Frases de la semana
“Néstor, ¿cómo di?” (Pregunta de la Presidenta a su esposo hecha a través del celular no bien terminó uno de los tantos actos en los que se anunciaron planes de estímulo al consumo cuya instrumentación aún no se ha completado.)
“Los Kirchner manejan la economía con mentalidad de almaceneros.” (Del ex ministro de Economía Roberto Lavagna.)
“Sería tristísimo que hicieran esto por venganza.” (Del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, respondiendo a una pregunta sobre los motivos del desplazamiento de Claudio Moroni –un hombre de su riñón político– de la titularidad de la AFIP.)
Un regalo de fin de año
El año 2008 terminó con novedades. Seguramente en su lujoso “resort” de El Calafate –construido sobre tierras adquiridas a precio regalado y con la ayuda de créditos a tasa de interés también regalada–, el matrimonio presidencial delineó lo que será un año políticamente intenso y decisivo en el que la “caja” será un elemento clave. La movida por la que el ex titular de la Oficina Nacional de Control de Comercialización Agropecuaria (Oncca) Ricardo Echegaray fue nombrado al frente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) tiene mucho que ver con eso. De hecho, una de las primeras medidas que adoptó fue la de adquirir bonos del Tesoro por un valor de 100 millones de pesos para cubrir las necesidades financieras del Estado nacional.
“En realidad, la idea de la designación de Echegaray en la AFIP venía desde el mismo momento en que lo echaron a Abad. Lo que pasa es que hacerlo en ese entonces hubiera sido muy grosero. Por eso se lo designó primero en la Oncca a modo de paso intermedio”, cuentan desde los alrededores de Echegaray.
Es verdad que la gestión de Claudio Moroni, el funcionario desplazado, no satisfacía plenamente ni a Néstor Kirchner ni a su esposa.
Es verdad que la recaudación venía cayendo por la desaceleración de la economía producida por el “efecto Jazz” y que los Kirchner, que cuidan la “caja” como el oro, estaban y están inquietos.
Es verdad que Moroni, en una clara demostración de que sus opiniones técnicas no interesaban en lo más mínimo al matrimonio presidencial, había quedado pagando con el tema de la “tristemente célebre tablita de Machinea” a la que había defendido unos días antes de ser eliminada. Tal vez por eso, después, Moroni, intentó hacer lo imposible para defender, a contramano de una abrumadora mayoría de las opiniones técnicas de funcionarios respetables
dentro de la AFIP, el escandaloso blanqueo impositivo impulsado por el Gobierno.
Sin embargo, lo esencial y determinante fue que Moroni es hombre de Alberto Fernández y, hoy en día, en el entorno de los Kirchner casi todo lo relacionado con el ex jefe de Gabinete suena a mala palabra.
La realidad indica que la reacción política causada por la designación de Echegaray ha sido mala aún dentro de sectores del mismo Gobierno. Es una señal indudable de kirchnerización de los lugares claves de la administración. En el ambiente hay aire de apriete.
“Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada”, responden voces que reflejan el pensamiento de Echegaray, aludiendo a una de las máximas que solía esgrimir el general Perón.
Tal vez a esto valga la pena oponerle otra máxima de aplicación en este Gobierno, que dice así: “Para los amigos, todo; para los demás, la ley”.
Un poco de “internas”
Las arenas de la política están movidas. Como ocurre en todos los años electorales, el verano es un momento de aprestos para la batalla intensa que culminará con las elecciones en octubre. Lo increíble –la Argentina, históricamente, siempre da para lo increíble– es que todo apunta ya al 2011. En ese sentido, la elección legislativa de este año trae un sinfín de reminiscencias de lo que fue la elección legislativa de 1997. Allí, tras el triunfo de la Alianza, murió el anhelo que guardaba secretamente el entonces presidente Carlos Menem de ir a la Corte Suprema para buscar la habilitación para presentarse como candidato a una segunda reelección presidencial.
Hoy en día las cosas son bastante parecidas. En las elecciones de octubre próximo se juega el sueño de permanencia de los Kirchner. Si al Gobierno le va bien y gana, el proyecto de Néstor Kirchner candidato a presidente en el 2011 revive. Si no, ese proyecto tendrá firmado su certificado de defunción.
Entre los objetivos del matrimonio presidencial está el de poder generar las condiciones que les permitan deshacerse de Cobos o anular su futuro político. Por eso hay una orden directísima del ex presidente en funciones para que todo el aparato sea puesto al servicio de aplastarlo, electoralmente, en la provincia de Mendoza. La idea es que si Cobos pierde, sus posibilidades de encabezar algún proyecto político dentro o fuera de la UCR quedarán reducidas a polvo cósmico. Por eso es que habrá fondos de sobra para el Gobierno de Celso Jaque, un hombre K.
En el medio de todo esto se produjo la súbita reaparición de Carlos Reutemann, quien, fiel a su estilo, mandó dos mensajes: uno, que ahora sí aspira a la candidatura presidencial que no quiso cuando el entonces presidente Eduardo Duhalde se la ofreció en 2002; la otra es que a Agustín Rossi, el jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, un hombre del riñón K, ya no lo aguanta más. “Si Reutemann se larga por fuera del kirchnerismo, lo acompañaremos. Ahora, si su idea es ganarse la candidatura con el apoyo del matrimonio, muchos lo dejaremos”, confiesan desde las cercanía del ex piloto de Fórmula 1.
Reutemann sigue siendo el hombre fuerte del justicialismo en Santa Fe. No abandona su costumbre de andar mucho por los distintos lugares de su provincia y hablar directamente con la gente. Es ahí donde palpa no sólo que el enojo con la Presidenta y su esposo, consecuencia del conflicto entre el Gobierno y el campo, no afloja, sino también que el freno de la actividad económica sigue siendo muy fuerte.
Lo de Reutemann ha causado inquietud dentro del kirchnerismo y expectativas en el justicialismo disidente. En cambio, la autopostulación a la candidatura presidencial de Carlos Menem produjo risa en los dos lados.
En la oposición las aguas también están revueltas. Al interior de la Coalición Cívica siempre hay un estado de revuelo entre los que dicen amén a todo lo que hace Elisa Carrió y entre los que aspiran a que haya un mayor nivel de consulta en la toma de decisiones partidarias. Ahí ahora hay una polémica por el posible acercamiento con Macri. “No va a haber ningún acuerdo con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sí hay interés de acercamiento con algunas figuras como Gabriela Michetti. Pero es hasta ahí. Las conversaciones están con la UCR”, describen desde las entrañas de la Coalición.
En la UCR, por su parte, los movimientos de Carrió generan expectativa y algún revuelo; según los dichos del titular del radicalismo, Gerardo Morales, un proyecto común asociado a Macri hoy es totalmente inviable.
Macri, quien está mostrando algunos comportamientos de poca tolerancia con las opiniones críticas parecidos a los de los Kirchner, está abierto a hablar con todos. Sabe que su estructura política, por sí sola, no pasa de la General Paz. A pesar de ello, en las encuestas que maneja el matrimonio presidencial –para su disgusto– los números le dan bien a pesar de haber llevado adelante una gestión opaca a la que ha salvado del escarnio el maltrato al que lo ha sometido hasta aquí el gobierno de los Kirchner y el “centimetraje” que ocupó el conflicto del campo y sus consecuencias.
Un poco de humor político K
Así es lo que expresa la Revista K en el último número que comenzará a ser distribuido mañana. Allí aparecen, a la manera de un boletín de calificaciones del colegio secundario, las notas obtenidas por distintos integrantes del gobierno de los Kirchner en el año 2008. Estas notas son producto de una encuesta realizada entre funcionarios de distinto rango que pertenecen al Frente para la Victoria.
He aquí algunas ellas:
Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la Nación: 10.
Néstor Kirchner, ex presidente en funciones: 9.50.
Julio De Vido, ministro de Infraestructura y Planificación Federal: 9 más.
Alicia Kirchner, ministra de Acción Social: 8 más.
Sergio Massa, jefe de Gabinete: 8 estable.
Florencio Randazzo, ministro del Interior, 7 más.
Carlos Tomada, ministro de Trabajo: 7 más.
Jorge Taiana, ministro de Relaciones Exteriores: 7 estable.
Aníbal Fernández, ministro de Justicia: 6 más.
Juan Carlos Tedesco, ministro de Educación: 6 estable.
Carlos Fernández, ministro de Economía: 6 estable.
Lino Barañao, ministro de Ciencia y Técnica: 6 estable.
Débora Giorgi, ministra de Producción: 5 más.
Graciela Ocaña, ministra de Salud: 5 estable. Aprobó raspando.
Nilda Garré, ministra de Defensa: 5 más.
Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia: 4 menos. Aplazado.
Julio Cobos, vicepresidente de la Nación: 1. Aplazado.
Ministro del año: Julio De Vido
Supuestamente, todo esto está hecho en tono de humor, aun cuando, considerando las notas obtenidas, más de uno de los calificados va a tener que hacer un verdadero esfuerzo para mantener el buen humor, el espíritu deportivo y, tal vez, el cargo.
Producción periodística:
Guido Baistrocchi.