Para saber quién será el siguiente en llegar al sillón de Rivadavia basta con revisar un puñado de encuestas. Pero si interesa la identidad de los presidentes en los próximos veinte años, hay que averiguar quién manda hoy en las provincias. Porque en la Argentina, la gobernación funciona como la incubadora de presidentes.
Mientras en otros países los competidores para el puesto de liderazgo público más importante se fabrican en las entrañas de la organización partidaria, en el bloque parlamentario o en el gabinete de ministros, en el nuestro, los candidatos para Balcarce 50 se diseñan, ensamblan y ponen a punto en el escritorio de los ejecutivos provinciales. Scioli y Macri son los principales ejemplos en este turno, pero el muestrario de los treinta años de democracia se completa con Kirchner, ambos Rodríguez Saá, Binner, Duhalde, Sobisch, De la Rúa, Menem, Bordón, Massaccesi y Angeloz.
La gobernación como un antecedente usual o como plataforma de despegue hacia la jefatura de la nación no es una característica distintiva de la política vernácula. El fenómeno es compartido por otros países que también combinan presidencialismo y federalismo, como Estados Unidos, Brasil y México.
Aquí la gobernación es un puesto estratégico en la carrera presidencial por varios motivos. Primero, porque dispone de recursos básicos para construir una sólida maquinaria electoral, herramienta imprescindible tanto en las primarias como en la votación general. Segundo, la gestión en el cargo brinda visibilidad, asegura presencia en los medios de comunicación masiva fuera de los períodos de campaña. Tercero, por su influencia sobre intendentes y legisladores nacionales y provinciales, el gobernador es un actor de peso en la forja de acuerdos intrapartidarios o en el armado de coaliciones electorales. Aparato, chapa y rosca. Ni diputados ni senadores ni ministros nacionales pueden volcar tantos recursos organizativos y simbólicos al servicio de una contienda presidencial como los gobernadores de provincia. Salvo, claro, que tengan el apoyo de la Casa Rosada. Y si el paso por la gobernación es importante para llegar a la presidencia, resulta crucial para ejercerla: es el mejor entrenamiento para competir, administrar, negociar y decidir. Por eso mismo, al husmear entre los gobernadores, los votantes no sólo pueden anticipar quiénes serán sus futuros presidentes, sino también cómo los gobernarán.
*Profesor de la UBA e investigador del CONICET.