El fútbol muchas veces puede explicar el mundo. O, al menos, sintetizarlo. La teoría volvió a homologarse esta semana, luego de que el magnate británico Joseph “Joe” Lewis se entregara a la Justicia de Estados Unidos, acusado de fraude y tráfico de información privilegiada. Muchos medios en Argentina decidieron omitir o esconder esa noticia, pero la mayoría de los medios nacionales e internacionales que optaron por darla definieron a Lewis por un aspecto mínimo pero poderoso: ser dueño del Tottenham Hotspur. El club inglés es un ítem más entre las decenas de empresas, inmuebles y vehículos que conforman una de las fortunas más grandes del mundo, que según la revista especializada Forbes, ronda los siete mil millones de dólares.
Lewis es conocido en Argentina por su fastuosa y polémica mansión en Lago Escondido, una zona increíble de la Patagonia en donde cerró el paso al público, y a la que invita y hospeda frecuentemente a empresarios, jueces y políticos. De hecho, Lago Escondido asoma en el punto 26 del escrito que presentó el fiscal de Nueva York Damian Williams: “En octubre de 2019, Joseph Lewis (el demandado) también recomendó a su asistente ejecutivo que comprara acciones de Mirati antes del anuncio de los resultados de los ensayos clínicos de la empresa. Lewis le dijo a su asistente que comprara Mirati. Lewis también les comentó a, al menos, otros tres amigos, incluido una mujer con la que tenía una relación sentimental, y otro amigo con el que a veces jugaba al póquer en Argentina, que compraran acciones de Mirati antes del anuncio de octubre. Basados en la recomendación de Lewis, su asistente y amigos compraron acciones de Mirati…”. Mirati es una empresa dedicada a investigar y tratar a pacientes oncológicos.
Acciones. Nadie sabe si Lewis es hincha del Tottenham, y tampoco si le gusta mucho el fútbol: solo alguna vez se lo vio en el palco del estadio, tanto el nuevo, inaugurado en 2019, como el viejo, el White Hart Lane, demolido en 2017. Lo que sí es público es que el club londinense es propiedad del Grupo ENIC, una empresa de inversión británica que tiene al fideicomiso familiar de Lewis como principal accionista.
A esa misma familia, según el fiscal federal del distrito sur de Nueva York, Lewis les dio información privilegiada de otras compañías en las que él era inversionista, algo que supone un delito.
“Este es un asunto legal que no tiene relación con el club y, como tal, no tenemos comentarios”, se desligó esta semana el departamento de prensa del Tottenham, en línea con un comunicado del año pasado, en el que deslizaban que Lewis “ya no era una persona con un control significativo en el club”.
Quien maneja el día a día es el socio de Lewis, Daniel Levy, quien figura como presidente del club y tiene el 29,88% del paquete accionario de ENIC. Levy es la cara visible de los Spurs: gestiona los fichajes en cada pretemporada, así como la organización financiera. Y al igual que sucede en asociaciones sin fines de lucro, su aceptación oscila de acuerdo con los resultados deportivos: así como hace unos años era elogiado cuando los Spurs llegaron a la final de la Champions League, ahora es cuestionado por un equipo que estuvo lejos de los primeros puestos.
ENIC está radicada en Bahamas, el lugar de residencia de Lewis. En ese paraíso natural y fiscal, el multimillonario vive en un lujoso yate valuado en 150 millones de dólares, 70 metros de eslora y equipado con detalles de lujo. Hace una década, Lewis invitó al plantel a ese yate que ahora la Justicia de Estados Unidos se lo confiscó: hasta tiene prohibido ingresar a ese barco.
En los noventa, ENIC –es decir, Lewis– comenzó a comprar acciones de clubes de toda Europa. No solo fue el Tottenham (en aquella década tenía el 29,9%), sino también el Rangers de Escocia (25,1%), el Slavia Praga de República Checa (96,7%), el AEK Atenas de Grecia (47%), el Vicenza Calcio de Italia (99,9%) y FC Basilea de Suiza (50%).
Desde 2001 ENIC aumentó su participación accionaria en el Tottenham, hasta que en 2007 le compró definitivamente las acciones de otro magnate, Alan Sugar. Para pagarlas, se deshizo de varios clubes. Solo con el poderoso club de Londres alcanzaba para cumplir sus objetivos, que nunca se saben muy bien cuáles son.