Lo primero que tenemos que entender para entender el conflicto (o la dilación para llegar a un acuerdo) entre Juan Román Riquelme y Boca es que este juego del fútbol es profesional. Si no tenemos en cuenta que Román juega por dinero y que Boca pretende retener al crack para recaudar más, estamos partiendo de una base de análisis falsa. Por eso, rápidamente, hay que evitar dar como ciertas dos cuestiones: que Riquelme jugó gratis la temporada 2009/10 y que Boca lo quiere en el plantel “por todo lo que significa para el hincha”. Román cobró su salario y Boca quiere que siga para evitar cualquier terremoto político.
El 8 de abril de 2001, Barcelona pugnaba por llevárselo, pero el entonces presidente Mauricio Macri y el jugador no se ponían de acuerdo ni en la venta al cuadro catalán ni en el número del contrato. Aquel ya célebre festejo de Román poniéndose las manos haciendo pantalla sobre las orejas -“Hice el Topo Gigio porque le gusta a mi hija Florencia”- pasó a la historia por la respuesta de Román sobre el particular festejo, pero, también, porque fue el punto de ruptura entre Riquelme y Macri. Nunca más se reconciliaron. El rencor es de tal magnitud, que hace pocos días, en un ridículo acto para presentar un cuadro con una pintura del gol de Palermo a Grecia en el Mundial de Sudáfrica, Mauricio habló sobre Boca y dijo algo dedicado a “todos los referentes que hicieron grande a Boca, como Palermo, Ibarra y Battaglia”. Deliberadamente, obvió a Riquelme en la mención. No son los mejores momentos de Macri como Jefe de Gobierno: está rodeado por la Justicia y no sabe ya qué decir, más que frases del manual del niño rico mal criado. Supongo que saltearse a Riquelme en un discurso como ése no es de lo mejor que puede hacer un ex presidente xeneize.
La Comisión Directiva de Boca tiene un alto componente proclive al Jefe de Gobierno en su formación. “El ala macrista” le decimos los periodistas deportivos. Es la mayoría de la CD, pero en ella no está incluida el presidente actual, Jorge Amor Ameal. La parte macrista, encolumnada detrás de su líder, estaba en contra de la renovación del contrato de Riquelme. Algunos se negaban en redondo a gastar semejante suma de dinero en un futbolista de 32 años (los cumplió el 24 de junio). Otros, más atrevidos, se permitían dudar del futuro de su condición física. Dicen que en la operación de rodilla encontraron que tenía osteocondritis, algo parecido a lo que excluyó del equipo a Battaglia durante ocho meses. En este sentido, digamos que Román se recupera con normalidad y que, si bien los tiempos que maneja la prensa para el regreso van de una reaparición en la fecha 3 a la fecha 12, lo cierto es que los médicos estiman que no habrá secuelas.
Ameal es mucho menos rebuscado en las razones que da para la pretensión de llegar a un acuerdo: no quiere pasar a la historia como el presidente que perdió a Riquelme ni a ninguno de los históricos. La firma del contrato de Palermo fue un gran alivio. Cuando Riquelme abrió fuego desde el programa de Niembro el jueves 22, la angustia volvió a posarse sobre los hombros del atribulado presidente. Recordemos que Ameal llegó a la presidencia por la muerte de Pedro Pompilio y no por el voto de los socios. Eso, más los fracasos deportivos del último año y medio, le quitan buena parte de capacidad de maniobra ya que, usando terminología política, tiene recortada seriamente su gobernabilidad.
Imagínense ustedes un escenario en el que Amor Ameal no logre retener a Riquelme, el equipo –notablemente reforzado—no gane el Apertura y que, por ende, no llegue a la Libertadores. El último tramo de su ciclo sería un calvario.
Fiel a la usanza de Mauricio Macri, los dirigentes decidieron hacer una encuesta (?) para saber si los hinchas querían que Román se quedara o no. El resultado fue 80 por ciento a favor de la continuidad. Ahí, el “ala macrista” dio marcha atrás con su negativa, trago saliva, dijo “hagámosle caso a los socios” y salió a respaldar las negociaciones para la renovación. Esto es un papelón. El socio los eligió para que tomaran decisiones. La falta de coraje para cargarse una decisión política pesada, importante, arriesgada de estos dirigentes es lo que los llevó a compartir su tarea con el hincha. Entiendo que no es sencillo deshacerse de Riquelme así porque sí, pero si no lo quieren, si creen que pagarle la suma que pidió es una locura, dénle una plaqueta, un premio y despídanlo como merece. Si no, siéntense con su representante y negocien sin internas. Con esta dirigencia hace tres torneos que Boca termina debajo del décimo puesto .
Riquelme pretende un vínculo de cuatro años, y que Boca le pague sólo el contrato, no el pase. Es imposible cuestionar a Román por lo que pide. Cada uno le pone a su trabajo el precio que cree que vale. Después, encontrará quién lo pague o no. Da la sensación de que la CD especuló con el tiempo, con que la lesión iba a bajar sus pretensiones y con la duración del convenio.
Parecen no conocer a Román. Es tozudo, a veces antipático, pero es inamovible. Lo sujetaron con una negociación eterna y hasta deshonesta. Jamás le dijeron que una parte de la CD no lo quería, nunca blanquearon que desconfían del éxito de su recuperación y no se hacen cargo de que su opinión es que pagarle lo que pide es hipotecar el club.
Ameal dijo que “Boca mejoró su oferta”. También deben mejorar sus modos y, ante todo, hacerse cargo de sus decisiones. Al final, los directivos son quienes rigen los destinos del club más popular de la Argentina.
De acuerdo a lo que pasó con Boca en el último año y medio, no hay lugar para un nuevo fracaso.