Estos últimos meses estuve retozando en mi Torre de Marfil y recién me entero de que hoy hay que ir a votar. ¡Qué embole! ¿Qué se elige? Ni idea. ¿Dónde dejé mi DNI? Estaba en la caja fuerte con las Lebacs, pero no lo encuentro. Encima me enteré también de que Cristina es candidata. ¿No la había metido presa Clarín? Creía que sí. Al final a Cristina la acusan de todo y no le prueban mucho. Al contrario, la corrupción de Macri está absolutamente probada, pero… ¡no lo acusan de nada! Tiempo curioso, el nuestro. Cuando sea grande me gustaría ser juez en Comodoro Py: es un trabajo de por vida, y sólo hay que obedecer los órdenes de un nuevo patrón cada cuatro u ocho años. Entre tanto, los millones de pauperizados, desocupados y futuros desocupados de la política económica de Macri deberíamos organizarnos para hacer un acto de agradecimiento por, al menos, haber evitado que seamos Venezuela. ¡Gracias totales! (Por mi parte, no tendría problemas en vivir en la isla Margarita). Ah, ya encontré el DNI, puedo votar. Voy a hacerlo, como las últimas veces, por Myriam Bregman, claramente el mejor cuadro político actual. No obstante, no entiendo por qué va de candidata a legisladora porteña y no a diputada nacional. ¿Machismo de izquierda? Sin embargo, puede llegar a ser la última vez que los vote. No tolero que la izquierda no formule una crítica frontal a los medios de comunicación, a sus estéticas, sus contenidos, y tampoco a su estructura de propiedad. Sólo en Argentina (con el Grupo Clarín), en México (con Televisa) y en Brasil (con O Globo) se da un proceso de concentración mediática de tono monopólico, y por lo tanto totalitario. En todos esos países a los que el macrismo admira hasta hacerse pis encima (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, España, Panamá, etc.) está prohibido semejante nivel de concentración mediática. ¿Europa y Estados Unidos se habrán vuelto kirchneristas? Pues, es inadmisible que nuestra izquierda no diga ni mu sobre esta situación. No se puede ser de izquierda sin desmontar ideológica y económicamente los modos de dominación mediáticos. En fin, ojalá no haya mucha cola en el cuarto oscuro y tenga tiempo para ir a dar una vuelta en mi yacht, la tarde está hermosa.
Ahora entiendo por qué había olvidado que hoy se votaba. ¡Hoy es 13 de agosto! Tenía otra cosa en la cabeza: es otro aniversario de los asesinatos del 13 de agosto de 1963 (condenados a muerte por Franco, con el método de “garrote vil”) de Granado y Delgado, miembros de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias, acusados injustamente de haber puesto dos bombas en la Dirección General de Seguridad y en la Delegación Nacional de Sindicatos (años después se comprobó que el atentado había sido perpetrado por un comando de Defensa Interior). En esa época, uno de los jóvenes ministros de Franco era Manuel Fraga Iribarne, quien luego sería el padre de la democracia española. Al fin y al cabo, cada país tiene sus curiosidades: España estuvo más de 35 años bajo una dictadura, y sin embargo no la llaman así (usan un eufemismo: franquismo). Pero hay allí, en esa memoria, en la memoria del anarquismo –incluso en el anarquismo argentino de principios del siglo XX–, en el ideal libertario, un yacimiento de ideas, de potencias y de ética, sobre el que es necesario volver y actualizar, para cuestionar radicalmente el presente.