Llamó la atención de este ombudsman la ausencia de anuncios, en la edición de ayer, de los actos programados para recordar el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, a 42 años de su concreción. Solo hay referencias en la página 8 de Buenos Aires Times, la edición en inglés que acompaña las entregas sabatinas de este diario, espacio que incluyó, además, una columna de Verónica Torras, directora ejecutiva de Memoria Abierta, y el registro de la inauguración del Espacio para la Memoria, realizado el viernes con presencia de la gobernadora María Eugenia Vidal y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carolotto.
Sin embargo, esa carencia informativa (siempre necesaria para identificar lugares y horarios para concurrir a actos de tal importancia) puede ser disculpada en parte considerando el valor del informe sobre la represión consumada en Rosario y otras zonas de Santa Fe antes de la dictadura 1976-1983 –en el régimen militar–, entre 1969 y 1973, y durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, hasta su derrocamiento.
Aunque breve, el fragmento del libro Territorio ocupado, de la historiadora Gabriela Aguila (“Rosario y una represión que duró décadas”, página 62, El Observador), permite aproximar información acerca de acciones represivas consumadas en las dictaduras de Onganía/Levingston/Lanusse, en el breve interregno constitucional del peronismo y en el régimen de Videla/Viola/Galtieri/Bignone.
En la misma línea de análisis de los atentados contra la sociedad argentina es interesante una carta (no publicada por su extensión) que enviara el profesor Antonio Nilo Pelegrino, en la que recuerda golpes militares y civiles ocurridos desde 1930 (por lo que propone instituir el 6 de septiembre como día de la memoria). Allí, el lector puntualiza otros procesos represivos de mayor o menor intensidad, otras interrupciones del sistema democrático y otras complicidades en acciones de las fuerzas armadas contra opositores y disidentes en diferentes períodos. Por cierto, la dictadura de 1976-1983 fue la más violenta y sanguinaria de todas las vividas desde el golpe de Uriburu, pero es necesario mantener vivo el recuerdo de las anteriores y de períodos constitucionales también violentos (está pendiente la rendición de cuentas por los crímenes de la CNU y la Triple A, por ejemplo, entre 1974 y 1976) para explicar que la tiranía más reciente no nació por generación espontánea.
Otros temas. Una consecuencia del horario de cierre, dos errores, una omisión duplicada:
- En la edición de ayer, los lectores habrán observado que no se afirmaba que Carlos Zannini y Luis D’Elía serían liberados ayer mismo, como sí quedó registrado en la versión de perfil.com., aunque quedaba sugerido que ello habría de suceder. Es destacable la habilidad de quienes editaron la tapa para gambetearle al riesgo de quedar mal parados por la hora de cierre: se dijo allí que “Zannini logró un ‘sí’ a su pedido de liberación”. No se aclara que se hablaba de la recomendación de la fiscalía, pero no fue un título engañoso la palabra “Liberación” que acompaña a una pequeña foto del ex funcionario procesado. Sino la consecuencia de lo que queda aclarado en la página 7 bajo el título “Zannini y D’Elía se encaminan a ser los próximos dirigentes K en ser liberados”. La fórmula perfecta elegida por la autora de la nota, Patricia Blanco, fue indicar que el tribunal que finalmente aceptó el pedido de la fiscal Gabriela Baigún analizaba el tema “al cierre de esta edición”.
- También ayer, resultó poco afortunada en el suplemento Turismo la elección de una fotografía del Partenón para ilustrar el anuncio de la nota que ocupa la página 2 sobre los atractivos del barrio ateniense Kafissia, donde hay mucho para ver, gozar y divertirse, pero nada de las ruinas que caracterizan a la Acrópolis. Hay una notable distancia entre uno y otra.
- Una más de la edición de la víspera: en la sección Deportes, ninguna firma completa identifica a los autores de sus notas. Parte de ellas tienen origen en agencias o llevan la sigla R.P. (Redacción Perfil). Dos tienen otras iniciales que sí corresponden a sus periodistas: Agustín Colombo (“Caballero, la noticia menos esperada”, en la página 3) y Luis Rodríguez (“La platea más cotizada”, página 4, y “Derrota amistosa”, página 5).
- También el sábado, pero de la semana anterior, se cometió un error en la identidad del autor de la entrevista a Jennifer Granholm, ex gobernadora demócrata de Michigan, Estados Unidos, publicada en las páginas 60 y 61 con el título “Los jóvenes van a vencer al lobby de las armas”. El colaborador que firmó la nota es Jacob Meschke –pasante de la Northwestern University de Chicago– y no Mescha, como se editó. La fe de errata fue pedida por el editor de El Observador, Santiago Farrell.