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Hay que considerar el contexto

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Cuando se habla de paritarias es necesario precisar en qué marco y en qué contexto. Caso contrario, parecería exagerado atribuir un impacto macroeconómico tan relevante a la simple y periódica discusión de los salarios de convenio.

El sistema de relaciones laborales colectivo argentino es fuertemente centralizado, basado en un esquema de representación sindical que otorga a la asociación numéricamente más representativa el derecho a negociar colectivamente en nombre de los trabajadores de la actividad. Además, prevalece la negociación cupular, es decir por rama de actividad. Por ende, está claro que el convenio metalúrgico como el bancario, el de la construcción –entre otros– se convierten en punto de vista necesario y gravitan no sólo en el resultado de las restantes paritarias, sino que también se produce una “espiralización” de expectativas que se retroalimenta con los precios. Desde 2003, el Gobierno habilitó nuevamente la negociación colectiva que se desarrolla anualmente en el sector privado, sin perjuicio de que normalmente en febrero aparecen los primeros datos concretos con la resultante de una negociación del sector público: la docente.

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No cabe duda que 2014 viene cargado de expectativas como consecuencia de ciertos datos macroeconómicos que están influyendo no sólo en las variables de la economía real, sino en los líderes sindicales que se aproximan al ya inminente período de negociación.

Más allá de las cifras o porcentajes que se puedan lanzar, lo cierto es que, a nuestro criterio, la realidad de este año va a estar marcada por ciertos datos de la retracción: especialmente en el comercio con Brasil, como también por mayores dificultades en el mercado interno que exigirán de los negociadores una cuota de prudencia y responsabilidad que permita concluir las paritarias con resultados aceptables para ambas partes sin una conflictividad que termine erosionando los niveles de producción, productividad e incluso de empleo, a la vez que manteniendo un mercado interno que en definitiva preserve el consumo interno y, con ello, el mercado doméstico.

Hay que tener en cuenta que en muchos de estos convenios de rama de actividad, las pequeñas empresas y las economías regionales terminaron 2013 con dificultades. Tener en cuenta dichas situaciones será clave para que las reflexiones anteriores se conviertan en realidad. Si los pedidos aparecen como desproporcionados, si la conflictividad se desborda, si se promueve una carrera entre precios y salarios o se firman convenios que sólo pueden pagar algunas pocas empresas y no todo el conjunto, el resultado terminará siendo malo no sólo para el empresariado, sino también para los trabajadores.

Por ello estamos convencidos de que hoy más que nunca se ha de poner a prueba la capacidad de diálogo para una negociación que sea no sólo posible, sino también razonable.

No es la primera vez que a los actores sindicales y empresarios –particularmente en el sector privado– les toca afrontar escenarios de mayor complejidad. La cuestión será la de comprobar si somos capaces de resolverlo y contribuir a la estabilidad macroeconómica, con producción y empleo.

*Presidente de Copal, vice segundo de la UIA y presidente de la OIE.