Uno de los indicadores utilizados usualmente en el mundo para evaluar el desempeño de un sistema previsional es el de intensidad de las jubilaciones. Esto es, no solo es deseable que la cobertura del régimen previsional sea alta de manera de tener a los adultos mayores protegidos por el sistema, sino que los ingresos que perciban sean suficientes y que no pierdan poder adquisitivo.
Es claro que la inflación ha afectado de lleno la intensidad de los haberes previsionales y que la movilidad aplicada no ha sido suficiente para recuperar la capacidad de compra de las jubilaciones. En efecto, si se acumulan los aumentos otorgados desde septiembre 2017 a septiembre 2018, las jubilaciones aumentaron 19,2%, salvo las jubilaciones mínimas de aquellos beneficios con 30 años de aportes al SIPA que, al recibir un 82% del salario mínimo, vital y móvil, el aumento acumulado aplicado ascendió a 21,1%. No es necesario realizar demasiados cálculos para concluir que estos aumentos están por debajo de la inflación. En efecto, el cambio en el índice de precios al consumidor entre julio 2017 y julio de este año fue del 31,2% y se proyecta que la inflación anual a septiembre 2018 estará en torno al 34%.
¿Qué pasó con la nueva fórmula de movilidad que no fue exitosa en al menos mantener la capacidad de compra de los jubilados? Por un lado la fórmula ajusta por una inflación rezagada seis meses, lo que significa que en un contexto inflacionario las jubilaciones no logren recuperar el poder de compra perdido. Por otro lado, por su construcción (movilidad=70% de la variación trimestral del IPC + 30% de la variación trimestral del Ripte), el cálculo requiere que el aumento de los salarios sea igual o mayor que la inflación para que los beneficios recuperen el poder adquisitivo que tenían seis meses hacia atrás. Sin embargo, la variación acumulada de la Remuneración Imponible de los Trabajadores Estables (Ripte) para la movilidad 2018 ha sido inferior a la inflación (26,1% vs. 28,5%), por lo que los haberes no llegarán a recuperar ni siquiera la inflación anual rezagada.
Cabe recordar que en marzo de este año los jubilados recibieron una suma fija de $ 375 para los beneficios por moratoria que cobraban el haber mínimo y de $ 750 para el resto de las jubilaciones hasta un haber de $ 8 mil. Sin embargo, este monto no ha sido suficiente para compensar la pérdida en el poder de compra.
Por su parte, la Asignación Universal por Hijo también se ajusta por el índice de movilidad jubilatoria. Si al 19,2% de aumento se le agregan el bono de $ 400 otorgado en marzo de este año para cada hijo que percibe la asignación y el bono de $ 1.200 de septiembre, la diferencia entre el monto recibido y la inflación continúa siendo negativa. Recién en diciembre, cuando se otorgue el bono anunciado de $ 1.500 por hijo, la AUH habrá alcanzado a la inflación.
Es claro que cuando la inflación comience a ceder, el rezago de la fórmula de movilidad hará que las jubilaciones ganen poder adquisitivo, pero en el mientras tanto la fórmula de movilidad hace que los haberes sigan por detrás al índice de precios. No cabe dudas que hay repensar el rezago del cálculo y la reforma del SIPA comprometida para el año próximo es una buena oportunidad para hacerlo.
*Doctora en Economía. Profesora de Economía (Ucema).