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Infeliz día

La captura de la publicidad por quienes no producen contenidos es el mayor problema de la democracia porque, con cada vez menos periodistas, habrá votantes cada vez menos instruidos.

Fuerza de trabajo total en redacciones
Fuerza de trabajo total en redacciones | S.U.

El 7 de junio se celebró el Día del Periodista y todos los años recibimos decenas de mails y mensajes por WhatsApp de empresas y organismos públicos que nos desean “Feliz día”. Pero de feliz tiene poco, ya que muchos de quienes nos felicitan, especialmente los organismos públicos y de gobierno, no tienen conciencia de cómo contribuyen a que cada vez haya menos periodistas, al comprar publicidad en Google y Facebook. Setenta por ciento de la publicidad mundial en internet va a Google y Facebook y no a los medios que producen el contenido que Google y Facebook distribuyen “gratuitamente”.

Las infografías de esta columna muestran que en sólo una década la cantidad de periodistas en Estados Unidos pasó de 55 mil a 27 mil. El problema no está en que se prefiera leer digitalmente en lugar de en papel o ver el programa de TV por YouTube en lugar del televisor, eso sería un simple cambio de soporte. El problema es que el 70% de los recursos de los diarios, las revistas, las radios y los canales de televisión se lo quedan Google y Facebook. Si así no fuera, no se habría quedado sin trabajo la mitad de los periodistas del mundo sino que seguirían siendo la misma cantidad, produciendo para distintos soportes.

Es incomprensible que el gobierno argentino, frívolamente, compre publicidad en Google y Facebook sin comprender que contribuye a debilitar al periodismo y además al propio Estado, porque el dinero de Google y Facebook no queda en la Argentina sino que se va a Estados Unidos. Y es incoherente que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos haya demandado por monopolio a la telefónica ATT en 1974, obligándola a partir de 1982 a dividirse en siete compañías telefónicas, y que no actúe de la misma manera con Google y Facebook, cuya posición dominante es aun superior. Sólo cabe pensar que tiene razón Julian Assange y que son empresas vitales para el sistema de control militar norteamericano. En China no entraron y fueron sustituidos por buscadores y redes sociales chinos, y Europa comenzó a defenderse con medidas judiciales y tributarias. Los gobiernos de Latinoamérica deberían darles la misma importancia que a las patentes medicinales en la salud pública, como parte de la soberanía nacional.

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De cada dólar que los anunciantes pagan en publicidad, sólo 0,20 va a los medios, 80% se queda en el camino

Estudiando los medios audiovisuales, esta última semana la pasé visitando canales de televisión y radios. El lunes, en San Pablo, el más tecnológico de sus canales: RedeTV. Martes y miércoles en Nueva York: Fox News, CNN y New York 1. El jueves y viernes en Santiago: Chilevisión, Mega, Canal 13, CNN Chile (canal local de noticias) y Bio Bio. Esta última es además la cadena de radios de noticias más prestigiosa y escuchada del país y la única que clausuró primero Salvador Allende y años después Pinochet, porque es crítica de todos los gobiernos (destapó el escándalo de corrupción del hijo de Bachelet), como debe ser el buen periodismo, y tiene como lema: “Quien no está informado no puede tener opinión, y quien no tiene opinión no puede tomar decisiones”. Una decisión es votar.

En los tres países encontré a sus medios audiovisuales con la misma problemática: ninguno tiene menos audiencia que hace diez años, todos tienen más porque agregaron audiencia digital, sólo que quienes se quedan con gran parte de la publicidad no son ahora los medios que producen los contenidos. Pero una contrarrevolución está sucediendo: primero con los bloqueadores de publicidad en los sitios de internet, que usan cada vez más personas en el hemisferio norte, incluso Apple sumó el suyo, obligando a Google a lanzar su propia versión de bloqueador de avisos, aunque menos restrictiva. Paralelamente, los diarios en el hemisferio norte cobran a los lectores por acceso ilimitado a sus páginas web.

Pero la verdadera revolución –internet 3.0– la produciría casi un padre de la web: Brendan Eich, creador en 1994 del primer navegador: Netscape, también de JavaScript (el lenguaje de programación que funciona en los navegadores), además de Firefox y Mozilla Foundation. Decepcionado porque la web evolucionó en el sentido contrario al espíritu descentralizador y democratizante con que fue lanzada, se propone “salvarla” y volverla a las fuentes: comenzó creando el nuevo browser Brave, que automáticamente bloquea toda la publicidad para optimizar la experiencia del usuario cuando navega en internet. Y ahora acaba de lanzar el segundo paso de su proyecto: el Basic Attention Token.

Se trata de una cryptomoneda avanzada que funciona sobre el blockchain de Ethereum, que ofrece la posibilidad de hacer contratos inteligentes y aplicativos descentralizados, dapps en vez de apps, para miles de usos. Cuando un usuario utiliza el navegasor Brave, puede elegir prender la publicidad. Cuando está prendida, cobra con un token (moneda virtual) por ver publicidad del anunciante y, a través de esta moneda/bitcoin, la persona le paga al medio por el contenido que consume.

Su idea es cortar la intermediación que realizan todas las empresas de adtech (publicidad digital), especialmente Google y Facebook, que se quedan con un gran porcentaje de la publicidad. Dicen que de US$ 1 que el anunciante invierte en publicidad, le llegan sólo US$ 0,20 al productor de contenidos: el 80% de la publicidad se pierde en el camino.

Google y Facebook tienen una posición más dominante que ATT, al ser dividida en siete telefónicas

Las personas pagan sin saber por la publicidad que reciben en la web porque les consume ancho de banda que sí pagan a su proveedor de conectividad: los contenidos fluirían dos veces más rápido en computadoras y cuatro veces más rápido en celulares si además no se introdujeran cookies y otros medidores del comportamiento; las empresas como Google y Facebook luego venden esos datos personales en forma de publicidad programática (dirigida sólo a personas con determinados hábitos de consumo). Para Brendan Eich, los únicos que podrían vender sus datos personales serían las propias personas que, de querer hacerlo, también deberían cobrar con este token (moneda virtual) por informar sus hábitos, como quienes aceptan participar siendo muestra en un estudio remunerado.

Aunque el más evolucionado, el de Brendan Eich, no es el único ejemplo: SingularDTV es un blockchain para empoderar a los artistas y creadores de contenidos. Otras plataformas que ayudan a creadores y curadores de contenidos a monetizar la atención con bitcoins son Synereo y Qrator.

En este ecosistema, la persona paga por su atención a los creadores de contenidos y cobra por su atención a la publicidad. Quizá no sea la solución, pero la captura de la publicidad por quienes no producen contenidos es el mayor problema de la democracia porque, con cada vez menos periodistas, habrá votantes cada vez menos instruidos.