La Liga ya se ganó y se festejó. La misión ahora es como la de cualquier diciembre: convencer a Marcelo Gallardo para que siga siendo el técnico de River. Con la estrella que le faltaba a su glosario de torneos, el entrenador dio el jueves por la noche una pista, que algunos en Núñez consideran definitiva y otros, un suspiro en medio del éxtasis que se debe relativizar.
“Merezco la posibilidad de replantearme lo que tengo que hacer porque se necesita estar con mucha energía para seguir. Ahora sí voy a analizar, y será la decisión más difícil de mi vida”, dijo el Muñeco en un Monumental de fiesta tras la obtención de su decimotercer título en este ciclo que ya lleva siete años y medio.
La energía de Gallardo remite, casi inexorablemente, a la explicación que en 2004 dio Marcelo Bielsa para renunciar a la selección argentina, la famosa frase “me quedé sin energías” que, a casi dos décadas, todavía se recuerda con precisión por todo el mundo futbolero.
Gallardo mencionó esa palabra y algunos dirigentes la recordaron. Solo el entrenador sabe lo que hará a partir de enero, una vez vencido su contrato con River. El plan por el momento es seducirlo y hacer que cargue energías de maneras diversas: desde poner a disposición un presupuesto para incorporar en el próximo mercado hasta concretar los pedidos que hizo para las inferiores del club.
Todo surge de las charlas que mantienen, de manera periódica, el vice y candidato del oficialismo, Jorge Brito; el candidato a vice Matías Patanian; el secretario técnico, Enzo Francescoli, y Gallardo en el predio de Ezeiza, el lugar donde el entrenador prepara cada detalle.
En ese predio, por ejemplo, la próxima gestión prometió construir un edificio para la concentración del plantel, algo que alguna vez pidió Gallardo, así como que varias de sus siete canchas tengan las mismas medidas que las del Monumental.
Brito y Patanian prometieron alivianar el trabajo integral con un refuerzo en su cuerpo técnico, así como desarrollar toda el área de Big Data del club, especialmente en lo vinculado con las divisiones menores.
Gallardo, tentado por la Asociación Uruguaya de Fútbol para dirigir a esa selección durante cinco años, no tomará la decisión por una cuestión económica. Lo sabe perfectamente el actual presidente, Rodolfo D’Onofrio, como las personas que lo sucederán en el cargo. El salario que percibe en River es muy superior a la media del fútbol argentino y latinoamericano. Es por esa razón que, en las charlas que se dan en Ezeiza, ese tema no ocupa la centralidad de los diálogos.
El plan, o la estrategia de la dirigencia, está en marcha. No es de ahora, sino que viene desde hace varios meses. Sin embargo, todos coinciden en que la resolución es impredecible. “Solo Gallardo lo sabe, y a veces ni él lo tiene claro”, responde un dirigente. Algo así dijo D’Onofrio unos días antes de festejar la Liga: “No tengo la menor idea de lo que va a decir Gallardo a fin de año”. Ya después de los festejos del jueves, y de escuchar las declaraciones de su Napoleón sobre la energía para seguir, el presidente saliente de River dio otra pista sobre ese posible futuro: “Marcelo siempre dice la verdad”. El dilema es descifrarla.