Si hace exactamente una semana contábamos aquí que el Gobierno en general, y el Presidente en particular, se sentían incomprendidos en vista de la caída en las encuestas (un instrumento científico, de acuerdo al influyente asesor Jaime Duran Barba), por estas horas se expresan dolidos, con la sensación de que les empezaron a entrar algunas balas.
El oficialismo se vio sorprendido por la contundencia de las marchas convocadas el lunes por el gremio docente y el martes por la CGT (la de mayor asistencia en casi tres décadas). Le impactó también la difusión del informe de la UCA que notifica el aumento de la pobreza en la era M. Y cerró la semana fatídica con el anuncio del paro nacional de maestros de cuatro días.
Las malas noticias continuarán en los días por venir. Y también se verán en las calles. Está agendada para el miércoles una megaprotesta de movimientos sociales. Además, la definición cegetista de la huelga general para la primera semana de abril. Los docentes volverían a marchar. Y en el gobierno porteño dan casi por descontado que podría haber varios días sin subtes, como respuesta de los metrodelegados a la decisión judicial de retirarles la personería.
Aunque en público el oficialismo continúa con su idea de no cambiar el rumbo y de dar respuestas a los conflictos con argumentos técnicos o sospechas de intencionalidad política (no exento todo ello de alguna veracidad, más allá de la legitimidad de muchos reclamos), puertas adentro crecen los debates y cuestionamientos acerca de la mala lectura que hay sobre la actual dinámica de la gestión. “Se nos empezaron a animar”, reconoce un funcionario de alto rango.
Los ministros Jorge Triaca (Trabajo), Francisco Cabrera (Producción) y en especial Esteban Bullrich (Educación) fueron puestos en la mira por algunos colaboradores presidenciales. Pero, como ya es un clásico, la mayor parte de los dardos volvieron a ser dirigidos hacia Marcos Peña, jefe de Gabinete.
A la tradición de acusarlo porque supuestamente se preocupa más de la comunicación que de hacer política, se sumó otra vez el rumor de su reemplazo. Y hasta el nombre de Ernesto Sanz. En política nada puede descartarse, pero Peña es Macri. Sanz no. Difícil que ese cargo sea para alguien no PRO. Pero peor es que el Gobierno entre en internas palaciegas. n