Aprobado el acuerdo con el FMI, se consolida un nuevo programa inconsistente del neoliberalismo aperturista vernáculo bajo la tutela del organismo crediticio y de los mercados financieros. El esquema de banda cambiaria (con anticipación de la devaluación y de eventuales ventas del Banco Central) junto con los “doble cero” (déficit fiscal primario y emisión de base monetaria nulos) está plagado de inconsistencias que no auguran soluciones racionales para los problemas económicos y financieros del país.
La primera inconsistencia es la pretensión de frenar la inflación por nula emisión de base monetaria, ya que ésa no es la raíz de la inflación; de hecho, la base monetaria creció menos que la inflación y que la devaluación en los meses previos. El problema del Banco Central es la expansión de la deuda remunerada a altísimas tasas de interés, que frena la economía, corta la cadena de pagos, alimenta la renta financiera e implica emisión futura para financiar esa renta.
La segunda inconsistencia es pretender que el déficit fiscal con déficit primario cero, cuando el problema es el déficit financiero del sector público derivado del endeudamiento exponencial de los últimos años tanto del Tesoro como del Banco Central. Las proyecciones crecientes de déficit financiero del Tesoro más déficit cuasifiscal del Banco Central llegan a cifras superiores a 8% del PBI para el año que viene.
La tercera inconsistencia es el programa de vencimientos de la deuda pública. Los vencimientos solo están cubiertos para 2019 y no se sabe cómo financiará el próximo gobierno la deuda desde 2020, por lo que es probable un nuevo escenario de temor al default. Mucho más cuando las reservas de libre disponibilidad son muy bajas.
La cuarta inconsistencia es que para estabilizar este esquema es necesario que las tasas de interés y el tipo de cambio bajen conjuntamente y que se genere superávit en las cuentas externas de forma sostenida. Esto es muy difícil, pero aun suponiendo que sucediera, con el ritmo de inflación proyectado se volvería a atrasar el tipo de cambio (más aún con las retenciones y la eliminación de reembolsos), estimulando la compra especulativa de divisas. Y suponiendo que el Banco Central saliera a comprar dólares para sostener la cotización, entonces se tendría que emitir base monetaria (contra lo anunciado) y esterilizarla con deuda (lo cual implica más déficit cuasifiscal).
En síntesis, el programa vigente ignora lo que la historia y la literatura ya probaron: en un escenario de libre movimiento de capitales, no puede controlarse al mismo tiempo política cambiaria y política monetaria. Menos aún cuando se trata de un país cuya moneda periférica no es aceptada internacionalmente, que tiene que pagar elevada deuda en dólares (que alimentó fuga de capitales), y cuya inserción internacional no genera divisas comerciales salvo cuando hay recesión.
Este programa económico del gobierno de Cambiemos con el FMI y, en un contexto recesivo con presiones inflacionarias, avanza hacia escenarios ya repetidos. No se trata solo de que el país está dividido en corrientes políticas antagónicas, sino también de que los programas económicos de ambas corrientes políticas son inconsistentes. Y las inconsistencias económicas en algún momento se vuelven insostenibles económica, social y políticamente.
*Economista, Director Académico del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp).