Se ha conocido, por estos días, la intención de algunas provincias de volver a emitir cuasimonedas, para hacer frente a los nuevos compromisos fiscales surgidos a partir de la respuesta que la Liga informal de Gobernadores, se vio obligada a dar, al pésimo manejo que la Nación hizo de la “rebelión policial”.
En efecto, al negarle a Córdoba el envío a tiempo de la Gendarmería, y dejar a sus ciudadanos privados del bien público seguridad, el Gobierno Nacional, facilitó la extorsión a la que se vio sometido el Gobernador de Córdoba, para un aumento impagable de salarios. Extorsión y aumento que se extendió luego a otras jurisdicciones y que seguramente se ampliará, en un futuro próximo, a otros gremios estatales.
En otras palabras, una noche desafortunada, desbarató la intención oficial de moderar la presión salarial y, además, se agravó, en vez de aliviarse, la situación fiscal y su financiamiento.
De la misma manera que, la idea de reemplazar, paulatinamente, subsidios por aumento de precios en algunos servicios públicos, está siendo amenazada, por los cortes de luz de estos días. Cortes producidos por la mezcla letal de falta de inversión suficiente en las redes de distribución y la “sorpresiva” e inesperada llegada del verano. (¿Será la conspiración de los meteorólogos?).
Antes de avanzar, conviene, en este punto recordar, que el nacimiento de las cuasimonedas, hacia finales del siglo pasado, se debió también a una crisis fiscal provincial, derivada de gastos que crecían inercialmente e ingresos que se habían estancado por la recesión. En ese momento, como el Banco Central no podía emitir moneda, salvo que recibiera dólares a cambio, por la convertibilidad, las provincias se vieron obligadas a emitir su propia moneda para financiarse.
Ahora estamos frente a un escenario diferente, las provincias están en récord de recaudación propia, pero han perdido participación en la recaudación de impuestos nacionales, dado el régimen impositivo “unitario” que han aceptado y votado, sucesivamente, sus “pseudo representantes” en el Congreso. Por el lado del gasto, han aumentado fuertemente el empleo público y el clientelismo, mientras que el “ajuste” por el lado del salario que habían instrumentado, ha quedado, como se ha dicho, interrumpido, por el salariazo policial.
Es en este contexto, en que vuelven a escena las cuasimonedas.
Sin embargo, también a diferencia de la época anterior, el Banco Central no tiene las limitaciones para emitir pesos que surgían de la Convertiblidad. Es más, no sólo no tiene limitaciones legales, si no que ha hecho de la emisión monetaria para financiar al Sector Público, su política básica.
Y es aquí dónde está la madre de todos los problemas.
El Banco Central emite la principal cuasimoneda de la Argentina. En ese sentido, la Nación “imita” a las provincias de antaño, emitiendo una moneda que pierde valor todos los días, tanto en su poder de compra de bienes (por la inflación), como en su poder de compra en dólares (por la aceleración explicitada de la tasa de devaluación).
O sea que, tenemos a la Nación emitiendo una “gran cuasimoneda, nac y pop”. Y a las provincias amenazando con emitir sus propias cuasimonedas regionales.
En ese marco, la “solución” para mantener las reservas, calmar las expectativas de inflación, las demandas salariales y el mercado del dólar blue, es el congelamiento de 180 productos. Algo de endeudamiento, la liberación de operaciones de compra venta de bonos dolarizados, y la venta de parte del stock de dichos bonos en poder de la ANSES y otras reparticiones públicas. A lo que se suma la limitación de importaciones para el primer trimestre del año.
Luce demasiado poco e inconsistente, para el tamaño del problema. Inconsistente, porque esta “tablita al revés” (Es decir una tasa de devaluación preanunciada por sobre la tasa de inflación esperada), alimenta expectativas de inflación crecientes y no decrecientes.
Inconsistente, porque mientras se intenta desalentar la demanda de dólares blue, por un lado, se la “alienta” emitiendo pesos, por el otro.
Sin resolver estas inconsistencias se podrán “calmar” por un ratito y a muy alto costo, las aguas cambiario inflacionarias, pero, inexorablemente, la marea de alta inflación y estancamiento de la actividad, volverá con más fuerza