Desde hace algunos años un tema de estudio recurrente de las grandes universidades ha sido el de cómo mejorar la calidad de los gobiernos democráticos sobre la base de investigaciones empíricas especialmente realizadas por las universidades de Stanford y de Harvard. No existen ni resultados ni recetas universales. Los investigadores estudiaron distintos grupos de países, partieron de hipótesis distintas, pero con una metodología semejante: analizar datos concretos, recopilar materiales empíricos que se puedan cuantificar, tener la apertura mental para que se confirmen o falseen sus propias hipótesis. En el mundo académico no hay intuiciones infalibles, ni ideas piadosas a las que deba ajustarse la realidad, sino datos concretos. Hay una base de datos interesante en la Universidad de Harvard elaborada por Jong-Wha Lee, con información sobre 138 países.
Algunas investigaciones han seguido la línea de The Quality of Government de investigadores de Harvard encabezados por R. La Porta, publicada por Oxford University Press. El equipo contrastó sus hipótesis con la realidad de cuarenta países de distintos sitios del mundo y concluyeron que, en general, los países más ricos tienen gobiernos de mejor calidad por varias razones, entre las que está el hecho de que sus funcionarios pueden obtener una educación más sofisticada y actualizada. En algunos países se estudió al gabinete y a los treinta integrantes del staff más cercano al presidente averiguando cuántos de ellos hablaban al menos dos idiomas, habían estudiado en una de las doscientas universidades más importantes del mundo, habían dado conferencias o cursos en alguna de ellas, habían publicado libros, habían vivido períodos prolongados fuera de su país. Estas variables han cobrado más importancia en una sociedad globalizada en la que no se pueden entender los problemas de un país sin conocer lo que pasa en otros. Sobre el tema vale consultar Study of the Role of Second Languages in Asia, Africa, and Latin America. The Quality of Government y Center for Applied Linguistics of the Modern Language Association of America.
Actualmente en todos los seminarios sobre política se menciona a Mauricio Macri porque es el primer presidente latino que tiene protagonismo mundial, preside el G20 y los principales mandatarios lo tratan como a uno de sus pares. Académicos y políticos preguntan qué es lo que explica el fenómeno Macri. Han pasado recién dos años desde que empezó su gobierno, en Argentina como en el resto de América Latina hay pocos datos concretos para entender qué ocurre y muchas declaraciones cargadas de fanatismo.
Pude hacer algunas comparaciones gracias a mi conocimiento directo de cómo funcionan varios gobiernos de la región y porque puedo comparar el presente gobierno argentino con otros anteriores. Si se estudia el gabinete y a los treinta miembros más importantes del staff de Macri, es en todas las variables citadas el que tiene una amplia ventaja sobre todos los anteriores y sobre los demás del continente. Por eso un ministro K que hizo un millonario viaje a Australia solo pudo conseguir una selfie con Obama, Cristina no dialogó con ningún líder de talla mundial en doce años, y Macri está donde está.
Los estudios de Harvard dicen que los países más homogéneos desde el punto de vista etnolingüístico tienen mejores gobiernos que los que padecen de una heterogeneidad irresuelta. Los conflictos originados por este tipo de variable hacen difícil el buen funcionamiento de un gobierno. Dicen también que los países vinculados a la cultura sajona tienen, por regla general, mejores gobiernos que aquellos que surgieron vinculados a la cultura francesa o que han tenido en el tiempo reciente gobiernos con leyes socialistas. El estatismo es padre de la ineficiencia.
La variable religiosa aparece cuando señala el estudio que los países predominantemente protestantes tienen gobiernos de más calidad que aquellos en los que predomina la religión católica o la islámica. En los primeros la cultura está vinculada a lo que Weber llamó “la ética protestante”, con valores más pragmáticos y concretos.
En los países con cultura predominantemente islámica o católica se mezcla la religión con la política, se da prioridad a principios metafísicos o místicos sobre los hechos reales y se entiende la política como un enfrentamiento entre buenos y malos, creyentes y herejes. El muftí de la Meca declara que la Tierra es plana sin analizar los estudios astronómicos, porque esa idea es virtuosa.
Algunos suponen que se logrará una mayor calidad del gobierno cuando los funcionarios sean ejemplares. No importa su eficiencia en la tarea que les fue encomendada, sino que sean justos, que recen cinco veces diarias o tengan una vida privada sin mancha. La eficiencia de la cultura sajona lleva a que los gobiernos sean mejores. La piedad de los islámicos a que sean menos eficientes y más corruptos.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.