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La corrupción te FIFA

La actualidad une el gas pimienta con el escándalo internacional del fútbol y el cross de De Narváez. La economía, hecha un bombón.

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“Muy linda la columna dominical en PERFIL, pero lo más importante es que te veas bien, la semana que viene vas a Intratables”, me dijo Carla, mi asesora de imagen. Y para verme bien tengo que hacer ejercicio. Por eso salí a correr por los bosques de Palermo con Matías, mi personal trainer.
—Dale, a ver si movemos un poco ese culo gordo y corrupto como dirigente de la FIFA –me dice.
—Al menos en la FIFA no hay gas pimienta –contesto al trote, con el último hilo de aire que me queda.
—Este es el mejor lugar para escribir una columna de actualidad, al aire libre. Acá podés pensar, porque fluyen las ideas, la sangre, el sudor, el… ¡mirá ese bombonazo! ¡Papito! –Matías le grita a un tipo alto, rubio, musculoso, que tiene una calza muy ajustada, que pasa corriendo.
—Pará, zarpado, ¿no sabés que van a multar a los chabones que digan piropos? Mirá que ese proyecto lo presentó mi mujer –le digo.
—Van a multar a los chabones que les digan piropos a las minas. Pero a los tipos se les puede decir lo que quieras.
—¿Eso no es violencia de género?
—No existe la violencia de género. Hablemos de “violencia contra las mujeres”, ¿sí?
—Pero es más violento… –le respondo.
—Obvio, por eso hay que ser claro. Lo otro es un eufemismo que confunde.
—¿Como cuando los economistas dicen “sectores de bajos recursos”, en lugar de decir “pobres”?
—O “sobreprecios”, en lugar de “choreo”…
—OK, ya entendí –dejo de correr, bajo la cabeza, no doy más.
—¡Vamos, arriba! –me grita Matías–. No vas a parar ahora. Apenas corriste 500 metros. Tenés menos cintura que Samid.
—Guarda que Samid la rompió en lo de Tinelli –trato de defenderme con el último aliento.
—¿Vas a seguir hablando de Tinelli en tu columna? –pregunta Matías
—Y... la política pasa por ahí. Supongo. Eso sí, en una semana pasamos de Scioli, Macri y Massa a Samid y Kämpfer.
—Tranquilo, creo que nadie va a notar la diferencia.
—En el fútbol pasó algo similar: pasamos del gas pimienta a la corrupción en la FIFA.
—Supongo que debe ser un salto cualitativo.
—Eso sí que me decepcionó… yo que pensaba que la FIFA era una institución ejemplar e impoluta –digo.
—Bien, el sarcasmo siempre queda bien. Eso deberías escribirlo.
—¿Vos también vas a decirme lo que tengo que escribir? Se supone que vos sos mi personal trainer…
—Y se supone que vos deberías correr, al menos, cinco kilómetros. Y se supone que Massa es un candidato importante…
—Guarda que la Iglesia convocó a un debate donde incluyó a Massa entre los tres candidatos…
—Sí, pero habría que ver si los otros dos no son Altamira y Randazzo.
Matías se me queda mirando. Estoy agitadísimo.
—¿No te parece mejor que cortemos? –me pregunta–. Tengo la impresión de que en algún momento vas a escupir un pulmón con la misma facilidad con que Massa pierde intendentes del Conurbano.
—Sí, mejor –le digo.
—Ah, una cosa más… en tu columna sobre las elecciones… ¿no deberías hablar un poco de la economía? –pregunta–. No sé, la inflación, algo. Esas cosas siempre inciden en la campaña.
—Mmm… puede ser –dudo–. Aunque la economía está bastante estable últimamente. Digo, por ser Argentina…
—Eso porque tenemos un ministro que es un bombón –me interrumpe Matías.
—¿Te calienta Kicillof? –pregunto y no puedo evitar reírme.
—¡Me encanta! Jamás pensé que íbamos a tener a semejante chongazo como ministro de Economía. ¿No me pasás el teléfono?
—¿Estás loco?
—No pienses mal… es para ver si me puede pasar algún dato para tu columna.
—¡No necesito que Kicillof me pase ningún dato de nada!
—Bueno, pero si necesitás hablar con el bombonazo de Axel, acordate de este asesor, que lo puede llamar por vos.
Me despido de Matías. Voy al auto y vuelvo a la oficina de mi productora, donde me espera Carla, mi asesora de imagen.
—Tengo la solución para subir tu popularidad –me recibe exultante–. Tenés que ir a alguna redacción y cagar a trompadas a algún periodista.
—¡¿Quéeeeee?! –no puedo creer lo que me está proponiendo.
–A De Narváez le funcionó. Hablé hace un rato con su coaching, que fue el que sugirió que vaya a pegarle al director de la agencia Nova. Lo discutieron en una reunión de creativos de campaña y lo aprobaron. Fue y le pegó.
—¿O sea que eso le rinde? ¿Subió en las encuestas?
—¿Vos pensás que esas cosas se hacen sin calcular? ¿En plena campaña? –Carla se queda pensando–. ¿Fontevecchia?
—¿Qué?
—Que entres a la redacción de Perfil y le pegues una piña a Fontevecchia.
—¿Vos estás loca? ¡Yo trabajo en Perfil! ¡Me van a echar! –pienso unos segundos–. Bueno, además no creo que eso esté bien…
—No, es verdad. Debería ser un periodista oficialista. A ver… mmm… –Carla se queda pensando un rato–. Ya sé, podés entrar al estudio de 6,7,8 y pegarle una piña a Barone.
—¡Barone es un señor mayor!
—¿Dante Palma?
—¡Yo no quiero pegarle a nadie!
—Está bien, ni opositor ni oficialista. ¿Lucas Carrasco?
—A Lucas ya le pegaron y no fui yo.
—Tal vez ése fue el baño de humildad que se dio Urribarri después de bajarse de la presidencial –Carla se queda pensando–. Tenés razón, descartemos lo de las piñas.
—¿Entonces de qué te parece que hable?
—No sé, de lo que se viene: el Ni Una Menos en las calles, con las mujeres. El Ni Una Coima Menos en la FIFA, con Maradona... Tené en cuenta que seguimos siendo el país de Maradona…
—… y el de Messi, y el del Papa, y el de la reina Máxima…
—… y el de los corruptos de la FIFA…
—No me estás aportando mucho con la columna –interrumpo.
—Es que ahora me tengo que centrar en cuidar tu imagen –dice Carla–. ¿Corriste hoy?
—Aguanté sólo 500 metros.
—Sos un desastre, llamá ya mismo a Matías y decile que mañana tienen que volver a salir a correr. Cinco kilómetros, por lo menos.
Llamo a Matías.
—Hola, Mati. ¿Podés pasar a buscarme mañana? Salimos a correr de vuelta.
—Dale, te paso a buscar –responde Matías–. Ah, me olvidaba, se me ocurrió algo para tu columna: acordate que después de una denuncia de corrupción siempre viene la reelección.
—¿Lo decís por el Gobierno, por la Argentina…?
—¡No seas mal pensado! Lo digo por Blatter y la FIFA. Una cosa más. En tu columna sobre las elecciones, acordate del bombón.
—¿Lo decís por Kicillof?
—¡Nada que ver! Lo digo por la economía. Creo que en tu columna tenés que poner algo sobre la economía.