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Inseguridad y abandono de persona

No hago periodismo de investigación. No soy un periodista de investigación ni tengo condiciones para ello. El control de calidad de la información me tiene sin cuidado y la calidad de la información me parece irrelevante en cotejo con lo que me creo dotado para hacer por igual con cualquier información, sea ésta del tipo “objetivo” a la manera del hiperinformado Verbistsky, o vaga e inexacta, a la manera mía.

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No hago periodismo de investigación. No soy un periodista de investigación ni tengo condiciones para ello. El control de calidad de la información me tiene sin cuidado y la calidad de la información me parece irrelevante en cotejo con lo que me creo dotado para hacer por igual con cualquier información, sea ésta del tipo “objetivo” a la manera del hiperinformado Verbistsky, o vaga e inexacta, a la manera mía. Cuando reviso la añeja información de 2005 y 2006 sobre la Argentina Penitenciaria, me dan ganas de haber sido un periodista de investigación capacitado y dotado de recursos para recuperar la información trabada en cuellos de botella burocráticos, o escondida para no agregar leña al fuego del infierno judicial y penal que nos envuelve y del que la inseguridad es sólo un reflejo, tal vez el más benigno de todos. Los que lanzan falsas promesas de seguridad y los que promueven movilizaciones contra la inseguridad comparten con los indiferentes una total ignorancia sobre el tema. La gente cree que los presos están en poder del Servicio Penitenciario Federal. Pero este servicio premium administra sólo al 15 por ciento de la población penal, cuenta con un agente penitenciario en actividad por cada preso a su cargo y con una capacidad de alojamiento cercana al ciento por ciento de su penados. El resto está bajo el dudoso control de los servicios provinciales y de las policías locales que hacinan una superpoblación del 87 por ciento. Los seguidores del ex ingeniero Blumberg asocian el crimen a las villas de emergencia, ignorando o soslayando que la tasa de criminalidad en la población marginal es menor que la que se observa en algunas policías y fuerzas de seguridad. En algunos ámbitos, cuando se habla de alguien que fue detenido, se oye decir: “Lo mandaron de vuelta al cole”. Tal vez el origen de esta metáfora sea la noción de penitencia, pero con el tiempo indica otra verdad: la prisión es una escuela en muchos sentidos. No hay estadísticas de los guardias procesados por asociación con delincuentes a su cargo, o por ser correos de droga y proveedores de servicios telefónicos. Al respecto, gran parte de los llamados que negocian recompensas por “secuestros virtuales” proceden de establecimientos penitenciarios y se sabe que cada consumidor o poseedor de droga que entra a la cárcel egresa como dealer experto. Esto explica que, a pesar suyo, muchos jueces acepten la criminal propuesta de despenalizar tenencia y consumo: ¿qué otra cosa podrían hacer a la vista de que los tres poderes del Estado han elegido el “abandono de persona” para los indigentes en general y para estos indigentes afectivos en particular?