Pasaron muchas cosas en pocos meses:
arreglo con los holdouts; la Argentina retornando al mercado internacional de capitales, con un éxito abrumador.Salida de los cepos de todo tipo, y el dólar ahí, sin irse a las nubes como profetizaban improvisadamente el ex secretario de Comercio, la ex presidenta del BCRA, etc.
Ahora la ley de repatriación de capitales, elemento esencial para el retorno de las inversiones, un verdadero test de confianza de los argentinos hacia su propio país: mal podemos pretender inversiones extranjeras, si los empresarios y los ahorristas no confían en la Argentina.
Entonces, ¿está todo bien? ¿Vamos “pum para arriba”?
No parecería.
Es que el ajuste de tantos desajustes, de tantas asimetrías, en su gran mayoría caprichosas, tiene un fuerte impacto, el cual sumado a la alta inflación, y a la retracción de la actividad, simplemente “enfrían” la economía y se siembran interrogantes sobre la capacidad de la sociedad de enfrentar la situación.
Particularmente, creo que el sinceramiento necesario de tarifas debió ir acompañado de un desarrollo en el área de inversiones, sobre todo en materia de infraestructura.
Y no ha sido así.
De hecho, muchos proyectos se “pararon” por problemas en su génesis, fundamentalmente, falta de transparencia en contrataciones y sospechas de precios elevadamente irreales.
En algunos casos esto se verificará, en otros no. Me pregunto si no se hubiera podido avanzar en éstos, con las correspondientes auditorías del caso. Dicho de otra forma, el obrero que se queda sin trabajo, aunque sea temporalmente, está muy lejos de entender por qué esto sucede.
Además, la elevadísima tasa de interés que se ha dado como señal del “piso” de tasas desde el BCRA, en un intento de contener la inflación, ha generado un efecto cascada y las empresas, sobre todo las pymes (que son el empleador de cerca del 90% de la masa salarial argentina) han debido soportar intereses exorbitantes, que exceden en mucho su capacidad de generar ganancias.
Ante ello, y con la experiencia adquirida ya hace años, prefieren “recoger el barrilete” y esperar mejores vientos.
Otra vez, menos empleo, menos actividad.
Y, menos actividad es menos recaudación… ¿Y que haríamos? ¿Otro ajuste? Esta ha sido la tradicional receta del Fondo Monetario Internacional, la que aún tratan de digerir en varios países de Europa: España, Grecia, Italia, Francia, etc. ¿Qué se logra? Descontento social, pauperización de las instituciones (algo muy evidente en Grecia) y mayor desigualdad. Muchos interpretan el Brexit como una respuesta al problema de inmigraciones. Nada que ver. Es una correcta lectura del ciudadano inglés que Europa se sigue cayendo, y “arrastra” a Gran Bretaña consigo.
Ya pasó hace muchos años cuando también los británicos se abrieron en aquel entonces de la “serpiente monetaria”.
El euro quedó totalmente a mitad de camino, y el experimento se ha vuelto una tortura para los países. Sin política monetaria, todo es ajuste fiscal. Y es imposible lograr competitividad equivalente a la de Alemania, con lo cual la crisis se extiende, al igual que las desigualdades sociales.
Entre otras cosas esto es lo que marca el Papa: el 1% de la población mundial tiene la riqueza equivalente al otro 99%. ¿El umbral? 700 mil dólares. Una cifra alta, pero no tanto para justificar semejante concentración.
Entonces, volviendo a lo nuestro, ¿qué nos espera?
Respecto del Brexit: nada. Argentina vuela muy bajo, muy lejos de cualquier radar que implique impacto concreto. Lo que he leído al respecto de que no íbamos a poder ir al mercado de capitales es de una ignorancia absoluta.
De hecho, una buena iniciativa del Gobierno es seguir emitiendo deuda para cancelar los bonos más caros que vienen del pasado. Excelente, y lo va a lograr.
Reactivación. Dependerá de las tasas de interés más que nada. El BCRA ha comprendido, iniciando el camino a la baja de éstas. Pero ha elegido la tendencia suave. Es lógico, los timonazos son malas señales y generarían desconfianza.
En este contexto, el valor de la divisa, honestamente, debería elevarse. Bien podría el BCRA tomar decisiones al respecto. Es que mientras se ordene el “desaguisado” existente, distamos de ser una economía competitiva, y una mayor paridad cambiaria nos ayudaría al respecto, comprando tiempo mientras buscamos ser más eficientes, para lo cual ser más baratos en servicios es clave (comunicaciones, transporte, etc.).
¿Sería esto inflacionario? Si se hace paulatinamente, e incrementando reservas, lo dudo.
La inflación en Argentina es un fenómeno de vida propia: responde muchísimo más a expectativas que a realidades. El famoso “por las dudas, ponele…” es muchísimas veces la estructura de determinación de un precio. Una malísima cultura, pero ya lleva varias generaciones entre nosotros.
De allí que pienso que una política monetaria, a través de la tasa de interés, no funciona hoy en la Argentina. Sí lo será en el futuro. No hoy.
Entonces, el segundo semestre se vislumbra como complejo, con buenas nuevas (el “blanqueo” va a ser mucho más exitoso de lo que se piensa), y el retorno de nuevo a mercados generará un clima favorable.
La duda es si esto alcanzará para revertir la caída de actividad, lo cual se daría sin dudas si además ingresaran inversiones del exterior. Y al respecto, los Fondos, las empresas, están en modo “wait and see”, monitoreando la situación.
Tienen ganas, Argentina gusta, hay un gran entusiasmo, pero que todo ello se torne en cheques de inversión toma tiempo.
Inversión vs. inflación vs. actividad (y empleo). Esa parecería ser la carrera, y la definición debería darse en este segundo semestre, para esperar un 2017 muy fuerte, y muy distinto a nuestra realidad de hoy.
El rumbo está trazado, y si hay flexibilidad del gabinete, todo puede ser mucho mejor.
*CEO de First Corporate Finance Advisors.