. Aprendió la lección. Nunca más buscó ser elegido ni ser candidato, asumió su acción  en las sombras. Era un teléfono que sonaba sin parar para defender el proyecto colectivo con el que siempre soñó. Más que en ideología su armado se basaba en una estructura solidaria de poder. Al servicio del que ganaba, siempre heredero del poder anterior.

Lector incansable de diarios y libros especializados. Subrayaba con diferentes colores según la temática. Metódico, cuenta  Mauricio, el Chuequito y su heredero político, antes de una reunión importante escribía lo que iba a plantear. Su rigurosidad sistemática se formó en la carrera de Ingeniero en Petróleo, que no pudo terminar. En épocas de Onganía, lo echaron de la facultad faltándole una materia que nunca quiso retomar. Austero, no le gustaba exteriorizar el lujo ni el éxito, la antítesis de Manzano. Vivió siempre en Caballito y veraneaba en Mar del Plata. Amiguero, ultraconservador, protector de vecinos y amigos, enemigo de cualquier renovación. Siempre benefactor de conocidos antes que de nuevos militantes. Huía de los periodistas, atrincherado en el bajo perfil.

Enemigo acérrimo del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, ultradefensor de la transversalidad a la cual él no adhería. Ni hablar de que Ocaña o Zaffaroni ocuparan los lugares de ortodoxos y progresistas, pero siempre peronistas. Después, su lucha frontal con el Chino Zannini, que siempre detestó al PJ. Y al final, Cristina le había advertido: “Poné a los pibes”. No cumplió en Mendoza ni en Santa Fe. Fue Zannini quien el 9 de marzo lo echó. Scioli le ofreció una oficina en el Banco Provincia, pero la rechazó: “A vos te sirvo más afuera que adentro”.

El congreso peronista lo reparó con una estampita a San Chueco Mazzón aludiendo a su inspiración divina que “opera nuestro destino”. Era el 8 de mayo y se recuerda como la más dulce de las reuniones partidarias, se duplicaron los cargos de 75 a 145, cada uno se llevó un carguito (el kirchnerismo 30) y se fumó la pipa de la paz.

Scioli, conmovido por la pérdida de su asesor y pieza irremplazable de museo, lo despidió en su discurso de las PASO, con el desagrado visible de Zannini. Con Mazzón se fue un conservadorismo militante que no acepta que la historia cambió. Que el peronismo es kirchnerismo. Que hay una nueva generación de militantes que cambiaron el presente y nada es igual.  Scioli deberá no quedarse pegado al pasado para ganar el futuro.

*Socióloga y periodista.