En los años recientes, pasamos de no tener qué distribuir, a “estar todos en el mismo barco, sobreviviendo a la gran crisis”. En esos momentos, la sociedad mostró solidaridad e identificación colectiva, atributos que hoy parecen escasear. La fragmentación y los tironeos entre sectores socioeconómicos es lo que se hace notar.
Una mirada sobre el humor social de la opinión pública nos muestra que, desde hace meses, prevalecen los que miran con optimismo las perspectivas económicas personales (60%) sobre los que piensan que es al país al que le va a ir económicamente bien en los próximos años (sólo un 43%). ¿Es esto coherente? ¿Puede crecer alguien si el país no lo hace en el mismo sentido? Seguramente, pero a costa de otros.
El comportamiento del humor social cambiaba al fin de la crisis. La mayoría comenzaba a confiar en que el país iba a salir adelante, pero dudaba sobre el futuro de su situación personal. Esperaban que el impulso del país los reubicara. Así las cosas, no debería sorprendernos el ejercicio de puja distributiva entre sectores sociales y el Estado, empujando la redistribución del ingreso. Nos puede sorprender, sí, que no sean ya sólo los sectores asalariados los protagonistas. Así como que se hayan adoptado modelos de protesta basados en acciones que avasallan derechos de terceros.
Mientras esto sucede en la sociedad, el Gobierno se inserta de lleno, a través de este conflicto, en la dinámica de gestión. Y comienza el debate de fondo sobre la sociedad y el país que queremos.
En la primera quincena de marzo, la Presidenta contaba con un 65% de “seguidores”, gente que la apoyaba total o parcialmente en su gestión. En términos de opinión pública, es un buen indicador para sostener situaciones adversas. Más aún si los protagonistas del conflicto y los que se acoplaron por propios intereses (cacerolazos) son, en gran medida, aquellos que no se habían expresado a su favor el 28 de octubre. Pasado el primer impacto es muy probable, entonces, que este conflicto mantenga estable la ecuación entre “seguidores y opositores”.
El jueves, la Presidenta demostró capacidad política para encauzar el conflicto, convocando al díálogo sin perder autoridad.
La opinión pública valora tanto o más las medidas consensuadas como el manejo exitoso de situaciones conflictivas.
*Directora de Analogías.