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balance de los ocho aos

La hora de los cambios sociales

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Unos días después de haber ganado las elecciones en 2002, me encontré con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasilia. En esa oportunidad me propuso ser su asesor especial de política exterior, ya que estaba pensando quiénes ocuparían sus ministerios. Tenía una certeza: Dilma Rousseff para la cartera de Minas y Energía. Apreciaba sus conocimientos, su seriedad y su capacidad de trabajo.

Dilma había causado una revolución en el sector energético que ayudó a derrotar al candidato de Fernando Henrique Cardoso. Su labor hizo que Lula la propusiera más tarde para jefa de Gabinete. Desde ese cargo –una especie de coordinación de ministerios–, Dilma dio muestras de determinación y capacidad de trabajo, aliadas con una aguda percepción política. Su esfuerzo y trabajo le hicieron ganar credenciales como candidata del Partido de los Trabajadores (PT) y de una amplia coalición de partidos para la sucesión de Lula en 2010.

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Los logros de los dos últimos mandatos presidenciales son indudables. Después de casi dos décadas perdidas, estabilizamos nuestra economía y redujimos nuestras vulnerabilidades externas, fortaleciendo la democracia. Los cambios sociales en Brasil y los otros países sudamericanos propiciaron la inclusión de decenas y decenas de millones de personas a la condición de productores y consumidores; por lo tanto la región se transformó en un gran mercado y en un gran polo productor, con cerca de 400 millones de personas.

Tenemos regímenes democráticos en toda la región; uno puede simpatizar más o menos con uno u otro gobierno, pero todos son resultado de elecciones libres; en algunos casos incluso bajo supervisión internacional. Además, somos una población con trazos de homogeneidad muy superiores a los de otras regiones del mundo; hablamos básicamente dos lenguas muy similares, no tenemos conflictos étnicos significativos y somos una región de paz, más allá de algunas tensiones residuales. No hay demandas fronterizas muy significativas y el reclamo de Bolivia por una salida al mar es pasible de una solución diplomática. Somos una zona desmilitarizada y desnuclearizada.

Creo entonces que la apuesta que hicimos por la integración fue correcta.

Pero por sobre todo, soy de aquellos que consideran que el diálogo bilateral con Argentina es absolutamente esencial para Brasil. No es suficiente la relación Brasil-Argentina para que haya integración sudamericana, pero sin una fuerte relación entre esos dos países no habrá integración. Argentina es un gran país, que reúne todas las condiciones, junto a Brasil, para desempeñar un papel muy importante en la región. Un país con gran territorio, con una población educada, con enorme potencial, y que además en los últimos años está pasando por una experiencia extraordinaria. Hasta hace muy poco, Argentina vivió un proceso agudo de desindustrialización y de hegemonía liberal, que acabó en la gran crisis de 2001. Los argentinos salieron de la crisis porque tuvieron la inteligencia de elegir un gobierno que busca la industrialización del país. Es posible que haya quienes critiquen los métodos de Néstor y Cristina Kirchner, pero eso es política interna. El problema real es que hoy Argentina vive un proceso que el conservadurismo de la derecha brasileña no es capaz de entender.

En cuanto a Dilma, se trata de una mujer que construyó su propia identidad, la de una economista cultivada. Su pasado es el de una joven militante que en los años sesenta se alista en la lucha armada contra la dictadura militar, lo que le costó meses de torturas y años de prisión. El estilo diplomático de Dilma va a ser menos intuitivo y más racional que el de Lula. Sin embargo, la oposición y cierta prensa intentaron construir la imagen de una Dilma dura, fría, irritable, que se desvanece ante el contacto personal. Afable, revela una enorme curiosidad política e intelectual.Hace unos meses, en Londres, se lamentaba de no haber visto la retrospectiva de Matisse en Brasil. Se consoló, en la Tate Gallery, contemplando a Turner y a Poussin, dos de sus pintores preferidos.


*Asesor de la Presidencia para Asuntos Internacionales.