Como viene pasando últimamente (aquí y en el mundo), las encuestas de opinión han quedado en el ojo de la tormenta en las últimas elecciones.
Tan amados como castigados por los medios de comunicación, a los sondeos electorales se les suele exigir un poder adivinatorio que no se les solicita a otras mediciones de la realidad social. Como es sabido, gran parte de los números sociales y económicos que se manejan en forma habitual proviene de encuestas y nadie les pide la precisión de un dardo dando en el blanco.
Se suelen obviar algunos de los aspectos estadísticos (aburridos) que son constitutivos de los modelos basados en muestreos. Por una parte, poseen un error intrínseco en la medición (la “verdad” estaría dentro de la ventana del valor obtenido más/menos el error), y por el otro trabajan con una confianza, determinada habitualmente del 95% (que significa que en cinco de cada cien muestras posibles la “verdad” va a estar fuera de la ventana de estimación). El error también indica que en situaciones de elecciones muy parejas como las de Cristina F. de Kirchner vs. Esteban Bullrich los sondeos se declaran “incompetentes” para pronosticar.
Uno de los grandes problemas que tienen los sondeos electorales es que en algún momento después de la elección se conoce el “parámetro”, ni más ni menos que los resultados de la elección y de allí la comparación con lo que habían prometido los oráculos. No suelen ser atenuantes en la guillotina termidoriana de la evaluación que por ejemplo una parte no menor del electorado haya decidido su voto dentro del cuarto oscuro, o como pasó en esta oportunidad, que en la provincia de Buenos Aires un 5% del electorado haya votado en blanco, situación que rara vez se le declara al encuestador.
Sin embargo, no sólo la presión habitual sobre las encuestas está puesta en pedirle una precisión micrométrica, sino también se supone que poseen un poder de persuasión a los propios electores objeto de su medición. Esta obsesión alcanzó en estas PASO de 2017 un nivel máximo a punto tal que importantes periódicos prefirieron no publicar las habituales encuestas del último domingo preelectoral por la presunción de que podría generar un mal clima hacia alguno de los precandidatos.
Para dilucidar esta supuesta influencia de los sondeos de opinión en el momento de sufragar se les preguntó a los votantes sobre el conocimiento y el uso de las encuestas, precisamente en una encuesta de 1.151 casos realizada por el Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) el día de la elección a la salida de las escuelas donde se votaba, en CABA y la Primera y Tercera Sección electoral del conurbano bonaerense. Una encuesta preguntando sobre encuestas.
La pregunta al elector que acababa de sufragar sobre si leyó o escuchó sobre las encuestas electorales para esta elección arrojó un 47,1% de respuestas positivas. Cerca de la mitad del cuerpo electoral se enteró sobre esta particular información que adelanta “cómo va el partido antes de que empiece”. La pregunta siguiente sobre si las tuvo en cuenta al momento de votar mostró que el 26,4% efectivamente las puso en consideración. Este valor implica una influencia del 12,4% sobre el cuerpo electoral. Por supuesto estos valores tienen error y confianza como todo estimador muestral.
Profundizando estos datos se puede decir que no se encontraron diferencias significativas entre los votantes de Capital Federal y provincia de Buenos Aires en el acceso a los números, pero en el GBA el 28,9% las tuvo en cuenta contra el 21,7% en CABA. Luego es relevante la relación entre el uso de encuestas para guiarse con la convicción en el voto, porque “sólo” el 25,9% de los que votaron convencidos tuvieron en cuenta los sondeos contra el 38,5% de los nada convencidos, mientras que el uso de las encuestas como guía alcanzó al 48,7% entre quienes tienen 16 a 25 años.
Estas líneas no pretenden cancelar el debate casi permanente en torno a los instrumentos creados para prever los resultados electorales, sin embargo como se dice popularmente “no se teme lo que se conoce”.
*Sociólogo (@cfdeangelis).